La economía no es solo cuestión de dinero, se trata de un análisis transdisciplinar de factores económicos, ambientales y sociales. Esta es la esencia de la economía ecológica, una disciplina que defiende la presidenta de su Asociación en España, la profesora de la Universidad Pablo de Olavide Esther Velázquez, quien, en esta entrevista, nos muestra esta otra forma de entender la economía y la realidad más allá de un análisis puramente monetario
Diario de la Universidad Pablo de Olavide.15/04/11.
La economía ecológica es una forma de entender la compleja realidad, además de ser una disciplina académica y científica que estudia la economía desde un punto de vista abierto, sistémico y transdisciplinar. Con esto me refiero a que la Economía Ecológica no solo contempla el binomio producción – consumo, como hace la economía neoclásica, sino que tiene en cuenta la dimensión física de la realidad en la que estamos insertos, es decir, la cantidad de agua, tierra, energía o materiales que necesitamos para producir y al mismo tiempo los residuos físicos que estamos generando. Por otro lado, se complementa con la Ecología Política que nos ayuda a analizar los conflictos derivados la desigual distribución de recursos y residuos.
¿Aporta, entonces, una visión más amplia que la economía tradicional?
En mis clases, cuando pregunto a los alumnos ¿qué es la economía?, la respuesta es siempre la misma: dinero. La economía neoclásica o tradicional analiza un sistema cerrado de producción y consumo donde todo se expresa en dinero. Esta visión es importante, pero hay que tener en cuenta otros factores. Esto es lo que hace la economía ecológica, considerar que el sistema económico es un sistema abierto y que se interrelaciona con los sistemas social, ambiental, tecnológico y territorial. Todos ellos se relacionan a su vez con el sistema institucional, que establece las reglas del juego.
La economía neoclásica simplifica la realidad para poder estudiarla, y lo hace a través de modelos matemáticos, mientras que la economía ecológica, sin embargo, estudia la complejidad de la realidad, y eso incluye la dimensión física de la economía y los conflictos que se generan.
¿La economía ecológica aportaría mayores ventajas y soluciones para salir de la crisis?
Es una buena alternativa para proponer soluciones, pero principalmente para entender lo que pasa y plantear otras opciones desde ese conocimiento acerca de lo que está ocurriendo. La economía ecológica se diferencia de la neoclásica en que plantea otras preguntas, o las mismas preguntas pero con diferente enfoque, y proporciona otras respuestas que la economía tradicional no puede alcanzar. Por ejemplo, desde el modelo tradicional, una de las medidas propuestas para solucionar la crisis es fomentar el consumo. En este sentido, una de las medidas que propuso el Gobierno fue subvencionar a las empresas automovilísticas y fomentar así la compra de coches. Pero ¿qué estamos haciendo? Estamos en un sistema donde tenemos un grave problema de cambio climático y esta medida está generando muchas emisiones al medioambiente. Genera pues conflictos sociales y ambientales. Sin embargo, no interesa que esto se vea de esta manera.
La Red de Economía Ecológica en España ha adquirido recientemente personalidad jurídica convirtiéndose en Asociación ¿Qué objetivos tiene esta entidad?
El objetivo de la Asociación de Economía Ecológica, y antes de la Red, es el fomento y difusión de esta otra forma tan desconocida de entender la economía. Para ello actuamos en tres planos: docente, investigador y con relación a los movimientos sociales. A nivel docente, tratamos de difundir esta disciplina en nuestras aulas, cursos de verano, charlas y conferencias. Por ejemplo, mi compañero Miguel Ángel Gual Font y yo dirigimos en la Universidad Pablo de Olavide el Máster en Desarrollo Económico y Sostenibilidad, un título oficial de postgrado que está obteniendo muy buena acogida. Respecto a la investigación, llevamos a cabo diferentes estudios que publicamos en revistas científicas de elevado impacto. En cuanto a los movimientos sociales, otro de nuestros objetivos es ser capaces de difundir la economía ecológica a la sociedad.
Como economista ecológica y como profesora me preocupa enormemente dar a conocer la economía ecológica, ya que nos encontramos con enormes barreras para su difusión, ya sean académicas, investigadoras y a la propia sociedad, a pesar de ser una disciplina que cuenta con más de 40 años de existencia. Al ciudadano hay que darle información pero también formación y educación: para tener libertad y para cambiar el mundo. Sin embargo, hay potentes intereses económicos y académicos para mantener el orden establecido.
¿Quiénes forman parte de la Asociación que usted preside?
Puesto que la economía ecológica realiza un análisis transdisciplinar de los problemas económicos, ambientales y sociales de nuestro tiempo, la Asociación se compone no únicamente de economistas, sino de todo tipo de investigadores, docentes y activistas interesados en esta visión del mundo. Actualmente formamos parte de ella más de 50 socios, entre los cuales se encuentran profesores universitarios, investigadores y estudiantes de numerosas universidades españolas, así como profesionales de la empresa pública y privada, investigadores independientes y agentes sociales.
¿Qué papel desempeñan los economistas ecológicos dedicados a la enseñanza universitaria?
La enseñanza de la economía en las universidades españolas e internacionales es la enseñanza de la economía como un modelo cerrado, ya que todos los manuales de economía se basan en economía neoclásica. Además, al estudiante no se le enseña generalmente a formular sus propias preguntas. Por eso, el papel de los docentes en economía ecológica sería ayudar a los estudiantes a pensar y a que se formulen otras cuestiones, sin estar atados a una única forma de entender la economía. No importa no tener respuesta inmediata. Las respuestas ya vendrán.
Como docente, más que enseñar los conocimientos de economía ecológica tenemos la obligación de decir en voz alta que “hay otra forma de entender la realidad”. Hay que hacerse otras preguntas y hay que aprender a pensar con criterios propios, aunque duela y a veces tenga un precio elevado. Al orden establecido no le interesa que profesores de Economía Ecológica estemos enseñando una forma diferente de entender la realidad. ¿Por qué? No lo sé, pero que es así puedo asegurarlo. Es dramático que la Universidad que, supuestamente, es una institución de creación de pensamiento libre, pueda llegar a coartar ese pensamiento.