Carmen Rodriguez Guerra.En estos días nos ha llegado la noticia de que unos sindicalistas, encabezados por un diputado y alcalde andaluz, han protagonizado un asalto, estilo Robín Hood, a dos supermercados de cadenas conocidas. En esta acción se han enmascarado las tensiones políticas que estamos viviendo con una acción social que se ha justificado por las necesidades materiales de una parte importante de la ciudadanía andaluza.
Es evidente, que esta acción, ha estado bendecida por el don de la oportunidad porque lo más positivo que ha aportado es poner de relieve en los medios de comunicación, la necesidad de una reforma social, donde el valor primordial sean las personas y no el dinero, y que conecta con el despertar de una sociedad durante mucho tiempo anestesiada por el consumismo y que ahora, de forma radical, se enfrente al paro. Son los parados y los menos favorecidos los que pide a gritos otra forma de actuar y de organizarse. En realidad estamos como espectadores de un partido de fútbol donde no depende de nosotros el resultado pero además estamos perplejos y desorientados. Esta acción ha sido una llamada de atención a la ciudadanía dormida pendiente del resultado de ese partido en el que no hay banquillo, no hay reserva, no hay alternancia posible.
Pero no podemos estar de acuerdo con las formas ni los contenidos, con el atraco simbólico ni con la beneficencia, y menos si se enmarca en una línea política presida por las ganas de romper la coalición de gobierno en la Junta de Andalucía que solo puede abrir un incierto camino: o repetición de la coalición o gobierno de la derecha.
Éste no es el camino. Este suceso, que parece un hecho de poca importancia puede tener en la ciudadanía mucha repercusión, ya que hay una línea que no hay que sobrepasar porque se puede romper la democracia, la que tanto nos ha costado conseguir a fuerza, no sólo de votos sino también de valores y de nosotros/as depende que tenga larga vida. Con hechos como éste se cruza ésta la frágil línea, ahora más que nunca, que separa la democracia de la demagogia.
He leido y escuchado a los representantes sindicales de la oficialidad española que esa no es su forma de actuar y que sus organizaciones sindicales se mueven en otros modos de organizar o canalizar la protesta. Llevamos asistiendo durante este año a innumerables manifestaciones organizadas por CCOO y UGT y la repercusión y la efectividad es mínima. A más protestas más recortes. La acción del SAT pone el acento sobre lo que podría ocurrir en un futuro no muy lejano y es posible que sea la causa de que Rajoy y su grupo desistan de acabar con esa mínima ayuda de 460 € a las personas paradas de larga duración. A mi las formas no me gustan y yo lo he calificado como de esperpento, pero la repercusión de la acción ha sido tan brutal y las consecuencias que podrían derivarse tan significativas que tan sólo la intervención policial y judicial creo que no bastarán para terminar con ellas.
La democracia, por desgracia, lo absorbe todo. Hemos asumido que el fraude de los bancos lo paguemos todos, incluso nos inculpamos de ello, vemos bien que un gobierno elegido en las urnas no lleve su programa y ponga al país bajo el protectorado del BCE y de Alemania, asumimos la pérdida de derechos y la degradación de los servicios básicos como un mal menor y cuando algo nos azota la conciencia, reaccionamos mal y con desprecio a las personas, que aunque no nos gusten siguen siendo coherentes, por lo menos más que algunos de nosotros.
Cada vez hay más gente que lo está pasando muy mal, parece ser por desgracia que todo irá en aumento y la izquierda de este país a verlas venir, unos porque ya no tienen ninguna credibilidad, pues han indicado el camino a esta derecha montaraz y sin escrúpulos, otros porque no saben que hacer con los instrumentos que tienen para comenzar un cambio y otros porque siguen en el más profundo agujero de la semiclandestinidad y la más simple insignificancia política.
Un grupo de jornaleros han desafiado al verano y a la sociedad, la derecha mediática ha reaccionado con el insulto a falta de razones, como siempre, el gobierno andaluz ha mirado hacia otro lado y el gobierno de España manda a la acorazada de reprimir. Nuestro país va hacia el abismo y no somos capaces de ser medianamente inteligentes.
De acuerdo con el artículo. El justificar que se asalten supermercados lo veo de una irresponsabilidad grandísima, pero muestra que hay un problema de miseria en Andalucía, que nadie quiere ver. Algo falla en este sistema.
