Francisco Garrido.Me gusta el futbol. Me gusta mucho el futbol. Y veo con asombro como gentes a las que no les gusta nada el futbol, les encanta cuando quien juega es España ( y no solo ahora que gana, antes, que perdía, también). De esta simple constatación, que todos ustedes pueden comprobar con una simple mirada en su entorno, he de deducir que hay algo en el futbol de club (el futbol) que no hay en el futbol de selecciones nacionales, y algo en las selecciones nacionales que no hay en el fútbol de clubs ( el futbol). ¿Qué es? Muy simple, la política en su forma más irracional y tribal: el nacionalismo de estado. “¡¡Soy español, español, español¡¡”, les suena verdad.
La naturaleza de simulación gozosa de los conflictos tribales que tiene el fútbol de club (el fútbol) se transforma en conflicto político real cuando quien juega no es el Betis o el Numancia sino España o Francia, por ejemplo. La irresistible atracción de la competición y de la estética del juego son usados no para jugar y gozar sino como movilización de una identidad política administrativamente real (España, Italia, Francia). Los aficionados al Betis o a la Balona (la balompédica linense, acalaración para esos que lloran con la selección y no saben lo que es un fuera de juego) no tienen tras de sí una comunidad política con inspectores de hacienda y carros de combare, sino una maravillosa autoinvención literaria (es el relato mítico el que constituye a los aficionados de club) tan inofensiva políticamente como agradecida sentimentalmente.
Valdano decía que el futbol era “lo más importante dentro de lo que no es importante”. Esa barrera entre lo importante y lo no importante se ve traspasada por la politización que implica el futbol de selecciones estales. En política las pasiones han de ser reflexivas y nada impulsivas; el futbol, como el deporte de competición, sirve para desactivar lúdicamente la pasiones más peligrosas de la tribu. Hay futbol, entre otras cosas, para que no haya política en todo. Si el futbol se politiza, como hacen las selecciones estales, entonces el futbol pierde gran parte de su sentido y la política se convierte en un peligroso juguete en manos de sentimientos xenófobos y agonísticos.
Quién haya escuchado los gritos celtibéricos de los comentaristas de “la roja”, o haya leído las portadas de ABC, La Razón o El Mundo; no podrá negar la conexión entre el futbol de selección y el nacionalismo español. Que la selección española tenga uno de los mejores equipos de selección de la historia no puede ocultar la instrumentalización política que se está efectuando por medio de una simbología que se presupone deportiva, neutral, pero que tiene una carga política brural. No se trata de manipulación electoral, la gente no es tonta. Rajoy, como ayer ZP, no ganará o perderá las elecciones por los éxitos de “la Roja”. Pero la inyección de nacionalismo español que el fútbol de selección tiene afecta a estratos políticos más profundos que el electoral. En un momento en que los conservadores españoles comienzan a tener una nostalgia patológica del centralismo autoritario, la instrumentalización política de los triunfos de “la roja” es tan inevitable como dañina.
Pero si, me gusta el fútbol y por eso me siendo como expropiado de mis sentimientos cuando los veo en manos de patriotas vociferantes. No critico al fútbol de selección desde el «pedestal intelectual» que reprueba las bajas pasiones de las masas incultas, o desde la “altura moral” que denuncia el escándalo del fraude fiscal programado de los héroes de “la Roja”; no, lo hago desde modesto y mágico gol norte de Nervión donde me crie con mis caprichos, mis fundados temores y mis irracionales amores futbolísticos. He ido a ver al Granada, al viejo Los Cármenes, en tarde de lluvia, frio y candelá; perder contra el Antequerano. He llorado y sufrido con la intima falsedad de este juego. Cada uno puede alegrase con lo que quiera. Pero encadenar la alegría política con uno juego deportivo es un acto de manipulación colectiva que destruye tanto la esencia del juego como la racionalidad política. Al final la intuición sensible del viejo aficionado a la pelota que soy, me ha sido mas últil contra la instrumentalización política del futbol que mil proclamas demagógicas contra el «opio del pueblo». Todas esas siniestras banderitas, que no dejan de ser siniestras por el hecho de que los que la llevan no lo sepan, ocupando las calles; y Sergio Ramos con el capote de grana y oro, la roja: ¡qué asco¡ Me gusta el futbol.
Verás,José Luís, los mimbres del supuesto anticapitalismo para vender la proeza del nacionalismo futbolístico no es apto para todo los públicos. No ha existido «justicia» alguna porque todos los países no contaban con las mismas instalaciones deportivas para entrenar. Ni tampoco sus deportistas profesionales se prestan al blanqueo masivo de capitales en los clubes respectivos. Así es que prueba al próximo intento para vendernos la burra pintada a rayas rojigualdas como legítima cebra. Aún así no creas, le seguiremos mirando la dentadura, espabiladete cañí…
El deporte de hoy es la evolución (propiciada por el capitalismo) de las guerras del ayer. A las grandes corporaciones que controlan los mercados y el dinero no les interesa que sus clientes se maten entre ellos y dejen de consumir (porque mueren, sino no hay quien deje de consumir jeje). Así que mantienen las rivalidades y tensiones entre países limitadas a un terreno de juego, una pista de tenis o un circuito de F1. O eso, o nos hemos vuelto más humanos y preferimos resolver nuestras disputas de un modo más pacífico. Esta segunda opción me gusta más, pero lo cierto es que no tengo ni idea, sólo estoy elucubrando…
En cualquier caso, el que gana ahora la Eurocopa (España en este caso), ha ganado la guerra, pero sólo en el aspecto más simbólico de derrotar al rival. Las verdaderas guerras en Occidente ya no son guerras entre estados, sino entre el capital y las personas. Y en esa guerra, aunque el capital lleva décadas goleando, confío en que las personas puedan conseguir la proeza de batir a su rival como ha hecho España en la Eurocopa: con justicia.
RETRATO DEL NAZIONALCATOLICISMO FUTBOLERO… EL HORROR, EL HORROR:
http://www.youtube.com/watch?NR=1&feature=endscreen&v=Bae1EyCLIDQ