Hace unos días un titular del diario Público decía: “El alza de precios de los alimentos empuja a 44 millones de personas a la pobreza. El Banco Mundial informa de que han subido un 15% entre octubre de 2010 y enero de 2011″
La noticia continuaba: “el presidente del BM, Robert Zoellick, calificó la situación de “peligrosa” y urgió a los líderes del G20 que se reunirán dentro de unos días en París a que consideren la cuestión de los alimentos como un tema “fundamental” de la agenda.
“Según el último informe del BM, los precios mundiales de los alimentos han subido un 15% entre octubre 2010 y enero 2011, lo que significa un aumento del
29% respecto al año anterior, y apenas un 3% por debajo de la cifra récord de 2008”.“El presidente del BM destacó que la “creciente volatilidad de los precios, debido al aumento de los inventarios y al incremento de la demanda, y sumada a las adversas condiciones meteorológicas”, puede convertir el tema alimentario en un “gran problema”. Entre los alimentos que han mostrado un incremento especial se mostrado un incremento especial se encuentra el trigo, que se ha duplicado en los últimos seis meses; el maíz, que se ha disparado un 73%; o el azúcar, que ha registrado un aumento de más del 20%. Sin embargo, el BM ha señalado que el comportamiento moderado de
de los precios del arroz, cuyos precios han subido a un ritmo menor, ha evitado que la cifra de personas que han traspasado el nivel de pobreza sea menor”.El Banco Mundial aconsejó como medidas para mitigar los efectos de este agudo incremento “la extensión de programas de seguridad alimentaria, la supresión de las restricciones a la exportación y la reducción del uso de tecnologías biocombustibles
“Llenar depósitos vaciando estómagos”
20 febrero, 2011tags: Biocombustibles, Cambio climático, Crisis ambiental, desarrollo sostenible, Economía, especulación agrícola, land grabbingpor Elena gongarHace unos días un titular del diario Público decía: “El alza de precios de los alimentos empuja a 44 millones de personas a la pobreza. El Banco Mundial informa de que han subido un 15% entre octubre de 2010 y enero de 2011″
La noticia continuaba: “el presidente del BM, Robert Zoellick, calificó la situación de “peligrosa” y urgió a los líderes del G20 que se reunirán dentro de unos días en París a que consideren la cuestión de los alimentos como un tema “fundamental” de la agenda.
“Según el último informe del BM, los precios mundiales de los alimentos han subido un 15% entre octubre 2010 y enero 2011, lo que significa un aumento del 29% respecto al año anterior, y apenas un 3% por debajo de la cifra récord de 2008”.
“El presidente del BM destacó que la “creciente volatilidad de los precios, debido al aumento de los inventarios y al incremento de la demanda, y sumada a las adversas condiciones meteorológicas”, puede convertir el tema alimentario en un “gran problema”. Entre los alimentos que han mostrado un incremento especial se encuentra el trigo, que se ha duplicado en los últimos seis meses; el maíz, que se ha disparado un 73%; o el azúcar, que ha registrado un aumento de más del 20%. Sin embargo, el BM ha señalado que el comportamiento moderado de los precios del arroz, cuyos precios han subido a un ritmo menor, ha evitado que la cifra de personas que han traspasado el nivel de pobreza sea menor”.
El Banco Mundial aconsejó como medidas para mitigar los efectos de este agudo incremento “la extensión de programas de seguridad alimentaria, la supresión de las restricciones a la exportación y la reducción del uso de tecnologías biocombustibles.
En relación a esta recomendación que ofrece el Banco Mundial me gustaría comentar algunas cuestiones:
En primer lugar y en relación a los precios, la OCDE ya había estimado que las medidas de apoyo a los biocombustibles actuales y previstas en la UE y los Estados Unidos provocarían a medio plazo un aumento del 8%, 10% y 33% de los precios medios del trigo, del maíz y de los aceites vegetales, respectivamente (AEMA 2009). Ya se sabía que se produciría dicha subida de precios.
En segundo lugar, a pesar de sus recomendaciones el Banco Mundial está dentro del negocio del acaparamiento de tierras o land grabbing. Desde 2008 a nuestros días se ha producido el acaparamiento de gran número de hectáreas de tierra para producir alimentos y agrocombustibles. Este fenómeno se refiere a la adquisición de tierra a gran escala por parte de inversión extranjera. Un hecho clave dentro de esta tendencia es la presencia de fondos globales de inversión e inversiones por parte de estados ricos en capital y pobres en recursos naturales directamente o a través de sus empresas líderes. La importancia de este tema tiene que ver con el acceso de las comunidades locales a los recursos y su soberanía alimentaria. Los locales son desplazados de sus tierras ya que en muchos casos son tierras comunales y expropiables por el estado. Fue la ONG GRAIN quien en 2008 desveló la tendencia surgida: en 2009 había 46,6 millones de ha de tierra acaparadas y la mayoría de éstas se encontraban en el África Subsahariana. El Banco Mundial está involucrado en estos tratos comerciales a través de su brazo de inversiones comerciales, la Corporación Financiera Internacional, dicho ente está comprando derechos a tierras de cultivo mientras la Agencia Multilateral de Garantía de la Inversiones proporciona seguros contra riesgos políticos a los proyectos de acaparamiento de tierras (GRAIN 2010).
