Rafael Méndez .El País. 05/05/2011.
Ildefonso Hernández ha dejado «el tobogán de la política». Durante tres años fue el director general de Salud Pública. Tiempos de peleas con las tabacaleras para endurecer la ley antitabaco; tiempos de apartamentos alquilados y Residencia de Estudiantes; tiempos de alejamiento de sus dos hijos y sus alumnos en la Universidad de Alicante. Desde que la ministra Leire Pajín le relevó en marzo vive con más calma pero ya piensa en su nuevo proyecto: ha fichado por Equo, el embrión de partido verde de Juan López de Uralde.
Uno de los padres de la ley antitabaco se pasa a Equo, la formación verde
El lugar para la comida no está muy claro. Le han hablado bien de Tomate, un sitio de estos transversales que proliferan en Madrid, abiertos casi todo el día, con comida presentada, en el que los cocineros tienen tras de sí un montón de pimientos y otras verduras como muestra de frescura.
En este escenario, Hernández, catedrático de Salud Pública y ex presidente de la Sociedad Española de Salud Pública, recuerda el mejor momento de su paso por el Gobierno. «En un viaje a México por la gripe A, subiendo unas escaleras, la ministra Trinidad Jiménez me dijo que lo había hablado y que estaba decidido ampliar la prohibición del tabaco en todos los bares». Hoy, dos años después de aquella conversación, señala los aspectos positivos invisibles de la ley: «Esta noche hay un padre que no ha llevado a un hijo a urgencias por un ataque de asma. Políticas sensatas, como invertir en educación, ciencia o medio ambiente, son a veces las que más cuestan porque no se ven sus efectos inmediatos».
A Hernández lo fichó para el Gobierno Bernat Soria, pero siguió con la ministra Jiménez y sus llamadas de madrugada durante la crisis de la gripe A. «Trataba a todo el mundo con amabilidad y eso hace que trabajes muy a gusto». Con Leire Pajín, sin embargo, asegura no haber ni hablado. «Me dijeron el día antes que mi cese iba al Consejo de Ministros. Uno sabe que el cargo es pasajero, pero en la Administración a veces fallan las formas».
Hernández se lleva un reproche de la política: «Las ruedas de la democracia deberían ser más transparentes. La sociedad no conoce cómo se hace una ley, quién se reúne con quién, quién hace lobby». A contracorriente, defiende que no sobra Estado. «En salud pública solo una persona se ocupaba del tabaco. Son funcionarios que se dejan la piel. Quienes piden recortar el Estado deberían decir de dónde».
El catedrático no oculta que no comulgaba con toda la política del Gobierno: «En política fiscal soy más de izquierdas. Se hizo el Plan E para combatir el paro, pero daban la ayuda según la población, así que Eibar recibía el mismo dinero que Sanlúcar de Barrameda, que tiene el triple de paro».
Aunque lamenta que ya no navega con el velero que tiene a medias con su hermano -el alto precio del amarre hizo que lo sacaran del agua-, sí que está feliz en la Universidad: «Digo a los alumnos que a los pacientes hay que darles la mano y presentarse. Que no hay que tratarlos sin levantar la cabeza». Al segundo café -la sobremesa se alarga-, Hernández cuenta lo que le lleva a Equo. «El medio ambiente y la salud están ligados. Un 20% de los cánceres se deben a la contaminación química. La gente quiere otros partidos, volver a ilusionarse con la política, y hay que intentarlo. Si no sale ahora será más adelante».