Otra cosa que pienso es que si estos de SAT presumen que el sistema comunista funciona tan bien en Marinaleda, ¿ por qué tienen que robar? no hay trabajo (y por consiguiente un sueldo) para todos?
actuaciones como esta solo son el principio de un camino incierto al que no le vemos la luz. Indudablemente ni es el camino ni la solución a la crisis social que vivimos, pero todos estos que hablan criticando estas acciones, que nos dan materia para poder reflexionar, no aportan soluciones ni estrategias a seguir, se plantea que es ilegal y eso está fuera de toda duda, pero para romper la barrera de lo legal debemos de situarnos al borde de esa legalidad para conseguir soluciones acordes con la situación social.
No recuerdo ni un solo caso en la historia en la que el movimiento obrero (que consiguió todo eso que ahora nos están quitando, incluida la «democracia» – que en «España» no es más que un paripé en el que los herederos del fascismo son condecorados como padres de la democracia-) haya conseguido jamás algo que no fuera por medio de la violencia. Agradeced, si estáis en contra, que alguno de los que peor andan no haya empezado aún a cortar cabezas.
Me temo, y no por ello me gusta, que es el único camino hoy día. Está comprobado que las acciones de protesta formales y legalizadas son encubiertas y no consiguen mínimamente su objetivo, ni el de dar inicio a un debate social, puesto que los mismos gobernantes la encauzan. Una manifestación solo sale en las noticias si hay conflictos violentos, y siempre para ser criminalizada.
Nos guste o no, el del SAT es el camino. Y hasta ahora es un camino pacífico, aunque entre dentro de la ilegalidad. Y han conseguido exactamente lo que se proponían, ni más, ni menos. Que tú (y tantos otros) esteis hablando de ello.
No recuerdo ni un solo caso en la historia en la que el movimiento obrero (que consiguió todo eso que ahora nos están quitando, incluida la «democracia» – que en «España» no es más que un paripé en el que los herederos del fascismo son condecorados como padres de la democracia-) haya conseguido jamás algo que no fuera por medio de la violencia. Agradeced, si estáis en contra, que alguno de los que peor andan no haya empezado aún a cortar cabezas.
Me temo, y no por ello me gusta, que es el único camino hoy día. Está comprobado que las acciones de protesta formales y legalizadas son encubiertas y no consiguen mínimamente su objetivo, ni el de dar inicio a un debate social, puesto que los mismos gobernantes la encauzan. Una manifestación solo sale en las noticias si hay conflictos violentos, y siempre para ser criminalizada.
Nos guste o no, el del SAT es el camino. Y hasta ahora es un camino pacífico, aunque entre dentro de la ilegalidad. Y han conseguido exactamente lo que se proponían, ni más, ni menos. Que tú (y tantos otros) esteis hablando de ello.
El artículo me gusta, Carmen.
Ahora bien, que acciones como la que han realizado el SAT en esos hipermercados no sea el camino, como te planteas, al final del mismo, la verdad, no lo sé.
En muchos pueblos andaluces (resido y trabajo en uno, Lebrija, desde hace cuatro años, aunque siempre he vivido, anteriormente, en capitales de provincia), hay muchas familias que lo están pasando realmente mal, sobre todo en las zonas donde ya sólo queda la agricultura como medio de subsistencia.
Seguramente el camino no es, pero a mí, particularmente, me parece un acierto, por parte de los dirigentes del SAT, esa acción.
Sánchez Gordillo fue cabeza de lista, creo recordar, por Izquierda Unida en Sevilla en las recientes elecciones autonómicas, por algo. Hoy su imagen, con otros compañeros, en la finca militar que dicho sindicato ocupó, hace dos semanas, ocupaba toda la portada en el ABC de Sevilla.
Me da la impresión de que los jornaleros andaluces están de acuerdo con estas llamadas de atención y estas acciones del SAT.
¿Que no sea el camino? No lo sé, la verdad …
Ese es el problema la democracia capitalista. Sí tú la quieres defender juegas del bando de los de arriba
Creo que es una opinión muy valorable la que se expresa en este artículo y que merecería la pena abrir un debate sobre las formas y los contenidos de las acciones puntuales que el SAT, como cualquier otro sindicato o grupo social, sindical y político, puede realizar en cualquier momento.
Lo importante, como bien se dice en el artículo, es que somos expectadores, todavía demasiado expectantes, escasamente pareticipativos y que en el partido que se esta jugando van demasiadas cosas en juego.