La necesidad de buscar fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles para reducir los riesgos asociados al cambio climático ha impulsado los biocombustibles. Sin embargo los biocombustibles también generan problemas al medio ambiente, su capacidad para limitar emisiones de CO2 es limitada pues la propia generación de biocombustibles requiere importante cantidad de energía, la aplicación de fertilizantes es también un proceso energéticamente costoso y produce a su vez emisión de óxido nitroso, otro gas de efecto invernadero. No podemos olvidar tampoco que los fertilizantes provocan la grave contaminación de nuestros ríos y costas por eutrofización o exceso de producción de materia orgánica provocando hipoxia o zonas muertas donde no hay oxígeno (AEMA 2009).
En los últimos años la UE y los Estados Unidos han apostado por los biocombustibles, presentados como capaces de aliviar el problema y a la vez como “carambolas políticamente rentables”, se ha producido un aumento de los subsidios a los agricultores y a las empresas transformadoras, no por producir alimento sino por producir combustible. Esta apuesta “ha ayudado a llenar los depósitos de nuestros coches a costa de vaciar, aún más, los estómagos de los más pobres”. Este comportamiento es producto del reduccionismo que caracteriza al enfoque con que se acercan al cambio climatico, no se tiene en cuenta que el cambio climático es parte de otro proceso mayor, el cambio global. El cambio climático se toma como problema acotado y no se identifican las conexiones entre el uso de energía y el uso de otros recursos limitantes como el agua o el territorio (Duarte 2009).
El problema no es expandir o no los biocombustibles sino entender que los recursos son limitados y que la tierra que se dedica a biocombustibles se deja de utilizar para producir alimentos. El Informe y el paquete sobre cambio climático y energía de la UE 2009 sigue enfatizando a la energía como central para la economía y para garantizar la calidad de vida de los europeos. Además de apostar por los biocombustibles añade a su vez que las fuentes alternativas distan mucho de satisfacer las necesidades europeas y que lo que hay que garantizar es la fiabilidad de los suministros de energía de fuentes tradicionales (como si éstos fueran eternos). Proyectos como el gasoducto Nabucco son parte de la estrategia de seguridad energética de la Unión Europea. Europa produce poco menos de la mitad de la energía que necesita (Informe General UE 2009). Las capacidades de carga de los ecosistemas y los límites físicos no parece tener cabida ni reflexión en la estrategia energética de la Unión Europea que no se cuestiona la viabilidad de “nuestro tren de vida energético”.
La producción de biocombustibles recibe importantes subsidios directos e indirectos (3700 euros en 2007 en UE y 5700 millones de euros en EEUU en 2005). Los biocombustibles generan más beneficios con el aumento del precio del petróleo que su uso como alimentación. La producción de biocombustibles genera más beneficios que la venta de excedentes en el mercado internacional de cereales; un aumento en los precios hace que la demanda se colapse pues los grandes importadores son países pobres que difícilmente pueden competir con el mercado de biocombustibles. El uso de biocombustibles ha conseguido el perverso efecto de vincular la economía del petróleo a la de los alimentos. La limitación de los recuros de tierra fértil y agua para la producción de alimentos se continuará agravando por el crecimiento de la población humana y el aumento del consumo de carne, en este contexto los biocombustibles se producen a costa de los productos agrícolas de alimentación(Duarte 2009).
Para terminar se indicaba en la noticia que:
“Zoellick no vinculó esta subida de los precios con las recientes protestas en diversos países árabes, como Egipto y Túnez, pero reconoció que de no hacer frente a la crisis alimentaria “podría utilizarse para aumentar la presión sobre sistemas políticos frágiles y sumarse a los motivos de protesta”.
Agencia Europa de Medio Ambiente (AEMA). Señales de la AEMA http://www.eea.europa.eu/es/publications/signals-2009
Comisión Europea. (2009) Informe general sobre la actividad de la Unión Europea.. http://europa.eu/generalreport/es/2009/files/rg2009_es.pdf
Duarte, M. (2009) Cambio Global. Impacto de la actividad humana sobre el sistema tierra. Colección divulgación. CSIC. Catarata. Madrid
Publicado en http://ecoecoes.wordpress.com/2011/02/20/290/
“Llenar depósitos vaciando estómagos”
Elena Gongar. 20/02/2011.