Durante los gobiernos del PP ( 1996-2004) fueron no pocos los dirigentes del PSOE y los intelectuales afines, los que se lamentaron amargamente de la inexistencia de una memoria histórica sobre lo que había sido la república, la guerra y el franquismo. Decían, a nuestro juicio no sin razón, que esta amnesia histórica había dejado inerme a la ciudadanía, en especial a los más jóvenes, ante los discurso de la derecha. Y esto había abierto un pasillo dorado para la consolidación de los valores conservadores. Lo que no decían era que quienes habían gobernado durante los últimos catorce años anteriores al triunfo de Aznar era el PSOE. Y que por tanto los máximos responsables de esa desmemoria histórica eran los socialistas.
Los gobiernos del PSOE , anteriores a 1996, no habían hecho nada, más bien lo contrario, para recuperar la memoria de los demócratas vencidos, para que los jóvenes supieran como había sido la cruel dictadura fascista. ¿Quién sino se inventó aquello de llamar al franquismo “régimen autoritario” en vez de dictadura fascista, sino alguien tan cercano a los ideólogos socialistas como Linz? La resistencia y la oposición al franquismo fueron invisibilizados, las víctimas no han tenido, aun al día de hoy, ni siquiera el derecho a una sepultura digna. El silencio y el olvido fueron las claves de la memoria histórica que aceptó e impuso el PSOE. Luego, con Aznar consolidado en el gobierno, vieron que la semilla de tanto olvido e ignominia se les volvía electoralmente en contra y que sus verdaderos sembradores, la derecha, recogía naturalmente sus frutos.
La llegada de Zapatero pareció cambiar las cosas. La lección estaba aprendida nos decían. La historia daba una segunda oportunidad a la izquierda para reivindicar desde el gobierno la memoria de las víctimas. Desde el banco azul se anunciaron acciones y leyes de recuperación de la memoria histórica. Pronto se pudo ver que todo era parte de una estrategia de la crispación con fines estrictamente electorales. El objetivo era colocar señuelos al PP para que este tuviera que girar hacia posiciones limítrofes con la extrema derecha. Con ello, creían los socialistas, les dejarían franco el paso para la ocupación del tan deseado centro político. Lo que no calcularon los diseñadores de dicha estrategia es que l aquello que obligaba , por reacción, a derechizarse al los conservadores , escoraba también , por acción esta vez, a los socialistas hacia el izquierdismo. El resultado electoral del 2008 demostró que el centro político había sido más ocupado por el PP que por el PSOE que sólo logró la victoria gracias a que se comió gran parte de los votos de IU y del nacionalismo independentista.
Situados ante el evidente fracaso de esa estrategia, mucho más rentable para el PP al que en un momento crítico le había permitido mantener y blindar su espacio electoral ; tocaba un cambio de sentido tan táctico y corto de miras como la estrategia inicial de la crispación y el señuelo. Es en este cambio de estrategia donde se inscriben acciones tan deplorables como la posición de la fiscalía de la Audiencia Nacional contra el intento de Garzón de juzgar los crímenes del franquismo o la producción por parte de RTVE de una mini serie sobre el golpe de Estado del 23f y el papel jugado por el Rey.
La serie televisiva ( “ 23F El día más difícil del Rey”) anunciada con profusión inaudita semanas antes de su emisión, dibuja una historia del golpe de Estado de cartón piedra donde el Rey y su séquito aparecen como héroes históricos dignos de una serial propagandístico coreano ( del norte) La manifiesta deformación de los hechos y la estereotipada representación de los personajes es tal que llega a rozar la caricatura. El rey , que ya durante el franquismo ,según sus biógrafos y al mismo tiempo hagiógrafos, maquino y dirigió un meticuloso plan para traer la democracia a España engañando incluso al astuto dictador. Ese mismo Rey fue engañado el 23F por unos aguardientosos traidores militares. Y como no podía ser menos, el Rey les plantó cara en defensa de España y de la democracia.
