Charo Nogeira.El País.17/10/2011.
La probabilidad de que un profesor titular se convierta en catedrático universitario es 2,5 veces superior para un hombre que para una mujer cuando ambos tienen características profesionales similares. Lo revela el Libro Blanco sobre la Situación de las Mujeres en la Ciencia Española, elaborado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología con la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA). Hoy lo presenta la ministra Cristina Garmendia.
El estudio, que analiza la evolución entre 1998 y 2007, señala que, aunque las mujeres acceden a la universidad y se gradúan en mayor medida que los hombres -en 2007 ellas eran el 61% de los que se licenciaban-, desarrollan peores carreras. Los motivos, no siempre concretados, tienen que ver en cierta medida con su situación familiar, según esta radiografía.
El libro blanco califica de «resultados más llamativos» las diferentes probabilidades de que profesores y profesoras logren una cátedra. «Al comparar hombres y mujeres con la misma edad, antigüedad como doctores, mismo campo de conocimiento y productividad académica reciente en términos de artículos y libros publicados, así como tesis o tesinas dirigidas, se observa que la probabilidad de que un profesor titular sea promocionado a catedrático es 2,5 veces superior a la de una mujer con similares características personales, familiares y profesionales», afirma. Aunque el estudio admite que no ha analizado todos los elementos que pueden afectar a la elección, por carecer de datos, por ejemplo, de las publicaciones anteriores a 2004 y de la calidad de los artículos, considera «difícil» que esa omisión «pudiera ser tan determinante como para explicar las diferencias observadas en la promoción académica».
El estudio relaciona carrera profesional y situación familiar. «La tenencia de hijos claramente parece crear un obstáculo a la carrera académica de las mujeres, mientras que este conflicto no se produce de ninguna manera en los varones, para quienes la tenencia de hijos no solo no es un factor de conflicto con la progresión en su carrera académica, sino que la favorece, independientemente de su producción científica», señala. Un elemento que abona esa afirmación es que «solo un 38% de las catedráticas tiene hijos frente a un 63% de los varones». Un profesor con hijos «tiene una probabilidad cuatro veces mayor de ser promocionado a catedrático que una mujer con hijos de similares características», puntualiza el trabajo.
Aunque aumenta la presencia femenina en las aulas, persiste la brecha entre las carreras que eligen unos y otras, aunque «tiende a desaparecer lentamente», según el libro blanco. Ellas siguen copando campos como la educación, las ciencias de la salud y las humanidades y son mayoría en ciencias sociales y Derecho. Han rebajado ligeramente su presencia en Matemáticas -41% de las licenciadas en 2007, casi cinco puntos menos que en 1998-. Pese al aumento de mujeres, las ingenierías se mantienen como el área menos feminizada: salen de las escuelas un 33% de ingenieras, una proporción que ha aumentado en 7,4 puntos en diez años y que es superior a la media de la UE y de EE UU.
El predominio femenino en las licenciaturas comienza a quebrarse en el escalón siguiente, el título de doctor, el paso que abre la puerta a la carrera profesional como investigador o docente universitario. Ellas son el 51,8% de los matriculados y logran el 47,6% de los títulos de doctor -5,6 puntos más en una década-. Las mujeres obtienen tantas becas predoctorales como los hombres, pero menos ayudas o contratos posdoctorales, por ejemplo, en los progamas Juan de la Cierva o el Ramón y Cajal. El libro blanco también señala que, a igualdad de situación, ellas publican menos artículos científicos, pero prácticamente los mismos libros que los hombres. Dirigen menos tesis y tesinas. El estudio desconoce el motivo de estas diferencias.
El libro blanco destaca el «crecimiento lento» de la presencia femenina en la docencia universitaria. En el nivel más bajo, ayudantes, hay paridad (49% de mujeres en 2007, cinco puntos más en una década). En el nivel de profesores titulares rozan el 40% y en el de catedráticos, el 15% -en torno a tres puntos más en 2007 que en 1998-. «Dado el porcentaje de mujeres titulares, cabría prever que -en condiciones ideales de igualdad que tal vez no se dan aún- alrededor de un tercio o un porcentaje ligeramente superior de los nuevos catedráticos deberían ser mujeres», plantea el estudio. Recoge que aún hay áreas como la ginecología o la pediatría donde aún no hay catedráticas.