Equo y el adanismo político

Francisco Garrido.
El adanismo es la creencia que mantiene que no existe el pasado y que todo comienza a partir de uno mismo (o de su grupo) y del presente más inmediato. Creo que parte de los errores en el análisis de la trayectoria, resultado y expectativas futuras de Equo provienen de una posición adanista que pretende que la Ecología Política tiene un año de vida y que todo comenzó el 20-N del año pasado. Expresiones del tipo de “estamos empezando”, “llevamos sólo un año”, “somos demasiado jóvenes “ y otras, solo son valida para las personas pero no para la opción política verde que Equo quiere representar. Lo que constituye a una fuerza política, más si esta quiere ser alternativa, no es el nombre (marca) o los líderes sino la ideología y el programa ( el tipo de organización está en fucnción de aquellos). Dentro de un mismo espacio político (o espectro ideológico) la marca o los líderes si son relevantes. Nadie que se sitúe en la izquierda elige una opción de extrema derecha por lo atractivo o novedoso de la marca o del liderazgo. En este sentido Equo se sitúa en el ámbito del espacio político y electoral (no son lo mismo) de la ecología política. Ese espacio no comenzó el 20 de noviembre d el 2011, aunque la lógica ilusión de los inicios así lo haga ver.
Los resultados electorales de Equo muestran el mismo límite estructural que ya mostraron los verdes desde al menos 25 años atrás, y en algunos casos, como en las últimas elecciones andaluzas, los empeoran. No hay ninguna propuesta o idea de Equo que no estuviera ya en los programas y en la acción política verdes a finales de los años ochenta. Por el contrario sí que hay muchas ideas y propuestas verdes que no están en Equo. Equo no representa ninguna novedad ideológica radical con relación al espacio político verde español. Alguien podrá decir que “la unidad” si es un factor nuevo, que no es ninguna propuesta política pero esto no es cierto, ha habido otros momentos de unidad que se frustraron por los fracasos electorales. Los verdes no han tenido éxito por qué no han estado unido, sino que no han estado unido por qué no han tenido éxito. En Francia o en Alemania hay diversas opciones y escisiones verdes y no por ello deja de haber un potente partido verde mayoritario. No se puede analizar la trayectoria de Equo como el primer intento de poner en marcha una opción política verde en España sino como el enésimo intento, enésimamente frustrado.
Los límites estructurales que determinan estos fracasos son exógenos a la calidad manufacturada del producto político (marca, líderes, estrategia de comunicación, rigor programático, etc) y hacen que propuestas atractivas socialmente choquen con la misma barrera que auténticas frikadas políticas; o que líderes tan consolidados como Mendiluce o Juantxo alcancen resultados simulares a los que obtienen perfectos desconocidos. No es un problema de caras, ni de coros sino de límites del espacio político y del espacio electoral de la ecología política en el Estado español.
La potencias de un espacio político se define por la capacidad de atraer individuos hacia las ideas y valores del espacio y de influir en los restantes espacios políticos . Un espacio político es mayor cuanto más individuos se identifican con él y cuanto más influencia tienen en los de afuera. En el espacio político verde la función de pertenencia (los que se identifican) son muy pocos (no va más allá del 4 % se según el CIS) pero la función de influencia (los que se sienten interesados por la ideología verde) es muy grande (la segunda opción de voto de las encuetas). La función que es más relevante desde el punto de vista electoral es la de pertenencia por que asigna votos. Y aquí entra en juego el otro concepto el de «espacio electoral» que viene determinado por la legislación electoral y que establece los umbrales mínimos de inclusión en el sistema. Con la actual legislación electoral española las dimensiones del espacio político verde no supera los umbrales de inclusión que la ley electoral establece. O dicho de otro modo, el espacio político verde no da para la constitución de un espacio electoral autónomo. Pero dada la amplitud de la función de influencia del espacio político verde si representa un socio o aliado óptimo para otras formaciones políticas afines. De ahí que el espacio político verde sea el único espacio que no tiene fuerza para constituirse como espacio electoral autónomo pero que es deseado como socio por múltiples opciones políticas que si tiene espacio electoral propio.
¿Por qué no ha sido posible en estos años ampliar el espacio político verde y crear un espacio electoral autónomo? Responder a esta pregunta requiere de un análisis sociológico extenso. Baste decir que el fenómeno se repite en toda la periferia europea (Portugal, Italia, España, Grecia) y en América latina. Las razones son también estructurales. Posiblemente el modelo de verdes centro europeo no sea el más válido para las condiciones sociales y económicas de la periferia. La cuestión ecológica ha de estar estrechamente vinculada, en estos países, a la cuestión social; esto no ha estado todo lo claro que debía en las formaciones verdes clásicas centroeuropeas, o al menos así ha sido percibida por el electorado. La idea de que los verdes estaban centrados en los valores postmateriales en sociedades con graves carencias materiales y recién llegadas al consumo de masas, no ayudo precisamente al crecimiento del espacio político . Más ecología ha de ser sinónimo de más igualdad y no sólo de más calidad de vida.
El espacio político verde ha sido socialmente más útil e ideológicamente más fértil cuando han llegado a acuerdos políticos y electorales con otras formaciones. Dentro mismo de Equo las experiencias más exitosas ( Iniciativa, Compromis, ICV ) son aquellas que integran a la ecología política en un espacio de cooperación política más amplio. Bien es cierto que eso no ha servido para el crecimiento del espacio político verde autónomo pero si ha sido útil a la sociedad. Equo debería aprender de estas experiencias y no empeñarse en descubrir América quinientos años depués. Algunas declaraciones en el congreso parecen indicar que los líderes de Equo se empiezan a dar cuenta de esta realidad. El problema será que hacer con todas esas personas a las que se les ha convencido, sin ningún fundamento empírico, de que Equo es algo absolutamente nuevo y distinto de cualquier otra coas que haya existido o exista. Cuando haya que hablar, que ojala ocurra, con IU, con los nacionalistas de izquierda o con el mismo PSOE, ¿cómo lo explicaran a los talibanes del adanismo?. Bueno ya tienen tarea Juantxo&CIA, esperemo que lo hagan con el mayor tacto y espíritu de integración posible.
El lugar hacia el que tiene que orientarse Equo y la ecología política no puede ser otro que la izquierda, el federalismo y el feminismo. En medio de esta crisis metabólica no puede haber sitio par ambigüedades ideológicas, coqueteos conservadores o delirios centralistas. No entraré aquí a relatar las discrepancias, importantes y graves, que tengo con el actual proyecto de Equo, no añaden nada a la cuestión de fondo que no es otra que los límites estructurales del espacio político verde en el Estado español. Ya sé que, como dice el refrán, que “nadie escarmienta en cabeza ajena” pero en los proyectos colectivos debemos usar el cerebro social y la inteligencia colectiva para anticiparnos al futuro y adaptarnos al presente. Por supuesto que los límites estructurales y las condiciones pueden cambiar pero lo que nos dicen los datos es que no han cambiado, ni se aprecia por momentos que vayan a cambiar. Esta ue mi gran frustración cuando leía desde el sur de Brasil los resultados electorales
El adanismo político no idica niguna falla moral, ni nigun déficit cognitivo sólo es un error narcicista que impide ver la complejidad de la realidad. Superar el adanismo es un síntoma de madurez. Equo tien ya casi dos años, va siendo hora de dejarse de cuentos.Marx, en el 18 de Brumario, decía que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa. Esperemos que a la tragedia de los verdes no le suceda la farsa de un Equo ambiguo , conservador y sectario.