El grado de adulación melosa de la figura del Rey , y de su leal servidor Gabino, es tal que hace no desaconsejable su visón por parte de los diabéticos. La serie parece más bien una obrita infantil de fin de curso sobre la vida y obra del santo patrón del colegio que una recreación dramatizada de unos hechos históricos. Que una televisión pública (el ente) produzca, elabore y emita una obra de ficción sobre hechos históricos recientes es une ejercicio peligroso que difícilmente no traspasa las fronteras del adoctrinamiento. En el caso de del “23F El día más difícil del Rey” esas fronteras han sido ampliamente traspasadas. RTVE se comporta con esta serie como si fuera la portavoz de un supuesto Ministerio de la Verdad, por decirlo con palabras de Orwell.
La gravedad de lo acontecido es aún mayor por la naturaleza ficticia del producto .Que se mienta y manipule en un programa informativo público es grave pero que se mienta por medio de una obra de ficción es aún más grave. Pues la dramatización contiene una dosis de trampa estética y emocional mayor que convierte al producto cultural en algo aún más fraudulento y engañoso. El dibujo dramático de los personajes reales es especialmente repugnante. La adyección formal con que son mostrados los golpistas en contraste con la bondad del Rey y su séquito es deleznable. Obsérvese que la adyección es mayor cuanto más cerca se le supone, al personaje en cuestión, del rey. ¿Por qué? Para alejar cualquier posible asociación o responsabilidad del monarca con el golpe. El tratamiento dado a la figura del exgeneral Armada es especialmente denigrante y por ello muy significativo. Armada es caracterizado mucho peor que Tejero. Se despliega así una explicación subliminal de por que alguien tan cercano al Rey estaba en el golpe: ¡Era un ambicioso y frustrado traidor¡
En fin, que así se construye la memoria histórica. Cuando pasen los años y gobierne de nuevo la derecha, vendrán de nuevo las lamentaciones por la amnesia política de una ciudadanía a la cual desde 1975 no se le ha enviado otra mensaje, no se le ha vendido otra pedagogía que la que esta : la historia la hacen los grandes hombres ( “El rey motor y protagonista de la transición ) y que la hacen de manera astuta y autoritaria. En definitiva que usted, que yo, que aquel, que todos no somos nadie. ¡Ea¡ , como dicen en Jaén; a lo que usted mande…
Los gobiernos del PSOE , anteriores a 1996, no habían hecho nada, más bien lo contrario, para recuperar la memoria de los demócratas vencidos, para que los jóvenes supieran como había sido la cruel dictadura fascista. ¿Quién sino se inventó aquello de llamar al franquismo “régimen autoritario” en vez de dictadura fascista, sino alguien tan cercano a los ideólogos socialistas como Linz? La resistencia y la oposición al franquismo fueron invisibilizados, las víctimas no han tenido, aun al día de hoy, ni siquiera el derecho a una sepultura digna. El silencio y el olvido fueron las claves de la memoria histórica que aceptó e impuso el PSOE. Luego, con Aznar consolidado en el gobierno, vieron que la semilla de tanto olvido e ignominia se les volvía electoralmente en contra y que sus verdaderos sembradores, la derecha, recogía naturalmente sus frutos.
La llegada de Zapatero pareció cambiar las cosas. La lección estaba aprendida nos decían. La historia daba una segunda oportunidad a la izquierda para reivindicar desde el gobierno la memoria de las víctimas. Desde el banco azul se anunciaron acciones y leyes de recuperación de la memoria histórica. Pronto se pudo ver que todo era parte de una estrategia de la crispación con fines estrictamente electorales. El objetivo era colocar señuelos al PP para que este tuviera que girar hacia posiciones limítrofes con la extrema derecha. Con ello, creían los socialistas, les dejarían franco el paso para la ocupación del tan deseado centro político. Lo que no calcularon los diseñadores de dicha estrategia es que l aquello que obligaba , por reacción, a derechizarse al los conservadores , escoraba también , por acción esta vez, a los socialistas hacia el izquierdismo. El resultado electoral del 2008 demostró que el centro político había sido más ocupado por el PP que por el PSOE que sólo logró la victoria gracias a que se comió gran parte de los votos de IU y del nacionalismo independentista.
