José Luis Serrano.
Caorama del 8 de abril de 2009
Los nuevos jacobinos arremeten contra la proliferación de cargos públicos que significa la federalización de España. Puestos a recortar en tiempos de crisis, ellos empezarían por cerrar la Generalitat o por disolver la Comisión de Bruselas. No entra en su consideración que justo por ser un estado autonómico las competencias de determinados ministerios están transferidas y que su existencia carece de sentido. Sanidad, Educación, Agricultura o Justicia, por no hablar de Vivienda o Igualdad, son departamentos redundantes, vacíos de competencia y que sirven sólo para mantener la imagen de que un gobierno central resuelve asuntos que, en realidad se resuelven en Bruselas o en Sevilla.
Aznar también creía que la Constitución de 1978 había ido demasiado lejos en la descentralización. En una de las remodelaciones de su gobierno, Zaplana que era presidente de la cuarta comunidad autónoma de España, se convirtió en ministro de Trabajo, departamento de mucho más bajo presupuesto. En la misma hornada, Ruiz Gallardón el presidente de la tercera comunidad autónoma pasó a ser candidato a la alcaldía de Madrid, para dejar claro que la capital de España es más importante que cualquiera de sus comunidades autónomas.
Zapatero hizo lo mismo con Bono y ahora repite con Manuel Chaves. El que durante diecinueve años ha sido presidente de Andalucía prefiere pasar a la historia como ex-ministro de relaciones autonómicas o algo así. ¿Aceptaría Felipe González dejar la presidencia de España para ocupar la vicepresidencia tercera de la Unión Europea? ¿Aceptaría un presidente del Betis, del Sevilla o del Málaga la vicepresidencia tercera del Barça?
Hay puestos de tamaño histórico de los que, desde luego, uno puede irse cuando quiera, pero no a cualquier parte. No me parece mal que se vaya Chaves, pero me pregunto si no podría dedicarse a dar conferencias y a ejercer la auctoritas sin potestas que le da haber sido durante diecinueve años presidente de los andaluces. Algunos (pocos y cada vez menos) creemos que por encima de Andalucía sólo está el cielo, pero todos (incluidos los andaluces más españolistas) deberíamos considerar lo feo que queda que el presidente de Andalucía se marche a ocupar la vicepresidencia tercera del gobierno de segunda de un estado que parece incapaz de ser federal.