El espectro neoliberal amenaza con ocultar el proyecto europeo. Pero Europa es, sigue siendo, el único espacio político donde de forma altamente imperfecta se puede ensayar un proyecto de democracia posnacional o cosmopolita. Atenazada por la verdadera troika mundial compuesta por el neoliberalismo norteamericano, el despotismo asiático ruso y el capitalismo de Estado chino: la Europa gobernada por la derecha y por una socialdemocracia que no sabe ya ni de donde viene ni a donde va, imita las estrategias de sus enemigos.
Las instituciones europeas, comenzando por la comisión, son víctima de una especie de síndrome de Estocolmo colectivo y avanzan continuamente reformas destinadas a emular las hazañas en competitividad, autoritarismo, despilfarro y desigualdad de los vecinos asiáticos o atlánticos. Las actuales políticas de la troikaconducen al suicido del proyecto europeo. No hay más que mirar como han crecido los niveles de desigualdad , pobreza y exclusión social o la insostenibilidad ecológica, el racismo o el autoritarismo en el interior de las fronteras de la UE, para comprobar a donde nos llevan esas políticas.
Se están usando los déficits democráticos de un complejísimo proyecto en construcción, para aniquilar el proyecto. Se están aprovechando los errores en el diseño institucional del euro para aniquilar el euro o convertirlo en una moneda dolarizada. Parapetado en estos déficits y errores, el tsunami neoliberal está arrasando los Estados del bienestar nacionales e imponiendo programas de estabilización que ningún parlamento estatal se habría autoimpuesto.
Todo esto es cierto, pero no lo es menos que el objetivo número uno de la estrategia neoliberal es la implosión del proyecto europeo. Nuestros enemigos sociales y políticos son los enemigos del proyecto europeo. No lo olvidemos pues sería una trágica paradoja, de la que está llena la historia, que confundiéramos a la víctima con el verdugo y nuestras críticas al actual gobierno de Europa se tornara en aliado objetivo, cual tonto útil, de aquellos que quieren borrar a Europa del mapa.
El próximo 25 de mayo hay elecciones al parlamento europeo, la institución más democrática de la Unión y la más impotente al mismo tiempo. No votar es legitimar esa impotencia y otorgar más poder aún a las instituciones lúgubres que están minando el sueño europeo. La crisis ha expulsado a la derecha civilizada del equipo europeísta y ha desplazado a parte de sus huestes hacia la extrema derecha racista. Nadie odia más a Europa que la fascista Marine Len Pen. Mientras que toda la derecha es hoy euroescéptica, la socialdemocracia o “no sabe, no contesta” u obedece ordenes de Berlín y de Bruselas. La UE y el capitalismo financiero sin crecimiento son incompatibles. El Estado punitivo norteamericano o los modelos despóticos ruso y totalitario chino son instrumentos políticos más eficaces para la dominación neoliberal que el que representa el ejmeplo europeo.
De estas elecciones del 25 de mayo debe salir la ampliación y consolidación de una nueva izquierda igualitaria, radical democrática y verde europea. De la emergencia, como fuerza política con vocación mayoritaria, de esta nueva izquierda depende el futuro de Europa. No votar o volver la vista atrás, hacia los estados nación, es una ventaja que no estamos en condiciones de regalar al enemigo.