El próximo 6 de diciembre se cumplirán 33 de la ratificación por el pueblo español de nuestra actual Constitución. Pero unos días antes, el 20 de noviembre, tenemos una cita con la urnas más importante de lo que nos podemos imaginar. En estos tiempos de colapso económico y destrucción masiva de empleo, que ha justificado incluso una reforma constitucional demasiado urgente, y parece incluso que fundamenta cualquier tipo de medidas políticas para generar lo que ahora se denomina “confianza para los mercados”, con el anhelo de la que la situación pueda mejorar. Pero, en esta problemática situación, debemos estar muy atentos con algunas de las medidas que se empiezan adoptar con ese objetivo.
Dichas esas palabras iniciales, y sin irme del tema principal del título de esta reflexión, quiero traer aquí algunas consideraciones generales de la ciencia jurídico-constitucional. Les suelo recordar a mis alumno/as de Derecho Constitucional que los contenidos de toda Constitución se agrupan en tres partes. La primera de ellas, denominada como “parte orgánica” recoge las disposiciones referentes a la organización institucional y territorial del poder político, es decir, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como todo lo referente a estructura unitaria o federal-regional (según los casos) de la organización territorial del Estado. Una segunda parte es la que se conoce como “parte dogmática”, de mucho más valor desde el punto de vista ideológico y conceptual, pues, comprende el conjunto de principios y valores que definen al Estado, así como el catálogo de derechos, libertades y deberes de la ciudadanía.
Pero hay una tercera parte de la que muchos constitucionalistas no hablan, y es la que conocemos como “parte programática”, que la componen aquellos preceptos constitucionales que tienen como objetivo la transformación social y económica, es decir, el programa del Estado para conseguir una sociedad más justa, en la que la igualdad no sólo sea un principio formal (artículo 14 de nuestra Constitución), sino que sea real y efectiva para toda la ciudadanía, con acciones públicas que remuevan los obstáculos que impidan o dificulten que la igualdad en España sea real y efectiva (artículo 9.2 de la Constitución, la “cláusula social” de nuestra actual democracia).
Esa parte programática es la esencia, el elemento central de lo que hoy conocemos como Estado Social, la forma más evolucionada del concepto y la teoría del Estado, que, como sabemos, empezó siendo Estado de Derecho (imperio de la ley, separación de poderes, y existencia de una declaración de derechos), que continuó evolucionando hacia el Estado Democrático (con la participación electoral universal de la ciudadanía para configurar las instituciones de representación y poder y con pluralismo político), y que alcanzó su grado de compromiso más importante con su evolución hacia el Estado Social, con la incorporación del mencionado objetivo social en el propio concepto de Estado. Pero, no olvidemos que el Estado Social implica la definición y aplicación de políticas públicas para amparar al débil, para hacer efectivos los derechos y libertades, y esto puede estar en juego en esta grave situación económica.
Pues todo eso es lo que nos jugamos el 20N. Debemos releer el Preámbulo, el Título Preliminar y el Título I de nuestra Constitución, que contienen un gran programa democrático, social y medioambiental que tenemos que defender. No podemos consentir que para “generar la confianza del sistema económico” veamos que nuestros derechos y servicios públicos esenciales (a la educación, a la sanidad pública, al trabajo, a la protección por desempleo, al medio ambiente, a la vivienda, etc, etc), se dejan al margen. Esa es la clave, desde mi punto de vista, para decir el voto el día 20 de noviembre. Votemos, defendamos nuestra democracia, y los contenidos de nuestro Estado Social, que tanto sacrificio costó en el pasado conquistar.
Pasen y vean, Sras y Sres, todo tiene cabida en la constitución cañí, el sistema bipartidista y el vandalismo nacionalista español:
http://www.kaosenlared.net/noticia/espana-el-robo-sin-fin-1
Gracias, padre Eduardo, pero dejemos que los «chicos» se expresen y establezcan sus prioridades de lucha. Lo digo para que no los instrumenten como en el pasado «curitas-obreros», «monjes marxistaleninistas» o cualesquiera agentes provocadores de la reacción. Y luego, si quieres y lo deciden libremente, que partan con su coraza y su yelmo contra la «globalización» del mundo-mundial o frente al «capitalismo» infinito y más allá…
Pero por el momento se trata de establecer una ASAMBLEA CIUDADANA CONSTITUYENTE con el objetivo inicial de establecer las bases suficientes para una DEMOCRACIA REAL. ¿Ves? No es tan difícil como la armonía preestablecida de Leibniz, trufada de infalibilidad gnoseológica, que les presenta Angel Gómez Puerto a sus tenaces alumnos, transfigurada de «derecho constitucional».
No le demos más vueltas, «Eduardo». Esto semeja a aquello de «el ser es y el no ser no es»: ¿crees que estamos en una Democracia en el E. español? O tal vez «vivas sin vivir en ti», al estilo de los que cobran un sueldo -pagado de los impuestos de todos- y ya no se creen ni sus propios monsergas, porque LA LIBERTAD DE CATEDRA, o LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO, tornáronse ave fénix de Arabia que nadie ha visto.
