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Plasticidad de la política (A propósito de la crisis de la socialdemocracia).

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Los resultados de las últimas elecciones en la Unión Europea están siendo un castigo histórico para la socialdemocracia. Después de la derrota sufrida por el PSOE en las elecciones municipales y (parte de las) autonómicas españolas este pasado domingo, el Partido Socialista portugués, del hasta ahora primer ministro José Socrates, ha perdido con una distancia de más de 10 puntos del ganador, el conservador Partido Social Demócrata de Pedro Passos.

En estos momentos sólo quedan gobiernos socialdemócratas en Grecia, Eslovenia y Chipre además de Austria gobernada por una coalición liderada por los socialdemócratas y acompasada por los conservadores, aunque comienzan a triunfar otras opciones de la izquierda en elecciones regionales o locales como los Verdes en Baden (Alemania), el Partido Nacionalista Escocés en Escocia o el Partido Democrático y el Partido de los Valores en Italia, sobre todo por sus victorias en Milán y Nápoles.

Lo mejor de la socialdemocracia española empieza a percibir que la crisis ha marcado el comienzo de una nueva época para la que sus instrumentos políticos, construidos en la segunda parte del siglo XX, se muestran obsoletos y que, por lo tanto, carecen de elementos interpretativos para leer la actual realidad económica y diseñar mecanismos propios, alternativos a la derecha, para enfrentarse a la crisis.

Sus reflexiones se centran en culpar a los poderes económicos (los mercados financieros globales) ya sea de romper el vínculo con la política, colocándola en una posición extremadamente subordinada (ver López Garrido) ya sea poniendo de relieve “la traición de las élites” que lejos de sufrir las consecuencias de la crisis la están aprovechando para incrementar sus privilegios mientras que la mayoría de la ciudadanía pierde derechos y condiciones de vida tal como denuncia Touraine en “Después de la crisis” (Paidós). En el fondo constatan la ruptura unilateral por parte del nuevo poder financiero globalizado del pacto “entre clases” sobre el que se construyó la democracia del Estado del Bienestar y la propia Unión Europea desde el final de la segunda guerra mundial.

Pero hay que ir más allá de explicar que la ruptura de este pacto (que es evidente) es a causa de la “maldad” de la nueva élite dirigente de la globalización (las élites nunca han sido mejores) o de su torpeza (las élites nunca han sido estúpidas), e interrogarse por qué en aquélla coyuntura éstas supeditaron toda su estrategia al pacto y por qué en la actual han apostado exactamente por lo contrario. Estilizando las causas, existían dos circunstancias determinantes a finales de los años cuarenta: la amenaza de la revolución comunista (URSS y China) y la perspectiva de crecimiento unida a la destrucción operada por la II guerra mundial y al prestigio de la democracia. Hoy ocurre lo contrario: la única amenaza para el capitalismo ha sido su propio éxito (la globalización) y precisamente ésta marca un horizonte de estancamiento del crecimiento económico, con graves desequilibrios ambientales y demográficos. La élite ha concluido que es el momento de hacer caja y de obtener una posición de fuerza y privilegio ante un horizonte de incertidummbre y riesgos sistémicos.

La izquierda no tiene otra alternativa que diseñar la salida de la crisis en conexión con la salida del capitalismo, recuperando sus orígenes transformadores, a través de la revalorización de la democracia. Es un camino complicado por la capacidad de manipulación de la opinión pública que tienen el capital financiero transnacional a través de los medios de comunicación; porque, además, los valores del sistema están muy arraigados en el imaginario colectivo ya que han conectado profundamente con nuestros propios instintos evolutivos (poder, competencia, acaparamiento, seguridad, etc.) y porque necesitamos soluciones inmediatas. La política tiene que flexibilizarse para atender a las demandas ciudadanas y darles respuestas inmediatas en cada realidad territorial y cultural, al mismo tiempo que tiene que orientarse hacia una perspectiva global de transformación sistémica. Es necesario aceptar una nueva plasticidad de la política

