Que la democracia iba en serio

IGUAL que parodió al dictador de dictadores, Charles Chaplin eligió para su muerte el día en que nació el hijo del dios cristiano. Se fue con 88 años en la villa suiza de Corsier-sur-Vevey donde compartió la vejez con su esposa. El actor había manifestado su intención de recibir sepultura en su país de origen, ya que nunca renunció a su nacionalidad británica. Tras consultar con un abogado, su multimillonaria esposa lo enterró en el pueblo donde se dejó la vida, demostrando que la voluntad de un cadáver no alcanza para discutir cuando le llevan la contraria.

Pocos meses después, robaron el féretro. Para unos, Chaplin continuó con la parodia divina para protagonizar la única escena que se llevó a cabo sin su permiso. Su último gesto de rebeldía contra las leyes de la naturaleza y la poética: envejecer, morir, no eran tan sólo las dimensiones del teatro. Al principio se creyó que profanaron la tumba unos románticos ingleses para que el cadáver volviera a echar raíces en la tierra de sus raíces. En verdad, lo robaron dos mecánicos de automóviles. La viuda se negó a pagarles el rescate de 25 millones de dólares argumentado que «Charlie lo hubiera encontrado ridículo». La policía dio con los ladrones en una cabina de teléfonos y con el cadáver en un campo de maíz. Los restos de Chaplin volvieron a descansar donde lo sepultaron por vez primera. Inevitablemente, Gil de Biedma tenía razón: envejecer, morir, es el único argumento de la obra.

Hoy quieren enterrar a la democracia que exaltó Chaplin disfrazado del dictador más humano. Y lo que es peor: robar el cadáver. Unos quieren llevárselo para exigir el rescate. Son estos malditos mercados que nadie conoce y que disparan la prima de riesgo para matarnos. El único riesgo pasa porque nos sigan gobernando estos primos. Rajoy y sus palmeros actúan como la esposa de Chaplin: desacatando la voluntad de los arrepentidos ciudadanos que los votaron. No sólo están adelgazando el Estado social hasta la anemia, sino que ahora decapitarán de un hachazo el Estado democrático y autonómico con el trampantojo del ahorro en concejales. Es una burda manipulación. Mentira. La mayoría de estos concejales son de pueblos pequeños que no perciben ni la mitad de lo que sufren. En verdad los echarán por dos motivos: reforzar las diputaciones (abolirlas nos ahorraría 20 mil millones de euros) y el bipartidismo (haciendo desparecer los minoritarios). Primero reformaron sin licencia el techo de gasto en la Constitución. Pronto derribarán los pilares que la sostienen.

Al fin, los hay que quieren enterrar a la democracia en el mismo lugar donde nació. Cuidado. Yo soy radical demócrata y no deslegitimo el sistema por completo. Quiero que cambien los actores y el guión de la obra pero no desmantelar el teatro. El argumento populista que tira por tierra a los sindicatos no puede negar su función social ni su capacidad movilizadora. Tampoco eliminar los partidos, con todas sus imperfecciones. Esta democracia está enferma, no muerta. Por eso exijo más democracia, pero sin abrir paso a los nazismos que Chaplin condenó en la mejor parodia de su vida y que padeció en la parodia de su entierro.