En fin, si queremos acción ahí te enviamos sendas perlas cultivadas. La primera viene de la mano, para que compruebes nuestro sentido de la tolerancia, de un enemigo del nacionalismo andaluz, de un andaluz españolista republicano, pero plenamente consciente de la falacia y estafa de la presunta borbónicofranquista «democracia» española; la segunda es un pequeñísimo anticipo de lo que se les viene encima a tanto FASCISTA SOLAPADO (¡salud y que aproveche!):
http://www.youtube.com/watch?v=yBUPUyN1sME
http://www.kaosenlared.net/noticia/constituyente-carta-magna-ciudadanos-nuevo-contrato-social….esta-sal
Lo siento chicos; pero es la hora de aportar y sumar; hay que partir de la claridad del emisor y de la desinformación casi total del receptor. El neoliberalismo salvaje y asesino nos destroza y no nos podemos permitir el lujo de confrontar conceptos ideológicos «arto» complicado para el resto de mortales. Es la hora de unir fuerzas, proponer alternativas y motivar al «personal», que buena falta nos hace. Los dos sois necesarios en esta batalla y apelo a vuestra indudable capacidad para aportar unos necesarios granitos de arena. En verdad, no es hora de machaqueos mentales; es hora de pasar a la acción y sobre todo: alentar al resto de conciudadanos para que se den cuenta que efectivamente existen los buenos y los malos y no se puede permitir que unos pocos malos designen el destino de casi toda la humanidad; !intolerable, pero sobre todo indigno y humillante en todo un siglo XXI.
P.S.: Por cierto, muy interesante las dos reflexiones.
Lo q nosotros necesitamos, no son «reformismos» de marketing electoral o claudicaciones de última hora ante la constitución de los amos, amedrentados por una deriva totalitaria creciente.
Tras formulado en tu día tu lúcido Decálogo, Angel, y puesto q el estado español desprecia la Democracia Real y no quiere delegar la soberanía en el Pueblo, al q no representan, tan sólo se trataría de dotarnos de nuestra propia Constitución soberana.
¡VIVA AL-ANDALUSIA LIBRE!
https://www.paralelo36andalucia.com/decalogo-por-andalucia/
Y por si creéis que se trata de utopías, podéis comprobar vosotros mismos que hasta en el siglo XIX había lúcidos espíritus, nobles y valientes, a los que todavía no hemos podido ni siquiera de lejos igualar:
http://www.cosasdeandalucia.com/web/index.php/memoria-historica/nuestros-ayeres/1287.html
Tus argumentos ‘ad hominem’, cuando sólo se detenta autoritarismo academicista, me resultan irrelevantes. No por ninguna suerte de falta de respeto, sino porque sabes perfectamente que tu «constitución» impuesta desde arriba justamente es la heredera de otras ya rubricadas antes, como la de Granada en 1492, y la cual los que se reclaman herederos suyos respetan lo mismo que ésta, cediendo la soberanía a un estado extranjero, el Vaticano, e ignorando cínicamente las más elementales necesidades de nuestro Pueblo genocidado y expoliado desde hace siglos.
Por supuesto que en el servil mundo nacionalcatolicista rojipardo, puedes vanagloriarte de lucir tus apellidos antepuestos de «señor» y «don». A la inmensa mayoría de los andaluces y resto de autonomías del mediodía peninsular sólo nos corresponde un apellido, no estos ridículos prestados que nos pusieron nuestros amos colonizadores.
Todos nos llamamos, como cierto HERMANO DE CLASE… «X»:
http://www.youtube.com/watch?v=P3zy_4eLnCw&feature=related
Respeto tu opinión, … pero yo firmo con mi nombre y apellidos.
Ah, ¿pero el autodenominado «pueblo español» tiene una «constitución democrática»? Me tomaré la molestia de plantear una serie de cuestiones por respeto a tus alumnos, los cuales lo tienen la culpa de lucir sobre sus cabezas la losa del ‘establishment’ docente nacionalista español, en forma de espada de Damocles cotidiana.
En primer lugar para que un Pueblo redacte una Constitución tiene que tener tal condición y puesto que su propia «constitución», Sr. Gómez, reconoce la existencia de otros Pueblos en el Estado y uno de ellos, concretamente el vasco, no la refrendó por tanto carece de legitimidad.
En segundo término, para COSTITUIR hace falta ASAMBLEA CONSTITUYENTE, no una camarilla de «sabios» (entre los que se incluían Fraga y Peces Barba) usurpando las funciones de la susodicha e inalienable Asamblea.
En un tercer aspecto, para que se dé una Constitución la SEPARACION DE PODERES debe ostentar carácter fundamental e irrecusable. Si el propio «senado» ha quedado reducido a disponer de menos arbitrios que un club de petanca de la 3ª edad, el «poder judicial» ha pasado a ser una delegación por cuotas del poder ejecutivo y esté último detenta en realidad todos los poderes, lo que padecemos, en suma, por mucho que quiera adobarse con huera palabrería y las mejores intenciones, no es sino LA CONTINUACIÓN DEL TARDOFRANQUISMO.
Por ello confiamos que Movimientos como DEMOCRACIA REAL YA devuelvan la dignidad perdida a los que un día se creyeron «ciudadanos» y únicamente pueden definirse como súbditos de una monarquía elegida a dedo por un dictador genocida.
P.S.: No te molestes en fingir «dialéctica» alguna Angel, sé que no plantearas ninguna de estas objeciones a tus alumnos. De nada.