Cristobal Orellana.No conozco tu nombre. Ni siquiera sé –aunque espero que sí– si leerás esta carta algún día. Yo me llamo Cristóbal y participé, junto a otros compañeros y compañeras de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía (R.A.N.A.), en la XIª Marcha del Silencio el pasado martes 9 de agosto de 2011, en la puerta de la Base Aeronaval de Rota, justo delante de donde los taxistas roteños tenéis la parada de pasajeros. Este acto, completamente pacífico, bajo el lema «Energía nuclear ni civil ni militar», lo hicimos en conmemoración de las víctimas del accidente de la central nuclear de Fukushima y de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 6 y 9 de agosto de 1945, y pidiendo también la completa desmilitarización de las bases militares de Rota, Morón y Gibraltar.
Cuando el acto terminó y ya nos dirigíamos a la Plaza del Castillo de Luna, donde nos recibieron dos concejales de vuestro Ayuntamiento, yo me acerqué a repartir unas octavillas a tus compañeros, pero ninguno de vosotros quisisteis recogerla, y tú tampoco. Sin embargo, quisiera recordarte aquí, muy brevemente, lo mismo que te dije y lo que me dijiste. Yo te dije –y te lo dije de corazón– que los pacifistas y ecologistas no queremos el desempleo para ningún roteño, pero que la Base de Rota es un peligro inmenso para todos. Tú me contestaste, al tiempo que otro compañero tuyo decía que él esperaba que vinieran muchos más norteamericanos, que esto es lo mismo que si en un edificio de viviendas hay una instalación de gas y un día, por mala suerte, explota… Yo te respondí que si «esto» un día explota será tremendo no solo para los roteños… Y tú me contestaste que «si llega a explotar pues que reviente a tope y punto».
Mientras hablábamos, sentí y percibí cosas -a la vez que te oía atentamente- que no estaban en la conversación, pero que salían directamente de ella en ese mismo momento. Estas cosas se resumían en que tu derecho legítimo al trabajo y mi determinación de transmitirte el mensaje pacifista, los dos papeles, los dos vestidos, los dos personajes que en ese momento nos tocaba representar a cada uno estaban ocurriendo (este es el resumen de mi intuición interior) en una clave favorable a la Vida… Dos personas de a pie, de la calle, trabajadores los dos, hablando en paz de Paz y de Trabajo, que son dos derechos igual de sagrados, sabiendo a ciencia cierta, los dos lo sabemos y lo sabemos todos, lo mucho que nos jugamos a cambio de unos jornales… que, por cierto, cada vez van siendo menos porque bien que los trabajadores y trabajadoras de Rota habéis protestado una y otra vez, con razón, por el duro trato laboral que recibís de las autoridades militares españolas y norteamericanas de la Base.
Te dije claramente -y muy emocionadamente- que nosotros no queremos el paro para ningún roteño, pero que esta locura de la Base y sus armas y sus guerras no puede ser… Cuando te sentiste sin argumentos, entonces dijiste «que todo reviente si hace falta», lo cual me estremeció. Yo te respondo, de nuevo, con el máximo respeto desde aquí: nada tiene que reventar, lo único que tiene que ocurrir es que ellos se marchen, que el gobierno español y la Junta de Andalucía lleven el empleo a Rota y que los roteños y roteñas se levanten exigiendo lo que en justicia y dignidad les pertenece: el pan, el trabajo, la educación, la sanidad, la vivienda… y la seguridad de que un día no volarán en pedazos por los aires porque un loco con el pecho cuajado de medallas envíe un misil contra la Base o un terrorista haga averigua qué.
Te lo digo otra vez de manera clara y respetuosa: trabajo para los roteños sí, por supuesto, a cambio de la estrategia nuclear norteamericana no, nunca. Yo vivo en Jerez, a 35 kms. de la Base… si un día le pasa algo a tu familia por un accidente o ataque nuclear le va a pasar exactamente lo mismo a la mía; juntos, si tenemos suerte, nos veríamos en el Hospital (aunque nadie en la zona conocemos plan alguno de emergencia, evacuación colectiva, atención sanitaria radiológica, etc.) y quizás entonces comprenderás que la metáfora del edificio con una instalación de gas que sufre un accidente fortuito no fue acertada por tu parte. Los dos, tú y yo, y nuestras familias, no podemos estar enfrentados, porque el día que pase algo estaremos, no lo dudes, juntos y malparados en el mismo bando de las víctimas… mientras que los norteamericanos recogerán sus arreos, como hicieron en Palomares, y se largarán dejándonos aquí una auténtica ruina de dimensiones que no quiero ni pensar. Tú tienes derecho al trabajo, y esto es indiscutible, pero centenares de miles de seres humanos que vivimos alrededor de la Base también tenemos derecho a la vida, y esto también es indiscutible.
Aunque yo no había nacido, tengo en la retina de mi memoria histórica la experiencia horrible que sufrieron los gaditanos y gaditanas cuando “explotó” un arsenal militar en la misma ciudad de Cádiz en 18 de agosto de 1947, muriendo 147 personas y produciéndose más de 5.000 heridos y heridas. Los riesgos que corremos, tú lo sabes también, son reales rodeados como estamos de tantas instalaciones militares. También sé que hasta finales de los años 70 había en la Base una gran cantidad de armas atómicas y que aún siguen haciendo escala en ella, cada cierto tiempo, submarinos de propulsión nuclear y, quién sabe, probablemente con armamento nuclear a bordo… aparte de lo que pueda haber en los polvorines de la Base.
Pero aparte del derecho al trabajo y el derecho a la vida que tenemos los de aquí, tú y yo, tu familia y la mía, termino esta carta recordándote que es una obligación ética y política de todos nosotros defender, también, el derecho a la Paz de todos los pueblos del Mediterráneo y del mundo. Andalucía no puede seguir siendo una lanzadera de barcos y aviones de guerra por medio mundo. Las bases de Rota, Morón y Gibraltar son, claramente, fábricas de cruentas guerras como las de Irak, Afganistán, Libia… Jamás los andaluces y las andaluzas cejaremos en nuestro justo empeño de que se desmantelen y queden reconvertidas en fuentes de empleo civil, pacíficas y completamente desmilitarizadas.
Nuestra forma de pensar, siguiendo la doctrina gandhiana de la Noviolencia, es que las guerras pueden anidar y formarse (o justificarse), sigilosamente y un poco sin quererlo nadie, en nuestros corazones… pero los gaditanos y las gaditanas, ya lo dijo Alberti en su famoso poema, también sabemos sentir la Libertad:
– ¡Ay Rota de pescadores,
Rota de barcos veleros!
Se abren ya tus miradores
a un cielo y mar extranjeros.
¿Pero tú duermes?. Alerta
te miro por la bahía.
…
¡Españoles, despertad!
¡es Rota, la marinera,
quien levanta la primera
llama de la Libertad!
De trabajador a trabajador, gracias por tu atención.
Cristóbal Orellana (de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía, R.A.N.A., 10-08-2011)