Algunos centenares de trabajadores ingleses del sector energético están en huelga contra la contratación de trabajadores extranjeros en sus empresas, por medio de subcontratas también extranjeras. Estos trabajadores han elegido un lema como consigna, un lema electoral del primer ministro Gordon Brown: “British jobs for british workers”
El miedo al desempleo ante la crisis, la inseguridad ante unas condiciones laborales cada vez más precarias y el uso de directivas comunitarias, por parte del capital, para subcontratar a la baja a mano de obra extranjera , ha provocado el estallido social. Las empresas utilizan a la subcontratas extranjeras para romper las posiciones de los sindicatos y de los trabajadores. El fantasma del trabajador extranjero que trabaja por dos chelines , se cierne sobre este brote de xenofobia de clase. Esto es, al menos, lo que creen estos trabajadores asustados ante un mercado laboral globalizado a la baja y en una situación económica de recesión.
Y en el caso de la subcontratas inglesas no se trata de trabajadores del tercer mundo , fugitivos de la pobreza extrema que mueven a la solidaridad. No, son italianos, portugueses , miembros de la Unión Europea., pero cobran y exigen mucho menos que los “brithis workers”. La movilización comenzó siendo contra las empresas pero va a terminar siendo, si no lo es ya, contra los trabajadores extranjeros.
El paso de la solidaridad de clase a la insolidaridad racista ha sido en este caso un pequeño movimiento por que la semilla del mal ya estaba sembrada. ¿Quién la sembró? En primer lugar la demagogia de Brown al que su lema lectoral le ha explotado en la cara. Los jueguecitos populistas y xenófobos se pagan caro, en especial en épocas de crisis. Y en segundo lugar, la misma estructura del proceso de globalización que claramente perjudica a las clases trabajadoras de los países occidentales.
El proceso de globalización ha empobrecido en términos salariales a las clases trabajadoras occidentales. Y ha también desempoderado a los trabajadores , por utilizar este término feliz del movimiento feminista; el poder de los sindicatos y del trabajo frente al capital es cada vez menor desde los años setenta. El peso de los salarios en el PIB no ha dejado, en términos generales , de bajar desde los años setenta en todo la OCDE, como demostró en un informe en el año 2007 el BIS.
Este empobrecimiento salarial y desempoderamiento político ha sido cubierto con dinero barato, crédito irresponsable, globalización de los bienes de consumo , burbuja inmobiliaria y la desvalorización de los costes ambientales y de los recursos naturales. Todo ello ha generado un “efecto riqueza” que ha permitido seguir aumentado el consumo, y el endeudamiento privado y familiar, sin que le afectara aparentemente esta de pérdida de renta. El “efecto riqueza” ha sido una manta que ha cubierto todas las vergüenzas y debilidades.
El fin de este “efecto riqueza” comenzó con la subida de los precios de las materias primas, del petróleo, de los productos agrícolas y con la explosión de la burbuja inmobiliaria en la crisis de la subprime paro también en la saturación del mercado inmobiliario. Y es entonces cuando todos nos hemos dado cuenta que “el príncipe estaba desnudo”. El pánico, la tan cacareada falta de confianza, ha sido la lógica reacción: suspensión de pagos, paralización del crédito interbancario , reducción de la inversión, desempleo galopante. ¿Por qué nos preocupa ahora la falta de confianza? Cuando en realdad lo que nos tiene que preocupar es el exceso de confianza que ha habido. Que la gente este asustada es una reacción sana y sensata, lo peligroso es quién , para qué y cómo se gestiona ese miedo.
El brote racista de los trabajadores ingleses es el producto de una gestión perversa del miedo y de la desconfianza ante los discursos ficticios del gobierno, de los sindicatos y de la izquierda que sige sin dar una explicación ni una alternativa real a lo que ha ocurrido y a lo que puede ocurrir. Si las empresas usan a los trabajadores y subcontratas extranjeras para aumentar su plusvalía y para desarticular las posiciones estratégicas de los trabajadores autóctonos; los trabajadores desarmados ideológica y políticamente dispararan al blanco más fácil: los extranjeros. La jugada, para la derecha es cuasi perfecta por qué introducen un virus mortal en el seno del pueblo de izquierdas: el racismo. La xenofobia es un caballo de Troya en el seño de las clases trabajadores y populares, de consecuencias incalculables. ¿Cuándo la extrema derecha podía soñar el tener audiencia entre los trabajadores?.
La crisis y la recesión han puesto en entredicho las ilusiones del crecimiento y el consumo ilimitado y la visualizado, real, interiorizada en cada vida, de los límites del crecimiento provoca un vértigo brutal . La izquierda debe saber que las reacciones sociales a horizontes inesperados y sin salida pueden ser muy patológicas y fácilmente manipulables. El cambio de paradigma es urgente, el cambio radical es imprescindible pues de lo contrario nos gobernarán fantasmas ideológicos como el racismo. Cuando se viene abajo la utopía del consumo de masas ilimitado (que la izquierda ha vendido como la que más); la lucha por los recursos escasos puede ser muy violenta y ahí tienen todas las de ganar las opciones autoritarias y conservadoras. Hay que abandonar ya todos los mitos y cuentos progresistas sobre la globalización y el consumo y volver a una política de la verdad y de la realidad, por muy dura que pueda ser y aparecer en un principio.
