Por Andrés Sánchez
Antes de las elecciones al Parlamento Europeo del pasado junio se desarrolló un interesante experimento. Dirigido por investigadores de la Universidad de Stanford, presenta cómo podrían cambiar las cosas si la democracia (nuestra democracia) fuese más deliberativa. El objetivo de la investigación es “medir” el cambio en la intención de voto, en la identidad política y en las opiniones de un grupo de personas con más información, y mayor implicación política.
Consistía en comparar las opiniones de los participantes (una muestra representativa de la Unión Europea de los 27) antes y después del experimento. Durante el mismo se le presentaron una serie de informes (equilibrados) sobre las materias del estudio (inmigración y cambio climático), pudieron entrevistar a una serie de políticos y expertos, discutieron… Los resultados fueron espectaculares: muchos de aquellos cambiaron sus opiniones y su intención de voto.
Comenzando por la intención de voto, los partidarios del Partido Popular Europeo pasaron del 40% al 30%; los del Partido Socialista Europeo, del 22% al 21%; los apoyos liberales bajaron del 9% al 8%, mientras que los de Los Verdes subieron del 8%… ¡al 18%!
Los cambios en las opiniones resultan tan significativos como los de intención de voto. En general, hacia posiciones más sostenibles: como darle prioridad a la lucha contra el cambio climático aunque se dañase la economía (del 49% al 61%), o implicara cambios en nuestra vida cotidiana (del 72% al 85%)… más apoyos a la eficiencia energética (del 75% al 84%) y al sistema de comercio de derechos de emisión (del 39% al 49%) y más oposición a invertir en energía nuclear (del 35% al 42%).
También el debate sobre la inmigración tuvo consecuencias sobre las valoraciones. Primero, incrementó su consideración como un problema importante: del 44% al 64%. En segundo lugar, bajaron los partidarios de endurecer los controles en las fronteras (del 66% al 59%) mientras fueron más los que pedían castigos para quien contratara a inmigrantes en situación irregular (del 74% al 88%). En general la tolerancia subió en relación a los inmigrantes no europeos: los partidarios de obligar a los inmigrantes a adaptarse al estilo de vida del país de acogida bajó del 69% al 52%; también descendió la opinión de que sea importante que provengan de culturas similares (del 25% al 17%) o que los inmigrantes sean cristianos (del 13% al 9%). Los favorables a extender los servicios sanitarios a los inmigrantes en situación irregular también aumentaron: del 63% al 71%. La valoración de los inmigrantes fue, en general, más positiva: el calificativo de los inmigrantes como “honrados” ascendió del 25% al 34%; el interés por la riqueza cultural que ofrece su presencia y participación en la sociedad lo hizo del 37% al 43%, mientras que la opinión de que la inmigración aumenta la criminalidad descendió del 48% al 40%.
Lo que no varió fue la opinión sobre la política a seguir con los inmigrantes en situación irregular. Se mantuvo en el 40% el apoyo a la regularización, mientras que la expulsión inmediata a los países de origen apenas bajó un punto desde el 23%.
La empresa TNS, que se encarga de la elaboración del Eurobarómetro, fue la responsable de la selección de la muestra, utilizándose asimismo una muestra control, para controlar los sesgos entre los que participaron efectivamente en el experimento.
Las conclusiones que podemos extraer del estudio son inmediatas: primero, que mas conocimiento, más atención en política, más participación y deliberación supone un círculo virtuoso, implicando más confianza e implicación. Segundo, que el cambio climático (y el ecologismo en general) tiene aún una gran tarea discursiva que hacer: dependiendo del espacio que ocupe en la agenda pública (y de quién y cómo participe en el debate social) habrá más o menos potencial para el cambio. Tercero, que no todo está dicho en inmigración. Y la más importante: que insistir en lo mala que es la política, la degradación de la política y de los políticos, la simplicidad, la demagogia, la exclusión de opiniones expertas y de ciudadanos comprometidos… tiene un sólo ganador. El bipartidismo. Y un perdedor: las fuerzas del cambio. El experimento es claro: 62% de populares y socialistas frente al 8% de verdes antes… 51% frente a 18% después. La deliberación y la política son los mejores aliados del ecologismo.
Fuente: proyecto de investigación Europolis, dirigido por James Fishkin (Universidad de Stanford). http://cdd.stanford.edu/polls/eu/2009/europolis-exec-summary.pdf
Llegué a este estudio gracias a Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y buen amigo.
Viñeta: El Roto, publicada en El País