La historia no está escrita. Ante una misma situación (crisis económica, aumento del paro, recortes sociales…) en muchos países europeos como Finlandia o Francia una parte de la sociedad ha optado por políticas excluyentes, con aumento en el apoyo a partidos de ultraderecha. En España, sin embargo, la gente salió a la calle a pedir más democracia, con el 15-M. Y tras pasar por Israel u ocupar Wall Street, se ha hecho global hoy, #15o. ¿Qué podríamos decir sobre este cambio social y la influencia de las nuevas redes sociales?
Empecemos estableciendo que hablar sobre movimientos sociales es hablar sobre poder. Pero de un tipo distinto de poder al del Estado o el Mercado. No entendido como una “cosa”, como un recurso (dinero, armas…) sino como una relación entre actores sociales, tratando de definir (valga la redundancia) las definiciones sociales (Beck).
Cada vez más, y en la “Era de la Información” (Castells) este proceso se ha acelerado, el poder está en las mentes de las personas. Porque frente a la tradicional concepción del poder como coacción, cada vez gana más importancia el poder como significado compartido (nuestros valores y pensamientos condicionan nuestra acción, y la acción de todos “construye” el mundo). Por eso es importante qué definiciones hacemos, a qué le damos prioridad… y esto lo podemos ver muy claro en este vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=rDXmfagPu3g En él vemos cómo los movimientos sociales tratan de reconvertir la situación de la persona que no puede pagar su hipoteca de un caso de “mal apostador” (y por tanto, responsabilidad del individuo que se metió en ella sin valorar todos los riesgos) a ser uno más de los “afectados por la hipoteca”; presentándolo en este caso la misma situación, pero en este caso caso los responsables no son sino las entidades financieras y los políticos que han permitido un fraude masivo (gracias también al papel de los medios de comunicación de masas).
Si el poder es una relación en la que hay coacción (violencia) y significado (discurso), y ésta última dimensión gana cada vez más peso, nunca habrá sido más cierto que ahora que la comunicación es poder. ¿Pero cómo es la comunicación en la “galaxia” Internet?
Internet es más una cultura que una herramienta. Quiero decir que no sólo permite que la comunicación “natural” llegue a más y llegue mejor, sino que cambia la naturaleza de la propia comunicación, como anteriormente lo hicieron la imprenta, la radio o la televisión. En ese sentido Internet no es neutral, sino que tiene una “cultura” (entendiendo por ésta valores y creencias que conforman el comportamiento). Con cuatro componentes, según Castells en “La Galaxia Internet”: tecnomeritocrática, hacker, comunitaria y emprendedora. Lo más significativo de ella es que la comunicación en Internet escapa de los límites que pretendan establecer los poderes fácticos (esto es lo más carácterístico de la cultura hacker), de todo tipo de censura. Por eso la “Ley Sinde” tenía que provocar ese rechazo generalizado; por eso no se entiende que luchar contra los trastornos alimentarios en las redes sociales sea censurar los perfiles que señale el gobierno. Junto a la no-censura desde poderes exteriores y la transparencia, la “ley interna” en las redes se completa con la cooperación y el valor compartido. La innovación ha crecido en este contexto más que en aquellos donde impera la competencia y los derechos exclusivos. Esto no quiere decir que toda la comunicación en Internet o a través de las redes sociales se haga así: lo que quiere decir es que la “nueva comunicación” propia de este medio tiene estas características.
Esta “nueva comunicación” es lo que algunos han denominado como “autocomunicación de masas”, donde se rompe el centralismo de la comunicación de masas, y el papel de emisor y receptor se confunden. Esto ha llegado también al ámbito de los movimientos sociales, como en el caso del 15-M, o en otros términos la primavera árabe.
La clave de estos movimientos es que no se tienen que construir jerárquicamente para poder interactuar con el resto de la sociedad, sino que pueden hacerlo de conformidad con la “cultura de Internet”. Si mayo del 68 necesitó alguien que representara el movimiento para ser comunicable en la figura de Daniel Cohn-Bendit, el portavoz del 15M es su hashtag: #15M. Ese es el mejor ejemplo de lo que significa “autocomunicación de masas” (comunidad + personalidad). Gracias a que en las redes la comunidad no ahoga la individualidad, los cambios no necesitan portavoces, sino un hashtag.
Pero todo esto lo cuenta mucho mejor Manuel Castells, una referencia imprescindible en la sociología contemporánea, y en particular en la sociología de Internet: http://www.youtube.com/watch?v=2nWa32CTfxs
Para terminar, si algo es necesario para el cambio social, es que los actores sociales superen la coacción y pierdan el miedo para actuar. Esto es lo que favorecen las redes sociales, porque quien te invita a la manifestación global del #15o no es un pasquín o un líder carismático, sino un amigo a través de Facebook o alguien a quien sigues en Twitter porque te interesa lo que comparte.
Parafraseando a Castells (quien a su vez lo hacía con Marx): “Miedosos que queráis dejar de serlo, ¡uníos! (mediante las redes sociales)”.
@andresash