Hay que dejar de decir tonterías como que la crisis está provocada por falta de regulación pública de los mercados, asumiendo implícitamente el cuento liberal sobre la existencia de un mercado espontáneo, natural y no regulado. O propugnar el aumento del consumo privado nacional , como si no pasará nada. O montar un día el botafuméiro a la banca y al otro un progrom como causante de la falta de liquidez. Seguir así es seguir instalado en el irracionalismo del que puede surgir cualquier discurso por delirante que pueda ser, como el racista.
La emigración no es un hecho positivo. La izquierda no debe apoyar a la emigración sino a los emigrantes, que es algo muy distinto; al igual que no hay que apoyar a la enfermedad sino a los enfermos. El racismo o la xenofobia como movimiento social amplio responde a algo más que a ideas equivocadas ( que las hay y muchas ) o prejuicios inconscientes ( que también existen). Responde a un malestar social grave al que no se ha dado una alternativa positiva, responde a una situación injusta y frustrante, responde a la impotencia política de la izquierda de generar una expectativa razonable de cambio.
El racismo de masas es más una consecuencia que una causa por tanto no se le puede erradicar sólo con un combate directo, que también hay que afrontar, sino atacando las condiciones que lo hacen posible. Del racismo se podría decir, parafraseando lo que dijo Marx sobre la religión, que es al mismo tiempo la expresión y la queja contra la injusticia y la injusticia misma.
La izquierda, salvo el ecologismo y en gran medida el feminismo, ha olvida hace mucho tiempo el materialismo y se ha enredado en una meliflua ideología moral de los valores , tan inútil, idealista y falsa como peligrosa. Por ejemplo para esta ideología de los valores el racismo está causado por los valores racistas, es decir que son racista aquellos que ya son racistas. Estos trabajadores ingleses no montan movilizaciones racistas por qué tienen valores racistas ; son racista por qué están asustados , por qué no entienden lo que pasa y nadie les ayuda a entenderlo sino más bien les siguen contando cuentos…
El miedo al desempleo ante la crisis, la inseguridad ante unas condiciones laborales cada vez más precarias y el uso de directivas comunitarias, por parte del capital, para subcontratar a la baja a mano de obra extranjera , ha provocado el estallido social. Las empresas utilizan a la subcontratas extranjeras para romper las posiciones de los sindicatos y de los trabajadores. El fantasma del trabajador extranjero que trabaja por dos chelines , se cierne sobre este brote de xenofobia de clase. Esto es, al menos, lo que creen estos trabajadores asustados ante un mercado laboral globalizado a la baja y en una situación económica de recesión.
Y en el caso de la subcontratas inglesas no se trata de trabajadores del tercer mundo , fugitivos de la pobreza extrema que mueven a la solidaridad. No, son italianos, portugueses , miembros de la Unión Europea., pero cobran y exigen mucho menos que los “brithis workers”. La movilización comenzó siendo contra las empresas pero va a terminar siendo, si no lo es ya, contra los trabajadores extranjeros.
El paso de la solidaridad de clase a la insolidaridad racista ha sido en este caso un pequeño movimiento por que la semilla del mal ya estaba sembrada. ¿Quién la sembró? En primer lugar la demagogia de Brown al que su lema lectoral le ha explotado en la cara. Los jueguecitos populistas y xenófobos se pagan caro, en especial en épocas de crisis. Y en segundo lugar, la misma estructura del proceso de globalización que claramente perjudica a las clases trabajadoras de los países occidentales.
El proceso de globalización ha empobrecido en términos salariales a las clases trabajadoras occidentales. Y ha también desempoderado a los trabajadores , por utilizar este término feliz del movimiento feminista; el poder de los sindicatos y del trabajo frente al capital es cada vez menor desde los años setenta. El peso de los salarios en el PIB no ha dejado, en términos generales , de bajar desde los años setenta en todo la OCDE, como demostró en un informe en el año 2007 el BIS.
Este empobrecimiento salarial y desempoderamiento político ha sido cubierto con dinero barato, crédito irresponsable, globalización de los bienes de consumo , burbuja inmobiliaria y la desvalorización de los costes ambientales y de los recursos naturales. Todo ello ha generado un “efecto riqueza” que ha permitido seguir aumentado el consumo, y el endeudamiento privado y familiar, sin que le afectara aparentemente esta de pérdida de renta. El “efecto riqueza” ha sido una manta que ha cubierto todas las vergüenzas y debilidades.
