Las políticas de austericidio del Partido Popular no vienen solas. Junto con los recortes presupuestarios impuestos `por la troika europea , los conservadores aprovechan para recortar derechos en ámbitos que poco tienen que ver con el económico. Varias de las propuestas de reformas provenientes del ministerio de educación, interior o justicia no obedecen a las imposiciones de control del déficit sino a un programa de involución contra los derechos y las libertades civiles. Todo apunta a que el PP aprovecha las turbulencias de la crisis económica para colar de rondo su programa oculto nacionalcatólico.Una preocupante muestra de ello son las recientes declaraciones del opusino ministro del interior contra la ley de matrimonio homosexual , arrebatado por una súbita preocupación sobre el futuro reproductivo de la especie humana.
De todos los “grupos de riego” de este tsunami conservador las mujeres son uno de los más significativos. Sabemos que en esta crisis se esta cumpliendo de nuevo la tendencia a feminizar la pobreza no solo por el deterioro en los indicadores clásicos como son el empleo y la renta (las mujeres tienen más paro y menos renta ) sino también por el incremento de los cotes derivados del denominado trabajo doméstico. La disminución de la inversión pública en educación y sanidad unido con la caída del gasto social y la práctica desaparición de la ley de la dependenci,a provocan que las mujeres tengan que asumir las cargas sociales que el Estado abandona. Niños y niñas, ancianos, enfermos, discapacitados son expulsados del sistema público y arrojados al ámbito doméstico sostenido por el trabajo oculto femenino.
El austericido desplaza hacia las mujeres trabajadoras el trabajo que el Estado abandona. La transferencia de renta entre clases que las políticas de recortes y privatizaciones contemplan implican también una trasferencia de renta entre géneros, pero de etso casi nadie habla. Así las políticas de privatizaciones tienen dos caras. La primera es la delegación de actividades económicas rentables a empresarios privados Pero tienen otra segunda cara, que de habitualmente se ignora : la privatización de actividades de cuidado y reproducción social que no son rentables económicamente y que son trasferida a las mujeres en el seno de esa “fábrica manchesteriana” que en muchas cocasiones es la familia. La crisis es usada de esta manera para reforzar la división sexual del trabajo y en definitiva la desigualdad de género.
Las mujeres no sólo tienen, tenemos, que padecer las consecuencias sociales de la crisis sino que además pueden, podemos, verse afectadas por el recorte de derechos duramente conseguidos en los últimos años. Este es el caso de la reforma de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que ha puesto en marcha el triste ministro de Justicia, antiguo paladín del progresismo conservador: Ruiz Gallardón. Pretenden volver a una ley de supuestos y derogar la actual d ley de plazos ha sabiendas que la ley de supuestos genera más abortos y mas fraudes. No les importa .El objetivono es evitar abortos esino desempoderar a las mujeres. Ya no se trata de ahorros económicos dolorosos sino de daños deliberados sobre los derechos.
En este mima senda de desempoderamiento hay que analizar la ofensiva contra las leyes de igualdad y el negacionismo de la violencia de género. Las declaraciones de Toni Canto son las expresión más grosera y hortera de un curso de pensamiento mucho más largo que tiene en la por ellos llamada “ideología de género”, el enemigo. La criminalización de las víctimas (“las denuncias son falsas”) y la victimización de los verdugos (“los hombres está discriminados”) forma parte de esta tendencia involutiva en la igualdad. Que se le de pábulo publico a asociaciones de supuestos afectados por las leyes de género es como si se le diera credibilidad a asociaciones de afectados por la esclavitud. Feminismo y machismo no son las dos caras de una misma moneda como afirman la última versión del discurso patriarcal al equiparar a uno y a otro. Al igual que racismo y antirracismo tampoco lo son. El feminismo y el antirracismo llevan la semilla de la igualdad y de la universalidad mientras que el machismo o el racismo están cargados de exclusión, discriminación.
Pero no nos engañemos todos estos frentes de ataque del patriarcado se resumen en uno: destruir y enterrar al feminismo. Y este odio no se basa exclusivamente en sentimientos xenófobos y misóginos, que los hay, sino en que el feminismo es uno, sino el que más, de los nombres de la igualdad y la universalidad de los derechos. Un poderosísimo instrumento para demoler toda forma de esclavitud empezando por la primigenia: la dominación de género. Por eso en este 8 de marzo en que todos y todas estamos apuntados en la lista de espera del cirujano de hierro del austericido; ser feminista, reivindicar el feminismo es el mejor instrumento para que los recortes no acaben con nuestro cuerpo pero también con nuestra libertad.