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40 años de simulacro Federal

En este 40 aniversario de aquel famoso 4D andaluz, podríamos ofrecer todo un cuadro macroeconómico comparando la situación entonces y la actual, pero sería demoledor, como escribir un bucle sin fin que no nos llevaría sino a la melancolía y al sufrimiento inútil y que ya aportaría poco a paliar la miseria que los mismos datos oficiales nos van dibujando continuamente.

Bastará hacer hincapié en tres datos, decir que la diferencia entre el paro andaluz y el español (aquel que sirve de «media») era hace 40 años de 6.53 puntos, y en la actualidad es de 8.70. Que el peso del PIB andaluz sobre el español (otra vez una media sin contar con la varianza) era del 12% y ahora sigue siendo prácticamente el mismo (13 % ) y por último, que la diferencia de Renta era de un 71% y ahora, después de 40 años, ha aumentado 2 puntos escasos.

¿Los motivos ? Muchos sin duda, desde la mirada fácil de la falta de una buena gestión del PSOE, que ha gobernado durante todo este tiempo, a otros motivos mucho más reales, certeros y sin duda, comunes, no sólo a Andalucía, sino también a otros pueblos dentro de este país. Prácticamente se puede decir que lo único que ha cambiado en estos últimos 40 años en Andalucía son los equipamientos públicos (centros de salud, infraestructuras, colegios, parques, etc ) y esto ha sido gracias a la lluvia de millones provenientes de la CE y que ya, debido a su ampliación oriental, vamos a dejar de recibir. Un aporte de 5.000 millones de euros anuales al presupuesto de la Junta que ya dejarán de existir.

España es, sin duda alguna, uno de los países más descentralizados del mundo, pero con una estructura que no es Federal, y precisamente esa es la principal causa de la falta de convergencia andaluza respecto a esa supuesta media (que cualquier analista descartaría por descabellada y poco significativa). Este fenómeno también es aplicable a otros territorios, ya que también se observa, por ejemplo, la lenta y continuada caída del peso de Catalunya o Valencia respecto a Madrid.

Si tenemos un país territorialmente muy heterogéneo, no podemos aplicar descentralización en la práctica y centralización en las leyes, ya que de esa forma, cargamos de deuda a los gobiernos autonómicos y hacemos una multiplicación del efecto sede. Descentralizar sin dar la capacidad necesaria de financiación es la tumba del Estado de Bienestar a la que nos lleva este modelo híbrido de federalismo centralizador.

Madrid, junto con Euskadi y Navarra, son los territorios que más han crecido las últimas décadas, mientras, otros territorios potentes como Catalunya, Andalucía y Valencia han visto cómo poco a poco la falta de una estructura económica federal les ha ido drenando capacidad respecto a los primeros y están sufriendo de forma exponencial los resultados de la famosa ecuación;

competencias + falta de financiación + regla de gasto = deuda y/o intervención.

El Fondo de Compensación Interterritorial está muerto, sin recursos, la prometida reforma del modelo de financiación estancada elección tras elección, el Senado es un cementerio de elefantes sin poder alguno, por lo que tenemos que preguntarnos qué es lo que estamos haciendo exactamente para resolver el problema de la desigualdad territorial que cada vez se hace más grande, más humillante, y nos hace aún menos pueblo.

Con una más que evidente realidad federal y con otra más que evidente política económica centralista, lo que vemos es que el gobierno actúa de forma arbitraria (con el FLA como ariete) pero conforme a ley y por eso lo que hay que cambiar es la propia ley para que se adecue a la realidad desigual de cada uno de los territorios que la componen. Todo lo demás es amplificar el efecto sede de Madrid y mantener dos pequeñas islas al margen por «razones históricas» que es sin duda lo que lleva ocurriendo desde hace más de 40 años.

En Alemania, Berlín también produce un efecto sede, que duda cabe, pero la capacidad federal de mantener en cada lander una serie de prerrogativas en materia económica impide que el dumping capitalino actúe como un eucalipto, secándolo todo a su alrededor. Así, mientras Berlín acapara el efecto capital, en Franckfort está el sector financiero y el sur (Baviera) su amplia capacidad industrial. El límite máximo de este tipo de estructuras falsamente descentralizadas lo refleja perfectamente el Reino Unido con la City londinense, que acapara más del 22% de todo el PIB inglés y se ha convertido en el único motor económico capaz de tirar adelante con su economía a costa de canibalizar al resto de sus territorios adyacentes. El PIB per cápita londinense es del 328% mientras en el sur de Gales apenas roza el 72% (¡ cuánto nos suena en Andalucía esa cifra ¡)

Madrid ha pasado de tener ciudades dormitorios a tener provincias enteras para ello, como Ciudad Real, Cuenca o Guadalajara. En esas provincias la única economía y mano de obra necesaria son las de la hostería, los servicios sociales y poco más. Solo aquello que sirva para atender a los cientos de miles de personas que se desplazan diariamente decenas de kilómetros para trabajar todos los días fuera de sus provincias en dirección a la Villa y Corte.

El sistema de comunicaciones, el sistema energético, etc.. todo está pensado y hecho para Madrid, sin tener en cuenta ni la distribución de la población ni lo extenso que es este complicado país.

La única forma de parar esa sangría es dotar a cada territorio de capacidad legislativa en materia económica-energética y financiera en ciertos ejes importantes, para que cada uno de ellos pueda desarrollarse de una forma autóctona dentro de sus fortalezas y debilidades, revirtiendo si fuese necesario ciertas competencias que no puedan ser asumidas por territorios mas pequeños al Estado Federal para su cumplimiento, dotando al Senado de competencias en materia distribución de Inversiones y con capacidad para la alteración y proposición en los Presupuestos Generales, así como revirtiendo la compleja e innecesaria estructura de reconocimiento de Ingresos en cada uno de los territorios cruzando datos con el INE. Primando la territorialidad del hecho impositivo dejaremos de lado las estúpidas balanzas fiscales con las que nos venimos agrediendo entre nosotros, mientras el núcleo del poder económico financiero de Madrid se sigue saciando a costa de todos nosotros.

Vicente Algarin.

 

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