Enric Morera. EL PAÍS / Desde 2009 hemos aprendido en el contexto político europeo que en los estados endeudados del sur, donde la política económica es compartida en su esencia por los grandes partidos sistémicos, los ciclos legislativos de cuatro años se agotan con costes electorales para quienes gobiernan si no es que se quiebran antes. El PP de Rajoy y de su seguro servidor Alberto Fabra no es ni debe ser una excepción: en tan solo un año ha llegado a perder más de 3 millones de votos según algunas encuestas, lo mismo que el PSOE en la legislatura anterior. Lo que fue mayo de 2010 para Zapatero lo es julio de 2012 para Rajoy. La tijera del recorte injusto es percibida hasta por los más fieles de forma nítida.
El PP empezaba el año con su mayoría absoluta en Generales y lo cierra con mayoría relativa y reñido con demasiados actores, desde Cataluña a los pensionistas. En nuestra tierra no deben ir mucho mejor las cosas. Un año en el que el ciudadano con trabajo ha asumido una reducción media de su poder adquisitivo del 20% entre recortes directos, congelaciones y subidas de impuestos. Y ha descubierto que tiene margen para poco más cuando quizá haya que asumir otra reducción del 10%, de lo que nos queda, en 2013. Podemos decir que el PP juega a largo plazo pero la paciencia de los ciudadanos se agota porque los sacrificios se certifican como inútiles cuando llegan las cifras del paro o seguimos peor o igual de endeudados.
Pero somos escépticos, mucho, o más bien pesimistas. Porque nadie ha cubierto ese calendario largo en Grecia, España o Portugal desde que empezó la crisis. En un par de años perdieron la hegemonía electoral aquellos que gobernaron. El PP de Fabra ha sido incapaz de trasladar a la ciudadanía con hechos, y no con palabras vacías, el mensaje inequívoco de que lo peor ya está superado, que Camps ya es historia. Tiene además el ruido de los tribunales que van ventilando una manera de entender la política que nos llevó a 22.000 millones de deuda, la que nos cuesta para 2013 más de 1.300 millones de intereses. Por su culpa llega la falsa austeridad, un eufemismo para explicar que están sin un euro en caja. Por este motivo, la caída electoral del PP valenciano está mucho más que asegurada, también la protesta, la tensión, la manifestación y una nueva primavera valenciana. Y la obligación de organizar una alternativa seria con una doble misión: regenerar la democracia y devolver la dignidad a las personas. No se trata solo de que yo lo haría mejor y sin robar, se trata de cambiar las formas de gobernar para que la política sirva a los intereses del pueblo y no a los de siempre.
Esta es nuestra gran discrepancia con el PSOE, por ser claros. Que hay que cambiar mucho para que no pase como dijo el Rey en Nochebuena, que en 30 años ha conocido tres crisis. Dijo conocer y no vivir, un matiz muy importante. Como hemos conocido la venta de las eléctricas o del Banco Hipotecario en nombre de la libertad de mercado por los gobiernos de González para que ahora nos maltraten. Otro que nos da lecciones y ejerce de comentarista de sociedad. Otro ejemplo vale para explicar lo no que hay que hacer si se gobierna.
Empecemos con el plan de trabajo para adelantar terreno. Por ejemplo, la banca, incluidas las cajas salvadas con nuestro dinero, quieren cobrar hasta el último euro de la hipoteca constituida a precio de boom. El sistema financiero español, los bancos cobran el 97% de las hipotecas religiosamente pero se pelean por un 3% que no quieren dejar de ganar aunque la gente se tire por las ventanas. Son usureros, también estafadores y delincuentes. El mejor ejemplo son las preferentes. La deuda es de las empresas, que deben responder con sus activos, y de los responsables de las administraciones públicas que invirtieron nuestros recursos haciendo caso omiso a los estudios de viabilidad o los falsearon. Responsables públicos que también han de rendir cuentas en los tribunales y responder con sus patrimonios. Espero pues que en el famoso caso Nóos, además de Urdangarín, caigan aquellos que según el fiscal de manera delictiva organizaban los convenios desde la administración.
Ni Francia ni Alemania son nuestro ejemplo. Compartimos con los portugueses o los griegos, y no con los franceses, dictaduras que crearon sociedades sumisas y alejadas del poder, también la corrupción de la clase política y la quiebra de la confianza ciudadana en las instituciones, compartimos acreedores y el mismo futuro falso, el de los eurobonos. Los alemanes quieren recuperar sus inversiones. Es este contexto, no tenemos nada que perder. Quienes pierden con esto son los bancos y los ricos. Compartimos la voluntad de organizar a las personas insumisas del sur de Europa en un espacio ciudadano de ruptura con todo esto que hasta hoy ha sido una manera de gobernar. Despegamos hacia el cambio. Quien quiera que se una.
Enric Morera es portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas.