Manuela Martínez / No digo que Rajoy no se alegre si de repente se crean puestos de trabajo aquí o allá, de hecho, no duda en colgarse las medallas de “otro” cada vez que eso ocurre, pero a estas alturas ya nadie duda de que la creación de empleo no es una prioridad para el gobierno que preside, por más que la ministra Báñez se tire horas y horas rezando el rosario a la virgen del Rocío.
Cierto es que las últimas cifras oficiales de paro registrado han sido positivas, pero no es menos cierto que los datos de afiliación a la Seguridad Social indican que en este último año se ha seguido destruyendo empleo y que, en puro lógica, ningún gobierno sensato debería lanzar las campanas al vuelo y “vender” recuperación donde no la hay.
Ha descendido el paro registrado, sí, pero también se ha incrementado la precariedad laboral gracias a las medidas aprobadas por este gobierno. Hecho que afecta tanto a los trabajadores y trabajadoras que mantienen su empleo como a quienes acceden a una nueva contratación, involuntariamente temporal y a tiempo parcial, en la inmensa mayoría de los casos.
Con este panorama, y aunque el Gobierno haya decidido gastar más de 2 millones de euros en propaganda sobre sus medidas de fomento y apoyo al empleo, no cabe esperar para 2014 un cambio de tendencia en el mercado de trabajo ni tampoco el necesario cambio de modelo productivo. Y esto seguirá siendo así mientras que el Gobierno mantenga su política económica, de empleo y social.
Lo explicaba muy bien Juan Torres López, en su artículo publicado el 5 de enero, en el especial del País Andalucía, titulado ¿Podemos crear empleo?
Comenzaba su artículo inyectando optimismo a quienes puedan pensar que el drama del paro no tiene solución. Porque, ¡claro que la tiene!, pero la clave está en abandonar el austericidio y poner en marcha políticas distintas que generen trabajo suficiente y de calidad.
¿Cuáles serían? A saber:
- Reformar el sistema financiero para garantizar que el crédito llegue, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas. En España hemos rescatado a los banqueros pero no al sistema financiero.
- Recuperar la demanda, para lo cual considera muy positivo aumentar los salarios y en concreto el salario mínimo.
- Diseñar bien y fomentar las políticas sociales y de apoyo a las familias. Es un error no dar prioridad a los problemas distributivos y despreocuparse de la desigualdad
- Incrementar la inversión pública que favorece a la privada y a la formación y la innovación.
- Coordinar las políticas y no dejar que cada unidad de decisión vaya por su lado.
- Combatir la desigualdad en los ingresos y en el acceso al mercado laboral (en especial entre mujeres y hombres).
- Aplicar políticas macroeconómicas sensibles con el empleo.
- Fortalecer las fuentes nacionales del crecimiento y el ingreso porque, en contra de lo que se cree en Europa, la demanda externa no va a ser capaz de sostener a las economías a partir de ahora.
- Incrementar la inversión pública en infraestructuras.
Para dar fuerza a su argumentación, señala Juan Torres que “varios estudios econométricos han demostrado, por ejemplo, que el incremento de un punto porcentual de la inversión pública en infraestructuras sobre el PIB y de 1,8 puntos en la participación de los ingresos del trabajo sobre el ingreso total reducirían la tasa de paro en la eurozona entre dos y tres puntos. O que cada aumento del 1% en los salarios reales la reduciría en 0,52 puntos porcentuales en los países deficitarios, como España”.
Está claro que tanto en Europa como en España se está haciendo justamente lo contrario de lo que debería hacerse para crear empleo. Y ello es así porque quienes detentan el poder y manejan a los gobernantes en España y en Europa no están dispuestos a que los recursos y la riqueza se repartan de una manera diferente para acabar con el paro.
Esta realidad es la que ha llevado a la Confederación Europea de Sindicatos (CES) a poner en marcha su campaña “Un Nuevo Rumbo para Europa” destacando un nuevo plan de inversión audaz para la UE sobre la base de
una política industrial sostenible y empleos de calidad; a presentar un Manifiesto para las elecciones al Parlamento Europeo, que insta a los candidatos a defender la dimensión social de la UE y a rechazar cualquier intento de continuar con las políticas que reducen salarios y precarizan condiciones laborales; y también a convocar una manifestación el próximo 4 de abril en Bruselas.
@Manuela_MJ
El desempleo de larga duración provoca un efecto negativo sobre la capacidad que tiene el mercado de trabajo, en el modelo clásico, para restablecer el pleno empleo de forma automática. En este modelo, el mercado tiende de manera natural hacia el equilibro sin desempleo, porque ante la existencia de paro, los desempleados compiten con los ya empleados por los puestos de trabajo disponibles, presionando a la baja los salarios y restableciendo el equilibrio con una disminución de salario. En el desempleo de larga duración por el contrario, el mercado se distorsiona ya que este tipo de desempleados no compiten con los empleados, porque las empresas no los consideran «elegibles», en la medida en que entienden que no son capaces de sustituir a los que están desempeñando sus mismas tareas y por tanto no presionan a la baja los salarios y no reconducen el mercado de trabajo hacia un nuevo equilibrio.