Francisco Vázquez García, catedrático de Filosofía de la UCA
Hay muchas charlas convocadas en la Universidad y en las instituciones oficiales. A algunas va gente, a muchas no. Cuando van, no es raro un ambiente mortecino, sin debate. A veces se diría que no ha ido ni el ponente, de tan trillados, pobres y sin preparar que pueden llegar a ser los discursos.
No es raro escuchar lamentos, entre tamaña somnolencia, sobre la juventud actual y su anomia reivindicativa. Pues bien, el otro día había un número de personas enfadadas porque habían desalojado un edificio que se hundía y que gracias a ellas cobró vida. Por supuesto, puede discutirse todo, lo cierto es que esas personas hicieron algo y lo hicieron bien. Que los desalojen es una mala noticia. A esas malas noticias se suman otras muchas, resultado de una coyuntura en la que los gobiernos, aplaudidos por buena parte de la prensa, ajustan las tuercas a quienes no han producido la crisis para que se sacrifiquen por ella.
No estábamos en Cádiz el otro día y lo que sabemos procede del vídeo. Da la casualidad de que conocemos a Iván, el chico detenido, un estudiante apasionado que vive con intensidad las clases. También conocemos, algo menos, a Rosi, la persona que sangra, alguien noble y comprometido. Era normal que fueran a protestar, porque son gente buena. Tampoco es tan grave que interrumpieran el acto y que leyesen su comunicado. ¿Alguien cree que puede pasar todo cuanto pasa y que todo siga igual? ¿Ese es el espíritu, o más bien el espectro del Doce? Nadie necesita convencernos del valor de la conmemoración, porque lo que sucedió en España se deja comparar con los procesos revolucionarios en Estados Unidos y Francia (basta leer entre otros a Marx para comprenderlo) y es un hito en la historia de la organización de la decencia pública y la libertad. Quien lea algo de aquel proceso verá que no consistió precisamente en un debate mortecino, sino en un conflicto crudo como corresponde al que existía entre los ciudadanos españoles, no todos ellos eran precisamente unos enamorados de la libertad. De hecho, los verdaderos liberales eran muy pocos y tenían contra ellos a buena parte de los poderes organizados.
En Cádiz se han hecho cosas censurables con motivo de la Pepa. Se ha galardonado al presidente Uribe. Ahí queda. Si es cierto lo que dice Paul Preston (véase El Holocausto español) alguien podría escandalizarse de que en la Ciudad de la Libertad se mantengan puentes y estadios con el nombre de un señorito turbio como Ramón de Carranza. ¿No se vende en Cádiz el Holocausto español de Preston? Si se va a apalear a quienes interrumpen los debates vamos a salir de algunos concelebrantes de la Pepa hasta la coronilla. Al final del video, un chico con una pancarta se queja amargamente de vivir en una sociedad intolerante, incapaz de respetar a las minorías, propicia a humillarlas policialmente y a ofenderlas simbólicamente. Ignoro si él lo sabe o no pero por su boca habla el liberalismo revolucionario de Toreno. Fue el único espíritu del Doce que hubo en ese momento en el acto. Nos alegramos mucho de que el Sr. Rector y el Sr. Decano protesten por cuanto pasó y estamos seguro de que lo harán con mucha contundencia. Como corresponde al espíritu de la gran revolución liberal.
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¡Socorro, espectro de Étienne de la Boétie!. Ya en el año 1576 el joven francés de dieciocho años plantea la cuestión de la legitimidad de cualquier autoridad sobre un pueblo y analiza las razones de la sumisión (relación dominación/ servidumbre). Su «Discours de la servitude volontaire ou Contr’un» (Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra uno) le granjearía el respeto y la admiración del ilustrado Michel de Montaigne, siglos más tarde de su publicación.
Nada, por desgracia, a la mayoría de los docentes de la nomenclatura universitaria rojiparda no se les aparece el espíritu de La Boétie ni por asomo. Siguen jugando a que estamos en una «democracia» (cual si la hubiese constituído una asamblea emanada del Pueblo, en vez de «la banda de los siete» padres del caducado engendro); continúan fingiendo que no existe una cesión de soberanía, incluída la territorial, al estado extranjero vaticano, al igual que en los tiempos de la arrodillada «Pepa» a los avarientos tentáculos frailunos; no cesan, en su cinismo proverbial, de contemplar a sus sufridos y aburridos -de tanta hipocresía- discentes, como si los que van a formarse en sus universidades del régimen terdofranquista peperosociata, tuviesen una especie de tara que en medio de este grosero totalitarismo insufrible, les impide rebelarse o protestar…
¿Ahora invocamos el derecho a la memoria con respecto al cacique fascista, amigacho de Queipo de Llano, Ramón de Carranza? Pero, ¡hombre, si entre tanta traidora y cómplice «izquierda» española de pega todavía lo mantienen vivo y bendecido!. ¡Hasta al verduguillo carnicero del hijo!. Aunque tranquilos, el espíritu de aquella «revolución liberal» cañí que desembocaría en el «vivan las caenas», con esas mezcolanzas y mixtificaciones propias de tanto artistazo peninsular expañolero; ese espíritu romano-bereber, trufado de semita con mucho lustre, desemboca ineluctablemente en lo que la complaciente parroquia, opiada por los media, se ha ganado a pulso el 25 de marzo:
http://www.elplural.com/2011/10/10/arenas-el-limpiabotas%E2%80%A6-y-el-gusto-por-el-hotel-palace-que-tienen-los-politicos-de-derechas/