Publicado en la edición jaenera del diario IDEAL, en la columna semanal «Andaluces de Jaén» de José Luis Cano Palomino el 25/02/2012: http://goo.gl/AJSzd
Vivimos un cambio de época; no una época de cambios. No es que vayan a cambiar algunas cosas para que todo siga más o menos igual que antes, como mantenía Lampedusa en Il gattopardo en relación con el Risorgimento italiano. Al principio de esta crisis financiera se pudo creer que los gobiernos y el poder político, espantados por la avaricia, iban a cambiar el capitalismo; pero ha resultado al revés.
En este cambio de época se está desplomando el mundo que hemos conocido y emerge un mundo diferente por el impulso de los poderosos que están forzando el cambio en el papel de los ciudadanos y de los territorios. El capitalismo financiero más desbocado ha decidido que no le sirve la democracia que conocemos y por eso está vaciándola de contenido, dejando sin recursos y sin utilidad a las instituciones públicas.
Camino de los seis millones de personas en desempleo, los poderosos han decidido que estorban los derechos sociales y sobra la legislación laboral que aún protegía en parte a las clases asalariadas; que los gobiernos tienen que obedecerles para continuar el camino de las privatizaciones y el desmantelamiento de los servicios públicos y que van a ser más poderosos y a seguir enriqueciéndose sin ningún límite.
Uno de cada dos jóvenes está desempleado y está claro que los poderosos quieren que vivan peor que sus padres. Sin necesidad de indicarles el camino de salida, simplemente con la clamorosa ausencia de políticas públicas para promover su inserción en el mercado laboral, el único camino que les dejan es el de la emigración. Hacer la maleta y meditar en qué lugar del mundo pueden desarrollar su talento, su iniciativa, su energía y sus capacidades. Como sus abuelos, como toda la vida ha venido ocurriendo en Andalucía.
Los poderosos quieren que nos resignemos, quieren convertirnos en ciudadanos dóciles, en mansos corderitos, personas que sufren en silencio. Saben que quien no tiene voz no existe. Quieren cambiar el poder de los ciudadanos, despojarlos de moral y autoestima, asustarnos y callarnos.
Los poderosos quieren también dejar sin poder a los territorios: gobiernos locales y regionales postrados, sin recursos, sumisos, obedientes y resignados. Y en este cambio de época quien más pierde es Andalucía. Basta con mirar los gráficos de la Encuesta de Población Activa: en el País Vasco y en Navarra el paro está en el 12%; en Cataluña en el 16%… ¡Y en Andalucía en el 32%! Evidentemente, la falta de autonomía y poder de los territorios tiene que mucho que ver con la lacra del paro.
Un millón doscientas cincuenta mil personas desempleadas en Andalucía exigen una respuesta. El partido que ha estado treinta años gobernando nuestra Comunidad ha fracasado en su intento de modernizar esta tierra y no tiene respuestas ante la crisis porque entraría en contradicción con su propia trayectoria. Otros que se visten de color rosa fucsia o de azul nos niegan como nacionalidad histórica y por eso mismo tampoco tienen respuestas para nuestra tierra y sus gentes.
Es insultante que los dos grandes partidos hayan venido a celebrar sus congresos en Andalucía y que ambos coincidan en lo que no dicen y callan: piensan que no hay salida, que en la comunidad autónoma con mayor índice de desempleo no es posible un plan especial de inversiones para crear puestos de trabajo, que hay que esperar a que se recupere la actividad económica. Treinta y cuatro años de democracia y treinta y dos años de Estatuto de Autonomía deberían ser suficientes para ‘poner pie en pared’, para no claudicar ni resignarnos.
A la generación de nuestros padres y madres, junto con la de nuestras abuelas y abuelos les tocó alumbrar la democracia y dotarse de instituciones para ganar en derechos y mejorar en igualdad de oportunidades y calidad de vida y por eso nos dimos una Constitución y un Estatuto de Autonomía.
Hoy necesitamos un Pacto por el Empleo en Andalucía: nuestro problema es el paro, no el déficit. Hoy tenemos que exigir un Plan de Inversiones que apunte a un nuevo modelo productivo, que diversifique nuestro desarrollo y apueste por hacerlo ambientalmente sostenible. Hoy nos toca a los andaluces movilizarnos porque estamos a tiempo, porque este 28F nos recuerda que nunca está todo perdido y que mientras haya andaluzas y andaluces con coraje y con esperanza (por más dura y difícil que sea la situación, que lo es) hay salida y hay futuro.
«Otros que se visten de color rosa fucsia o de azul nos niegan como nacionalidad histórica y por eso mismo tampoco tienen respuestas para nuestra tierra y sus gentes.»
Y, añado yo, otros se visten de rojo revolucionario y se meten farlopa con nuestros impuestos en las diputaciones, mancomunidades, o enchufan a toda su familia y amigos en cargos de confianza en el primer ayuntamiento que pillan.
No importa, la revolución tendrá lugar aun a pesar de ellos, aun pasándoles por encima.