Francisco Garrido. 20/06(2011.Hay una bar en Granada, un buen bar, que se llama “Lola por dios…”. Desde que escuche su nombre no he dejado de pronunciarlo en voz alta, aunque muy bajito. En el autobús, en el tren, en la bici, en los pasillos de la facultad, al acostarme en la azotea de mi casa: ¡Lola por dios¡¡Lola por dios…¡Lola por dios..¡. Estoy secuestrado por la atracción, más ambigua que fatal (o mejor, fatal por ambigua) de un nombre que cada vez que lo digo me dice algo distinto y contrapuesto. Ora me sitúa en el goce que se extralimita. Ora me sitúa en la paciencia que se agota.
Tanto me ha afectado que desde ese día, hace solo unas semanas, lo he adoptado involuntariamente como leyenda, como jaculatoria, como proclama. ¿Qué es lo que me fascina de ese nombre? Quizás la ambigüedad radical y disponible que provoca. Puede ser un grito en el asalto y un susurro que sella los labios.
El mismo día, momentos antes de encontrarme con ¡Lola por dios…¡ participe brevemente en una manifestación del movimiento del 15-M por las calles de Granada. Tampoco lo he olvidado. También me perturba y me entusiasma. Es un movimiento social tan normal que es extraño, tan masivo que parece un lujo. Es la fiesta del reencuentro con lo común y el grito del que se le acaba la paciencia. Esta ambigüedad también, tan propia de la vida, es, quizás, lo que tantos no entienden del 15-M.
Hoy, ayer, me he paseado por Sevilla gritando y cantando las consignas que decena de miles de personas gritaban y cantaban. Pero aún indignado y extasiado, no he podido de dejar, de vez en cuando, de repetir en voz alta, pero muy bajito:”Lola por dios..¡¡Lola por dios..¡¡Lola por dios…¡
Estimado Francisco,
no podrías haber interpretado mejor las pretensiones del nombre. Te invitamos a tomar una cerveza bien fresquita en tu próximo viaje a Granada.
Ha sido un placer leerte, saludos,
Lola por Dios…!!