Antonio Teruel.Debido a los eventos recientes he decidido interrumpir por un momento la serie “Por qué los X no entienden el Oil Crash” y comentar brevemente sobre un asunto de actualidad: la liberación por parte de la Agencia Internacional de la Energía de 60 millones de barriles de petróleo para, según sus palabras, compensar el faltante libio y equilibrar los precios.
La primera aclaración que conviene hacer es que todo ese petróleo no está almacenado en instalaciones propias de la AIE; ni tan siquiera es propiedad de la AIE. Según recomendaciones de la AIE que datan de las primeras crisis del petróleo, cada país miembro de la OCDE (a la cual está vinculada la AIE) debe almacenar el equivalente a 90 días de consumo interno reciente o a 90 días de importaciones recientes (por reciente se entiende en un período de tiempo prefijado, e.g., el promedio del año anterior), la mayor de estas dos cantidades; por simplificar, hablaremos de 90 días de suministro. En realidad estas reservas no suelen ser propiedad de los Gobiernos sino que son sólo controladas por ellos, estando físicamente bajo la gestión y logística de las grandes petroleras y empresas especializadas locales e integradas en la dinámica logística de las mismas; por eso a veces la separación entre reservas estratégicas y reservas operativas (las que se usan en el día teniendo en cuenta las perturbaciones en el tráfico de petróleo: un petrolero que se retrasa, un oleoducto que se cierra por una avería, etc) es un poco difusa, sobre todo cuando el total de reservas almacenadas se acerca mucho a los 90 días de suministro. Éste sería el caso de España, que al comienzo de la guerra civil en Libia tenía reservas equivalentes a 99 días de suministro y a estas alturas está alrededor de los 90 días (según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos, CORES, dependiente del Ministerio de Industria). Interesante coincidencia, las reservas totales se acercan al volumen de las estratégicas en el caso de España.
No lo es, por supuesto; la guerra civil en Libia ha implicado la total detención de los 1,5 millones de barriles diarios (Mb/d) de petróleo de alta calidad que salían de ese país norteafricano, los cuales no han podido ser compensados por la OPEP y particularmente por Arabia Saudita. De poco sirve que teóricamente la OPEP tenga hasta 4 Mb/d (3 Mb/d sólo en Arabia Saudita) de capacidad ociosa (el petróleo que podrían producir de más pero que deciden reservarse para controlar los precios), dado que, como ya hemos comentado, ese petróleo es de baja calidad (alto contenido de azufre) y no puede ser refinado en las refinerías europeas dada la normativa ambiental (y, por lo que se ve, es difícil encontrar algún sitio donde lo quieran y poder redirigir el petróleo de más calidad hacia Europa); no vale ni siquiera la mezcla especial que prepararon los saudíes. Así que nos encontramos con que, a efectos prácticos, hay un problema de falta de fungibilidad entre el petróleo de la capacidad ociosa y el que se consume, y ésa es una de las primeras piezas para entender el actual rompecabezas: deberíamos hablar de petróleo apto para el consumo y petróleo de baja calidad (el caso de los 0,9 Mb/d de Manifa es paradigmático), sólo aprovechable para ciertos usos. De lo cual se sigue que 1) la capacidad ociosa de petróleo apto para el consumo es virtualmente cero en este momento y 2) las actuales estadísticas del petróleo, en las que todo se mezcla (incluyendo los menos energéticos petróleos de arenas bituminosas y de biocombustibles) confunden y dan una visión distorsionada de la realidad.
Stuart Staniford acaba de hacer un interesante análisis en su blog Early Warning, de donde extraigo la siguiente gráfica:
Esta gráfica simplemente nos da, para un ritmo de liberación de petróleo (en Mb/d) desde las reservas estratégicas, cuánto tiempo (en años) durarían las mismas, suponiendo que no hay reposición (lo cual implica detener la liberación de las reservas); la gráfica es una obviedad para quien sepa un poco de matemáticas (D=E/R; D: duración; E: tamaño de las reservas, fijadas en 1500 Mb; R: ritmo de liberación de las reservas) pero ilustra visualmente el punto para quien es menos ágil con los números. Al ritmo de liberación actual (60 Mb a ser liberados en 30 días, por tanto, R=2 Mb/d) las reservas durarían aproximadamente dos años. Por supuesto que el objetivo no es pasarse dos años poniendo ese petróleo encima de las mesas del mercado, ya que al finalizar esos dos años los países de la OCDE ya no tendrían manera de amortiguar cualquier variación de precio. El objetivo declarado de las reservas estratégicas es combatir las interrupciones de suministro para evitar que el precio del petróleo se dispare, y por un período limitado de tiempo. En ese sentido, si la OCDE piensa que en 30 días se puede solucionar el problema actual en Libia el movimiento podría tener sentido; sin embargo, hay una pregunta importante a hacerse: ¿por qué hasta ahora no se había actuado?