Las “élites” han apostado por acentuar la desigualdad sacrificando la cohesión social; por apurar el crecimiento y controlar los recursos estratégicos; por incrementar la homogenización cultural y por achicar el poder de la democracia, aprovechando precisamente la debilidad de la izquierda política, en este contexto de desequilibrios donde ya no funcionan eficientemente los principales resortes racionalizadores del sistema al irrumpir las primeras  consecuencias económicas de la inviabilidad del crecimiento acelerado (cambio climático y escasez de materias primas) y de la huida hacia delante que supuso la hegemonía del sistema financiero global y su autonomización del sistema productivo: por ejemplo, el mecanismo de los precios y del dinero están perdiendo su funcionalidad como elementos de información para las decisiones económicas y de retribución racional de los factores productivos.

Esta coyuntura está provocando ahora la hegemonía de la derecha y la confusión de quienes han hegemonizado la izquierda en las últimas décadas, pero estamos asistiendo a una realidad social muy dinámica en la que se van a agudizar las contradicciones sociales: la gente va a comprobar que la derecha no es la solución sino gran parte del problema: la izquierda se hará mas plural y sobre todo la sociedad generará mecanismos de defensa frente al mayor ataque a la racionalidad, a las estructuras sociales colectivas y al factor trabajo que hayamos podido conocer.

Alimentemos desde Andalucía la capacidad de resistencia, conectando los elementos del nuevo paradigma en torno al concepto central del cambio en la transición: la autonomía (personal, colectiva, política y económica) frente a la dependencia y jerarquización que nos quieren imponer los que quieren estar por encima del tiempo y del espacio social.

( Pintura en oleo y acrílico de Inmaculada Naranjo)

Un comentario

  1. josé santana valls

    Tu mismo lo planteas en el penultimo parrafo, la gente va a comprobar la dureza de los recortes que van a implantar en las politicas sociales, porque la dercha como bien afirmas es el problema: su visión estrategica de la economía y de la primacia de una desregulación absoluta de los mercados financieros. Reagan y Thatcher lo implementaron en la decada de los ochenta del siglo pasado y el proceso no ha terminado aún. Hasta la victoria final pasando sobre el estado de bienestar y los interese de las clases populares.
    Tienes razón en que la falta de referentes internacionales respecto a otra política es debil todavia. La caida de la URSS ha dejado la supremacia mundial en manos del bloque occidental. Y las alternativas altermundistas son debiles todavía. Aunque habria que volver sobre ellas y unirlas a las reivindicaciones de Democracia Real, Ya.
    La esperanza es doble a pesar de todo. Porque al margen de la derrota de los partidos socialdemócratas en España y Portugal, es alentador, como apuntas tu, que en Italia o Gran Bretaña las opciones de Izquierda y centro izquierda y partidos nacionalistas, vayan habriendo espacio a la esperanza. Tambien los conservadores en el R.U. y el «berlusconismo» van retrocediendo ahora mismo. En cierta forma hay que constatar que la crisis la estan pagando también los gobiernos conservadores cuando gobiernan, en Alemania por ejemplo tambien y en Italia hay que unir al gobierno de Berlusconi su propio desprestigio personal.
    Hay una actitud nueva entre sectores de los movilizados del 15 M que estan creando un nuevo marco de exigencias politicas y sociales que pasan por un control real de la politica más social sobre la economia de mercado y los movimientos especulativos financieros que esta calando entre los sectores más dañados por la crisi y entre las personas con una mayor conciencia social y politica sin distinciones de dad. Hay tambien una consolidación del discurso ecologista político que unido, como hemos repetido tantas veces desde estas paginas, a un deseo de mayor equidad e igualdad, clama por un cambio profundo en las relaciones sociales y politicas con la naturaleza y sus recursos. Una nueva cultura ha nacido ya y solo hay que darle un marco adecuado de intervención social y política que, creo sinceramente, esta aflorando. El resultado de grupos como «Compromis» en el Pais Valenciano o de la Chunta en Aragón son muy esperanzadores.

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