La burocracia del empresariado andaluz (CEA) a raíz de la fundación del Partido Popular (1989) hizo una apuesta política plena por el centralismo españolista cortando de lleno cualquier veleidad de que una fracción del empresariado apoyase una opción política regionalista, al mismo tiempo que “exprimía” la cohabitación con el PSOE – A y los sindicatos (CC.OO. y UGT) a través de los acuerdos de concertación.
Las consecuencias de esta estrategia han sido importantísimas. Por un lado, se ha impedido la creación de estructuras privadas de sustento para la conciencia andalucista tales como la creación de medios de comunicación de ámbito andaluz, apoyo a proyectos políticos y culturales de carácter andalucista, etc. y sobre todo se ha ejercido una influencia directa sobre la clase media que ha recibido el mensaje de que el andalucismo era “poco moderno, incluso cateto” y que el españolismo era “la modernidad”.
De otro, gracias al apoyo recibido desde el PSOE, ha logrado controlar a todo el empresariado andaluz, impidiendo cualquier movimiento “secesionista”; se ha dotado de un poderosísimo aparato suficientemente costeado por las subvenciones públicas y , además, ha ejercido un verdadero poder en la sombra, impensable ante un gobierno que en muchos casos ha gozado de la mayoría absoluta en el parlamento.
Ahora, que ya vislumbra pasar del poder en la sombra al poder omnímodo, emprende sin pudor una campaña frontal contra el medio ambiente. Primero se trataba de desmantelar la resistencia andalucista y ahora de expoliar Andalucía bajo el chantaje del desarrollo económico y la creación de puestos de trabajo. Sin más comentarios vean algunas respuestas del Presidente de la CEA, don Santiago Herreros, en una entrevista que publica hoy El Correo de Andalucía, que lleva este titular “El presidente (de la CEA) lamenta que el corazón medio ambientalista del funcionario de turno diga sí o no a los proyectos.”
P.-¿Es normal que un proyecto de la envergadura del dragado del Guadalquivir lleve prácticamente once años de tramitación administrativa por las cuestiones medioambientales?
R. No es normal y tampoco tiene sentido económico haber hecho la esclusa sin haber resuelto el tema del dragado. ¿Y por qué se dilatan los procedimientos? Muchas veces no hay sentido [político] para rechazarlo y se quiere que el tiempo lo resuelva a favor de lo que mi corazón me pide. Y si el corazón de un funcionario medioambientalista le pide que no se haga aquello, así se explica que llevemos once años para ver si se pierde la idea del dragado en el limbo de los justos.
P. ¿Existe un excesivo celo ambiental que lastra el desarrollo socieconómico al dejar varados proyectos empresariales de gran envergadura?
R. Hay un desequilibrio en el concepto de desarrollo sostenible. Éste se ha de adecuar a las circunstancias económicas y sociales y a las necesidades de empleo que hay en cada etapa. Yo sólo entiendo la conservación de la naturaleza para el disfrute del ciudadano y para el desarrollo económico, y no para hurtarla al ciudadano. En el entorno de Doñana se suele decir que cuando el Coto de Doñana era de tres, lo disfrutaban todos, ahora que es de todos lo disfrutan sólo tres. Creo que el medio ambiente no se puede arrasar en aras del desarrollo, pero el desarrollo no cabe arrasarlo en aras del medio ambiente.