Probablemente, la AIE había esperado inicialmente que Arabia Saudita incrementase considerablemente su producción; pero, como ya hemos comentado, no sólo no ha sucedido eso sino que Arabia Saudita se mueve en dirección contraria, posiblemente porque aparte de este petróleo de baja calidad que nadie quiere ya no puede ofrecer nada más, y ya sabe que en realidad cada vez ofrecerá menos. Descartada la opción saudí, seguramente las mentes pensantes de la AIE creyeron que el mercado podría autoregularse, pero lo que se ha observado es que el precio se ha mantenido alto y la propia AIE alertaba de que se observaba destrucción de demanda, cosa que es evidente consultando los Oil Market Reports (OMR) de la propia AIE. El lector avispado constatará, leyendo los OMRs, que desde Mayo de 2010 hasta Diciembre de ese mismo año la demanda de petróleo en el mundo había excedido en 1 Mb/d. Se preguntará el lector, ¿de dónde había salido ese faltante? Es obvio: de las reservas totales de petróleo de los países, es decir, de las operativas. En suma, la tensión en el mercado del petróleo, que es evidente desde hace más de un año, ha hecho que hayamos llegado a la crisis libia en una situación de reservas totales muy bajas, y con el conflicto libio nuestros problemas se han agudizado. Por eso el precio ha ido al alza, ya que los importadores han tenido que jugar con comprar petróleo para no llegar al final de las reservas operativas y tener necesidad de tocar las estratégicas (lo cual en muchos países requiere autorización del Gobierno) y al tiempo no permitir que el precio subiera demasiado alto y acabara lastrando la recuperación económica (la cual, como hemos discutido aquí, no llegará nunca). Pero la situación era ya insostenible, y encima al llegar ahora el verano del hemisferio septentrional, período turístico por excelencia y de gran consumo de aire acondicionado, se anticipaba un gran aumento del consumo de petróleo y precios por las nubes, los cuales darían la puntilla a las maltrechas economías occidentales. Había que hacer alguna cosa y la AIE ha reaccionado: liberaremos las reservas estratégicas por un período limitado, anunciado inicialmente como 30 días pero que seguramente durará hasta Septiembre, poco más o menos.
Hasta aquí el por qué. Ahora veamos cuáles serán las consecuencias.
Cuando acabe este período los Gobiernos de la OCDE tendrán que forzar la reposición de las reservas, en un escenario en que ellos esperan que los precios serán más bajos. De alguna manera, usar las reservas es vivir a crédito: pagas menos ahora con la condición de pagar más después. El problema grave se planteará si el precio del petróleo no baja lo suficiente después del verano. Yo creo que el precio sí que bajará mucho, debido a que probablemente vamos hacia una ola recesiva como la de 2008, pero la economía estará agonizante, y la reposición de las reservas estratégicas y operativas implicará un sobreprecio de unos 10-15$ extra durante unos meses, hasta llegar al invierno, y atosigará aún más a la economía. Con lo que la medida de la AIE hará que los efectos sobre la economía sean posiblemente menos intensos pero más duraderos. Y dado que no es previsible que la producción libia recomience en un futuro próximo, los problemas estructurales persistirán, combinado con el declive creciente de la producción de muchos países exportadores: México, Nigeria, Irán, Venezuela… En esencia, habremos convertido un infarto veraniego en una angina de pecho que durará hasta el verano de 2012 (y a partir de ahí Dios dirá, según evolucione la producción).
Algunos analistas perciben un disgusto creciente de Arabia Saudita con los países occidentales y que esta apertura de las reservas estratégicas podría ser considerado como un acto hostil; hay quien llega incluso a anticipar un recorte de la producción OPEP destinado a contrarrestar el movimiento de la OCDE, lo cual nos llevaría a una situación semejante a la de 1973. Aunque tal visión me parece un poco extrema (la OPEP es consciente de las dificultades de la OCDE y es la última interesada en forzar una recesión y por tanto disminución de precio y consumo en su principal cliente) es verdad que la OCDE tendrá que cuidar su estrategia de comunicación en un ambiente con sensibilidades muy diversas: una Arabia Saudí que ha sido suministrador fiable y que se siente ahora arrinconada, otros países como Venezuela e Irán que apuestan por apretarle las tuercas a los occidentales, y otros países que se encuentran en una posición más tibia pero mayoritariamente amenazados por las revueltas del hambre en territorio propio. Un buen avispero.
Estamos en una situación complicada en la que muchas cosas pueden fallar, y difícil será que no falle al menos una; el problema es que dada toda la tensión interna en el sistema se pueden disparar una cascada de efectos no lineales propios del lado derecho de la curva de Hubbert. Si las circunstancias “conspiran en nuestra contra” (como diría un político para negar su responsabilidad en la previsión) lo suficiente podremos encontrarnos en un mundo más caótico en las que conflictos varios y falta de inversión a tiempo causen una disminución brusca de la producción de petróleo, una caída adicional de 2-3 Mb/d repentina, todo lo demás siguiendo el curso suave. Y si eso sucede, esta política actual de usar las reservas estratégicas, del pan para hoy y hambre para mañana nos abocará a necesitar comenzar pronto con el racionamiento, con todos los problemas asociados que ya hemos discutido.
No es de recibo que en una situación tan complicada el Gobierno español levante la medida, tímida en realidad, de limitar la velocidad máxima a 110 Km/h y volver a los 120 Km/h. La bajada de precios actual es un espejismo; si la economía occidental no comienza ya su colapso (cosa posible pero nada halagüeña) es previsible que durante las próximas semanas el petróleo vuelva a subir de precio. La medida que el Gobierno español baraja se basa más en el populismo que en el razonamiento sereno y sosegado que debe acompañar una acción de administración responsable. Y si no sabemos entender el momento, si no sabemos tomar las medidas adecuadas, si no tenemos suficiente capacidad de razonamiento, entonces anticiparemos su némesis y resultado natural: el racionamiento. Que no será sólo de petróleo, sino de bienes, incluso alimentos.
Este blog tiene la vocación de analizar, de contextualizar, de advertir. El destino no está escrito y el futuro depende de nosotros, pero hemos de tomar el control de la situación y no dejarla evolucionar a su libre albedrío. Porque sabemos perfectamente a dónde nos llevaría alcanzar nuestro cenit de necedad, a un escenario de pesadilla absurdo, que nunca debería ocurrir: aquí. No tiene por qué pasar. Reaccionemos.
Publicado en: http://oilcrash.net/