Situados ante el evidente fracaso de esa estrategia, mucho más rentable para el PP al que en un momento crítico le había permitido mantener y blindar su espacio electoral ; tocaba un cambio de sentido tan táctico y corto de miras como la estrategia inicial de la crispación y el señuelo. Es en este cambio de estrategia donde se inscriben acciones tan deplorables como la posición de la fiscalía de la Audiencia Nacional contra el intento de Garzón de juzgar los crímenes del franquismo o la producción por parte de RTVE de una mini serie sobre el golpe de Estado del 23f y el papel jugado por el Rey.
La serie televisiva ( “ 23F El día más difícil del Rey”) anunciada con profusión inaudita semanas antes de su emisión, dibuja una historia del golpe de Estado de cartón piedra donde el Rey y su séquito aparecen como héroes históricos dignos de una serial propagandístico coreano ( del norte) La manifiesta deformación de los hechos y la estereotipada representación de los personajes es tal que llega a rozar la caricatura. El rey , que ya durante el franquismo ,según sus biógrafos y al mismo tiempo hagiógrafos, maquino y dirigió un meticuloso plan para traer la democracia a España engañando incluso al astuto dictador. Ese mismo Rey fue engañado el 23F por unos aguardientosos traidores militares. Y como no podía ser menos, el Rey les plantó cara en defensa de España y de la democracia.
El grado de adulación melosa de la figura del Rey , y de su leal servidor Gabino, es tal que hace no desaconsejable su visón por parte de los diabéticos. La serie parece más bien una obrita infantil de fin de curso sobre la vida y obra del santo patrón del colegio que una recreación dramatizada de unos hechos históricos. Que una televisión pública (el ente) produzca, elabore y emita una obra de ficción sobre hechos históricos recientes es une ejercicio peligroso que difícilmente no traspasa las fronteras del adoctrinamiento. En el caso de del “23F El día más difícil del Rey” esas fronteras han sido ampliamente traspasadas. RTVE se comporta con esta serie como si fuera la portavoz de un supuesto Ministerio de la Verdad, por decirlo con palabras de Orwell.
La gravedad de lo acontecido es aún mayor por la naturaleza ficticia del producto .Que se mienta y manipule en un programa informativo público es grave pero que se mienta por medio de una obra de ficción es aún más grave. Pues la dramatización contiene una dosis de trampa estética y emocional mayor que convierte al producto cultural en algo aún más fraudulento y engañoso. El dibujo dramático de los personajes reales es especialmente repugnante. La adyección formal con que son mostrados los golpistas en contraste con la bondad del Rey y su séquito es deleznable. Obsérvese que la adyección es mayor cuanto más cerca se le supone, al personaje en cuestión, del rey. ¿Por qué? Para alejar cualquier posible asociación o responsabilidad del monarca con el golpe. El tratamiento dado a la figura del exgeneral Armada es especialmente denigrante y por ello muy significativo. Armada es caracterizado mucho peor que Tejero. Se despliega así una explicación subliminal de por que alguien tan cercano al Rey estaba en el golpe: ¡Era un ambicioso y frustrado traidor¡
En fin, que así se construye la memoria histórica. Cuando pasen los años y gobierne de nuevo la derecha, vendrán de nuevo las lamentaciones por la amnesia política de una ciudadanía a la cual desde 1975 no se le ha enviado otra mensaje, no se le ha vendido otra pedagogía que la que esta : la historia la hacen los grandes hombres ( “El rey motor y protagonista de la transición ) y que la hacen de manera astuta y autoritaria. En definitiva que usted, que yo, que aquel, que todos no somos nadie. ¡Ea¡ , como dicen en Jaén; a lo que usted mande…
Francisco Garrido
Muy acertado el artículo, esta es la realidad y muy bien señalados los responsables de la situación.