Eduardo Robredo Zugasti. La revolución naturalista.Según el instituto Guttmacher, 3 de cada 4 mujeres que abortan en los EE.UU se describen como religiosas, y las católicas lo hacen aproximadamente en la misma proporción que los demás grupos religiosos. Otro estudio indica que hasta el 98% de las mujeres católicas emplean de hecho métodos anticonceptivos que están prohibidos por su iglesia (en España el 58% que usa la píldora del día después, erróneamente considerada como «abortiva», se describen como católicas).
La práctica del aborto está estrechamente relacionada con el status económico y racial en los EE.UU. Las hispanas y afroamericanas tienen muchas más probabilidades de tener un aborto, debido a que estos grupos tienen una tasa de embarazos no deseados mayor, y paralelamente un menor acceso a la educación, a los recursos sanitarios y a buenos trabajos.
A la vista de todos los datos, las retumbantes amenazas morales de las iglesias y sus grupos de presión no parecen ser demasiado determinantes en las decisiones de las mujeres.
Sin embargo, aunque la moral sexual religiosa tiene una influencia escasa en este caso, los grupos antiaborto sí pueden influir en el poder político apoyando campañas de desprestigio contra los derechos reproductivos y la educación sexual, como muestran las recientes promesas del partido popular en España. Estas políticas altamente regresivas que se avecinan, aunque alentadas por ideales estratosféricos «en defensa de la vida», terminarán impactando en la salud de las mujeres con menos recursos.