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Concha

Concha

 

CONCHAConcha no te  he escrito todavía, y ya va más de un mes de tu ausencia, porque no tengo donde escribirte.  Y no puedo decir eso de  “a donde quieras que estes” porque se que no estas en ningún lugar y quien no esta en ningún lugar es que no está. Además eso son cursilerías y a ti te repelía tanto lo cursi. Tu no te has ido porque la muerte no es  tampoco ningún viaje.  Tu no estas. Quedan tus palabras, tu memoria, tu conducta, tus fotos, tus gestos  si , y no es poco, pero  a mi tu no me quedas nada. Tu única presencia  es tu ausencia que puedo honestamente admitir, y un desconsuelo radical que se expresa  mejor en el grito (o en el silencio)  que en la palabra. Eras tan literaria  y  tan novelera  y fantástica que eras rabiosamente honesta con la realidad, no permitías que nadie le faltara al respeto (a la realidad digo) en tu presencia , no lo haré yo ahora.  De esto hablamos muchas veces. Por eso  la silla vacía del almuerzo  de ayer en las marismas… y ya está. Por eso no te he escrito Concha por que no tengo donde escribirte y por eso me escribo  a mi mismo en el vacío sereno  de tu  nombre; disculpa, adiós.