Juan Torres López./ Lo primero que ha hecho el recién nombrado Presidente de la Junta de Andalucía después de celebrar el primero de sus consejos de gobierno ha sido reunirse con empresarios andaluces y representantes de multinacionales. No voy a entrar a valorar ese detalle. Por un lado me parece lógico que lo haga, tratándose de personas de las que en gran parte depende el progreso y el empleo andaluz. Por otro, creo que se podría haber aprovechado la coyuntura para subrayar el perfil más social del gobierno en estos momentos de crisis. Y, sobre todo, tengo la seguridad de que se podría haber dado mayor relieve a la presencia de las empresas de economía social, que representan casi el 15% del PIB andaluz y que tienen una gran capacidad potencial de crear aún más y mejor empleo.
En cualquier caso, lo que ahora quiero comentar es que a ese encuentro, como puede comprobarse en la foto, no asistió ni una sola mujer. Algo bochornoso y que me parece que se debería corregir cuanto antes.
En Andalucía hay muchas mujeres empresarias, una federación y asociaciones que las reúnen. Y, en todo caso, aunque ahora sean desde luego insuficientes, lo que hay que hacer no es hacerlas invisibles sino justo todo lo contrario, magnificar su presencia y darle más protagonismo para que las mujeres pioneras y más avanzadas en la vida empresarial sirvan de estímulo a todas las demás. Si este gobierno actuara para conseguir, por ejemplo, que se duplicara en Andalucía el número de mujeres empresarias (en empresas individuales, cooperativas, anónimas o de cualquier tipo) el empleo sí que entonces aumentaría de forma espectacular.
¿No se podría haber invitado a algunas de esas mujeres a la reunión? ¿Tan difícil es caer en que esa foto es toda una simple manifestación de machismo hoy día inaceptable? ¿No podían haber invitado, al menos, a la Consejera de Hacienda, aunque solo para que se comprobase que en Andalucía hay mujeres en puestos económicos relevantes?
Lo penoso es que este hecho va acompañado de otros que deberían hacer sonar las alertas.
El gobierno ha anunciado ya, siguiendo la propuesta de Griñán en su discurso de investidura, un programa urgente contra el paro basado en tres ejes: un plan de choque contra el desempleo de jóvenes y desempleados de larga duración que incorporará un programa en materia forestal, un programa de apoyo al empleo en la rehabilitación de viviendas, y la realización de obras en colegios públicos. Es decir, un programa del que solo se puede esperar que cree, en su inmensa mayoría, empleo masculino. No puede ser de otra manera porque va a actuar en sectores en donde, como es bien sabido, la especialización de la mano de obra -no voy a entrar ahora en por qué tipo de razones- hace que sean hombres los que ocupan la mayoría de los empleos.
¿Tan difícil hubiera sido incluir una estrategia de igualdad en este primer plan de choque? ¿Tan complicado es saber que hoy día la creación de un empleo femenino arrastra más empleo asociado que si el que sea que crea es masculino?
Pero no quedan ahí las cosas.
A lo anterior se une la desaparición de la Consejería de Igualdad en el organigrama del gobierno. Se dice que eso es irrelevante porque sus competencias pasan a la de Presidencia (¡estaría bueno que desparecieran!). Pero es que hoy día sabemos que las organizaciones y conferencias internacionales que analizan con más rigor y mejor conocimiento la forma de llevar a cabo las políticas de igualdad reclaman que sean organismos propios y especializados los encargados de ponerlas en marcha. Es lógico que así sea porque su fuerza se ve siempre diluida cuando, como ahora, pasan a formar parte de otros organismos que, por mucho poder que tengan, siempre contienen un mayor número de competencias y en los cuales, por tanto, las políticas de igualdad están siempre en posición secundaria.
Para finalizar resulta que el nuevo gobierno ya no es paritario (cinco mujeres frente a siete hombres) y que los primeros nombramientos incluso tienen un clamoroso sesgo masculino: en el primer consejo de gobierno se hicieron nueve nombramientos (ocho consejeros y el portavoz), de los que solo uno fue de una mujer (la viceconsejera de Justicia e Interior). Y hay que destacar que el peor comportamiento en cuanto a paridad lo tiene de momento Izquierda Unida, que ya ocupa seis cargos de entre los que solo hay una mujer, la consejera de Fomento y Vivienda (lo que representa un famélico 16,6% del total).
Estamos al principio de una larga andadura (eso espero) y hay tiempo, por tanto, para que el gobierno corrija estos errores. Pero estos primeros síntomas de anomalía nos advierten de que si no se produce una estrecha vigilancia y una presión constante, la actuación de este gobierno puede rodar por un mal camino. Por eso me parece preocupante que hasta el momento apenas si unas pocas voces críticas hayan expresado su preocupación por estos hechos.
¿No sería el momento de que las asociaciones feministas y de mujeres dijeran algo? La igualdad no es un regalo de nadie. La historia nos demuestra que los derechos cuesta mucho tiempo y sacrificio conquistarlos pero que se pierden en un momento. Las mujeres andaluzas no deberían bajar la guardia y hacer oír su voz con mayor contundencia.
Lo que comenta Juan Torres es realmente alarmante, pero da datos equivocados.
NUNCA ha existido una Consejería de Igualdad de Género, lo que había era una bochornosa Consejería de Igualdad y Servicios Sociales: viejos, mujeres, discapacitados,…
No se ha conseguido una Consejería específica que es lo que merece el tema, pero Presidencia me parece a mi mejor.
Pero lo de los cargos, me ha sorprendido muy negativamente y es muy mal precedente.
Y el Plan de Choque en ladrillo, ladrillo y asfalto, desde luego va dirigido casi en exclusivo a los hombres.
Muy mal empezamos.
Siempre que hay pactos, las mujeres somos prescindibles y salimos esquilmadas
Tenemos que pararlo