Juan Torres.Sistema Digital.14/10/2011.
El 13 de junio de 2007 la prensa anunciaba que el Banco de Santander ponía a la venta todos sus edificios: “El Santander prepara la mayor operación inmobiliaria realizada jamás en España. El banco venderá todos sus inmuebles (excepto la sede social en el paseo de Pereda, en Santander, la única concesión romántica) para ocuparlos en alquiler, con posibilidad de recompra”, decía El País.
¿Fue casualidad que hiciese eso justo meses antes de que empezase a estallar la burbuja inmobiliaria y a caer el precio de las viviendas? Cuesta trabajo creer que fuese así. Primero, porque lo normal no es que el Banco de Santander tuviera menos información de la que disponían muchos economistas que estábamos aventurando que eso iba a ocurrir pronto. Y segundo porque los bancos, y por supuesto mucho más el Santander, tienen capacidad para influir en los precios de la vivienda, de modo que incluso saben mejor que nadie cuál va a ser su evolución a corto, medio y largo plazo.
Lo cierto fue que poco después de poner en marcha esa operación los precios se derrumbaron y los directivos del Santander sabrán las pérdidas de valor en balance que pudieron evitar o las plusvalías que obtuvieron.
Lo curioso es que a pesar de estos “casualidades” que claramente revelan que los grandes agentes económicos sabían lo que se venía encima, todavía haya gente que se cree que nadie pudo anticipar la crisis o dirigentes dispuestos a hacérselo creer.
Pues bien, ahora nos encontramos en una situación que podría tener muchas similitudes.
Los bancos, los economistas y políticos neoliberales, los dirigentes de la Unión Europa y las grandes patronales nos vienen diciendo que para salir de la crisis hay que reformar el mercado de trabajo, privatizar, recortar derechos y gasto público, etc., es decir, todas las medidas que hemos visto tomar en estos últimos meses.
Muchos economistas, premios Nobel como Krugman o Stiglitz, decimos, por el contrario, que de esa forma no se va a salir de la crisis sino que se va a producir una recaída quizá aún más grande porque ni esas son las medidas adecuadas ni van acompañadas de las reformas financieras que se debieran tomar para no caer en los mismos problemas que la provocaron.
En lugar de sacarnos de la crisis lo que se está consiguiendo, con el único objetivo de aumentar el poder de negociación de la gran empresa y la liquidez y rentabilidad de las entidades financieras, es disminuir el combustible que necesitan las economías para funcionar y crear empleo: el gasto privado y público y la financiación. Y de esa manera es inevitable que vuelvan a pararse. Ya lo henos visto en Irlanda, en Portugal, en Grecia y en otros países del este europeo de los que nadie habla o, de momento en menor grado, en España, Italia y los demás países de la Unión.
Salvo que uno quiera engañarse, no se debería tener la más mínima duda: es imposible que las economías europeas se recuperen con las medidas restrictivas que se vienen tomando y mientras se siga permitiendo que el dinero sin límites que se pone en manos de los bancos se dedique a que éstos especulen con la deuda de los estados en lugar de destinarlo a financiar a empresas y consumidores.
Las pequeñas y medianas empresas que crean empleo están agonizando por falta de crédito y de demanda y los gobiernos cada vez tienen menos margen de maniobra para evitarlo porque están cada vez más endeudados ya que las entidades financieras les encarecen continuamente su deuda y tienen que pagar más intereses y porque con las políticas restrictivas que aplican también caen sus ingresos.
Para salir de la situación hay alternativas muy claras que podrían tomarse rápidamente si las autoridades fuesen capaces de pararle los pies a los financieros y a los responsables de las grandes empresas que se están obteniendo beneficios extraordinarios con las políticas que están llevando a Europa a un desastre sin parangón. Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo proponemos 115 medidas concretas en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España de inmediata aparición, pero de entre ellas destacaría como extraordinariamente urgentes a tres de ellas.
– Parar la sangría de la deuda obligando al Banco Central Europeo a tomar las riendas y a plantear una quita o reestructuración generalizada y a hacerse cargo de su financiación difiriendo el pago y devolviendo los intereses a los estados.
– Crear una banca pública y obligar a la banca privada a financiar a las empresas y ciudadanos que necesiten crédito para llevar a cabo actividades productivas.
– Poner en marcha un plan de estímulo paneuropeo que garantice demanda suficiente, en lugar de recortar salarios y gasto público, como se viene haciendo, y que se centre en “salvar” a las empresas que crean empleo en lugar de contemplar inactivos la desaparición de miles de ellas por falta de financiación y demanda.
Avanzar por otro camino, por el que se empeñan en llevarnos, solo va a conducirnos, como venimos diciendo muchos economistas, a otra recesión y a nuevos problemas financieros, seguramente mucho más graves.
Y si se quiere un vaticinio más concreto quizá sirva las noticias que circulan por la red: el Banco de Santander y el BBVA ponen a la venta toda su cartera inmobiliaria (Banco Santander venderá toda su cartera inmobiliaria aunque le provoque pérdidas; ¿Operación liquidación?: BBVA coloca a un peso pesado al frente de su cartera inmobiliaria).
Y ahora empiecen a leer de nuevo el artículo por el principio.