El fin de este “efecto riqueza” comenzó con la subida de los precios de las materias primas, del petróleo, de los productos agrícolas y con la explosión de la burbuja inmobiliaria en la crisis de la subprime paro también en la saturación del mercado inmobiliario. Y es entonces cuando todos nos hemos dado cuenta que “el príncipe estaba desnudo”. El pánico, la tan cacareada falta de confianza, ha sido la lógica reacción: suspensión de pagos, paralización del crédito interbancario , reducción de la inversión, desempleo galopante. ¿Por qué nos preocupa ahora la falta de confianza? Cuando en realdad lo que nos tiene que preocupar es el exceso de confianza que ha habido. Que la gente este asustada es una reacción sana y sensata, lo peligroso es quién , para qué y cómo se gestiona ese miedo.
El brote racista de los trabajadores ingleses es el producto de una gestión perversa del miedo y de la desconfianza ante los discursos ficticios del gobierno, de los sindicatos y de la izquierda que sige sin dar una explicación ni una alternativa real a lo que ha ocurrido y a lo que puede ocurrir. Si las empresas usan a los trabajadores y subcontratas extranjeras para aumentar su plusvalía y para desarticular las posiciones estratégicas de los trabajadores autóctonos; los trabajadores desarmados ideológica y políticamente dispararan al blanco más fácil: los extranjeros. La jugada, para la derecha es cuasi perfecta por qué introducen un virus mortal en el seno del pueblo de izquierdas: el racismo. La xenofobia es un caballo de Troya en el seño de las clases trabajadores y populares, de consecuencias incalculables. ¿Cuándo la extrema derecha podía soñar el tener audiencia entre los trabajadores?.
La crisis y la recesión han puesto en entredicho las ilusiones del crecimiento y el consumo ilimitado y la visualizado, real, interiorizada en cada vida, de los límites del crecimiento provoca un vértigo brutal . La izquierda debe saber que las reacciones sociales a horizontes inesperados y sin salida pueden ser muy patológicas y fácilmente manipulables. El cambio de paradigma es urgente, el cambio radical es imprescindible pues de lo contrario nos gobernarán fantasmas ideológicos como el racismo. Cuando se viene abajo la utopía del consumo de masas ilimitado (que la izquierda ha vendido como la que más); la lucha por los recursos escasos puede ser muy violenta y ahí tienen todas las de ganar las opciones autoritarias y conservadoras. Hay que abandonar ya todos los mitos y cuentos progresistas sobre la globalización y el consumo y volver a una política de la verdad y de la realidad, por muy dura que pueda ser y aparecer en un principio.
Hay que dejar de decir tonterías como que la crisis está provocada por falta de regulación pública de los mercados, asumiendo implícitamente el cuento liberal sobre la existencia de un mercado espontáneo, natural y no regulado. O propugnar el aumento del consumo privado nacional , como si no pasará nada. O montar un día el botafuméiro a la banca y al otro un progrom como causante de la falta de liquidez. Seguir así es seguir instalado en el irracionalismo del que puede surgir cualquier discurso por delirante que pueda ser, como el racista.
La emigración no es un hecho positivo. La izquierda no debe apoyar a la emigración sino a los emigrantes, que es algo muy distinto; al igual que no hay que apoyar a la enfermedad sino a los enfermos. El racismo o la xenofobia como movimiento social amplio responde a algo más que a ideas equivocadas ( que las hay y muchas ) o prejuicios inconscientes ( que también existen). Responde a un malestar social grave al que no se ha dado una alternativa positiva, responde a una situación injusta y frustrante, responde a la impotencia política de la izquierda de generar una expectativa razonable de cambio.
El racismo de masas es más una consecuencia que una causa por tanto no se le puede erradicar sólo con un combate directo, que también hay que afrontar, sino atacando las condiciones que lo hacen posible. Del racismo se podría decir, parafraseando lo que dijo Marx sobre la religión, que es al mismo tiempo la expresión y la queja contra la injusticia y la injusticia misma.
La izquierda, salvo el ecologismo y en gran medida el feminismo, ha olvida hace mucho tiempo el materialismo y se ha enredado en una meliflua ideología moral de los valores , tan inútil, idealista y falsa como peligrosa. Por ejemplo para esta ideología de los valores el racismo está causado por los valores racistas, es decir que son racista aquellos que ya son racistas. Estos trabajadores ingleses no montan movilizaciones racistas por qué tienen valores racistas ; son racista por qué están asustados , por qué no entienden lo que pasa y nadie les ayuda a entenderlo sino más bien les siguen contando cuentos…
Francisco Garrido Peña
PARALELO36
Los Verdes andaluces dieron un mandato claro a sus representantes optando por una lista verde para las europeas o en su caso un pacto con ICV en caso de que este partido no pactara con IU.
Puede explicar el Sr. Garrido porque Blanca (en la ultima reunion de la Confederacion en Barcelona) ignorando el mandato expreso de las bases decidio votar a favor de un pacto con Esquerra Republicana de Catalunya?
La radicalidad democratica de los verdes andaluces ha quedado en entredicho. Urgen soluciones y que los que han violentado la voluntad de las bases asuman su responsabilidad. El discurso nacionalista o xenofobo y racista no tiene nada que ver con el ecologismo politico ni con el feminismo, no se si guarda relacion con el materialismo : )