Vicente Jurado Doña
Nuestra especie, Homo sapiens, (aunque de sapiens a lo mejor no tenemos mucho), está provocando una profunda alteración en todos los ecosistemas, terrestres y marinos. Los vertederos de plásticos se desperdigan por doquier. Si bien sólo estamos empezando a concienciarnos de este gravísimo problema, nuestra aportación personal como consumidores puede ser muy importante al evitar las bolsas de plástico de un solo uso y no adquirir alimentos envasados en plástico.
Una segunda manifestación a nivel global y creo que de mayor alcance aún, es el progresivo aumento de las temperaturas debido al cambio climático que está provocando –entre otros efectos- una reducción acelerada de la extensión de hielo marino en al Ártico y un aumento de los episodios de sequía, lluvias torrenciales y huracanes en diferentes zonas del planeta. Las distintas especies vegetales y animales están intentando eso sí, adaptarse, con diferentes estrategias, a ecosistemas cada vez más cálidos y donde el agua se va a convertir (al menos en el sur de la Península, según los modelos previstos) en un factor escaso. Muchas de ellas desaparecerán dada la velocidad de los cambios.
Un planeta entero transformado por el cambio climático provocado por la codicia y la insensatez humana y eso a pesar de las recomendaciones de los expertos y del compromiso de la comunidad internacional para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Con el calentamiento global habrá un mayor número de muertes a causa del calor, multiplicado por el empeoramiento de la calidad del aire en las ciudades. La UE se ha puesto como objetivo no superar los 2ºC de aumento de la temperatura media para 2050. Este compromiso cuenta con el consenso científico, pues 2ºC suponen ya un punto de no retorno con consecuencias imprevisibles. Veremos si lo conseguimos. El resultado de las recién celebradas elecciones europeas, con un fuerte avance de Los Verdes nos inclina a pensar en positivo, aparte del tremendo empuje del movimiento estudiantil iniciado por la joven sueca Greta Thunberg y que está cristalizando en los “Fridays for Future”. Todo ello, debe dar un fuerte empuje ciudadano a la lucha contra el cambio climático, porque nos jugamos la salvaguarda de nuestra especie y de las que comparten con nosotros el planeta.
En Andalucía, desde hace años los expertos hablan de Planes de Movilidad Sostenible. Dado el alto grado de contaminación detectado en las áreas metropolitanas de algunas ciudades andaluzas (Sevilla, Málaga, Granada, Cádiz) habría que pensar en reducir la circulación de vehículos a motor a la vez que mejorar la peatonalización y el incremento de las zonas verdes en pueblos y ciudades de forma que hagamos más saludable y amigable nuestros espacios diarios de trabajo y ocio. El Plan ha de incluir bolsas de empleo sostenibles que permitan la inmediata creación de puestos de trabajo relacionados con las energías renovables, la educación y formación ambiental, la agricultura ecológica, el cultivo en terrazas y balcones y el urbanismo bioclimático.
Necesitamos que el nuevo Gobierno nacional surgido de las urnas, de un gran impulso al tema de las energías renovables, de las que podríamos ser referente en tecnología punta en toda España e incluso en Europa. La bonificación de un porcentaje en el IBI para las viviendas que tengan instaladas placas solares es ya una iniciativa que están llevando a cabo algunos ayuntamientos andaluces.
No podemos olvidar un Plan de Medidas Urgentes que atienda los problemas de nuestros bosques, dehesas y matorrales, afectados por la enfermedad conocida como la “seca” que está matando lentamente encinas, alcornoques y otras especies y que tenemos que atajar cuanto antes, basándonos en la investigación forestal necesaria – y para ello hace falta inversión en el sector- y que va camino de provocar un colapso en nuestros ecosistemas forestales. Se necesitaría un “reseteado” del ya parado Plan Forestal Andaluz, cuya aprobación por el Parlamento tuvo lugar hace 30 años. En la provincia de Cádiz, la producción de corcho, dada la muerte del alcornocal, está descendiendo notablemente y en El Andévalo onubense se habla de la pérdida de más de 400.000 árboles.
También la bacteria que está atacando a olivos centenarios y almendros está provocando una alerta en el sector agroganadero andaluz a la que no podemos volver la espalda. Y dado que estamos en la semana del Rocío, un mensaje ecologista a las Hermandades en el sentido de que se recojan los residuos y se almacenen en los puntos habilitados, aparte de extremar la precaución y el cuidado aquellas que atraviesan parte de Doñana, nuestro gran espacio natural.
Por último necesitamos volver la vista a los problemas de la dehesa mediterránea que ha pervivido durante siglos y se ha convertido en un modelo único y genuino de aprovechamiento racional de recursos naturales. Una gran parte de las comarcas de Huelva sustentan tan rico ecosistema. Además de albergar una gran biodiversidad, la dehesa ayuda a fijar la población en el medio rural, y es un “cheque en blanco” para negociar y compensar los objetivos agrarios comprometidos para la amortiguación del cambio climático. La situación comienza a ser muy preocupante, con una tasa de regeneración pequeña y un fuerte estrés hídrico. Esperemos que los Gobiernos nacional y autonómico tomen nota de ello, hagan un esfuerzo presupuestario y que la sostenibilidad ambiental se concrete de verdad de manera inmediata. Por nosotros y nuestro pequeño y valioso planeta.