Raúl Solís | La crisis económica ha conseguido instalar el debate político en la calle como pocas veces antes había ocurrido. Algo tan positivo como que la ciudadanía se interese por el modelo de sociedad en construcción ha derivado en una guerra de trincheras en la que corres el riesgo de quedar aislado si te niegas a repetir eslóganes facilones y a pensar más de la cuenta.
En virtud de esta deriva populista, corres peligro si defiendes la UE, sin ser neoliberal; si defiendes la autonomía andaluza, sin ser del PSOE, si defiendes el mérito, aunque no seas de derechas; o si defiendes la causa de los jornaleros andaluces sin legitimar los asaltos a supermercados.
También queda prohibido abogar por la unidad de la izquierda, so pena de que vengan los guardianes de la quintaesencia del izquierdismo a decirte que “eres un puto sociata”. Se prohíbe también criticar con vehemencia la corruptela de los ERES, entonces pasas de ser “sociata” a ser un “puto facha” o un “puto comunista”.
Si ya te da por intentar explicar las nefastas consecuencias que tendría para España una salida del euro, entonces los “sociatas” y los “putos comunistas” vendrán a por ti y te atacarán diciendo que “eres un puto neoliberal”. Y si ya quieres morir de verdad, sólo tienes que defender el Estado de las Autonomías, entonces aparecerán ultranacionalistas españoles del club de fans de Rosa Díez para recordarte que “eres un nacionalista –como si ellos fueran catedráticos en Física Cuántica- que quieres romper España”.
Son malos tiempos para pensar pero buenísimos para balar como borregos. El fascismo pop se ha instalado en nuestro disco duro de manera inconsciente. Se desprestigia a quien nos enseña y se enaltece a quien lanza mensajes incendiarios de buenos y malos. Las redes sociales se han hecho intransitables y la calle es un peligro para convencer a la gente que tener razones no es lo mismo que tener razón.
Como resultado de esta realidad, no es inverosímil la proliferación de nuevos partidos políticos “sin pelos en la lengua” y “sin complejos” o que la líder más valorada por los españoles sea Rosa Díez, santa y seña de este nuevo fascismo pop que se presenta como “democrático”. Siempre y cuando la democracia haga lo que su ideología indignada ordene.
Las consecuencias de este tiempo de posiciones maximalistas, de buenos y malos, de salvapatrias y hundepatrias, es la creación de un caldo de cultivo para salir de la crisis económica mucho más decadente de cómo entramos. De nosotros depende, transitar el camino pensando o balando como borregos que se dirigen a un destino incierto. En nuestras manos está rescatar los valores para intentar huir de la relación de causa y efecto que conecta nuestra recesión económica con nuestra decadencia ética.
Raúl Solís se equivoca. Su planteamiento es reformista y conservador.
Al defender a la UE se cree que existe una UE ideal que ha sido pervertida, eso no es cierto desde el comienzo la UE sólo ha servido a los mercados, recordamos que empezó como un tratado de libre comercio, jamás ha sido una UE de los ciudadanos. Por lo tanto una nueva Europa debe iniciarse con el rechazo absoluto a las instituciones actuales y al modelo que la UE representa.
Cuando está a favor del Euro está a favor del capitalismo, el Euro se inventó para que las grandes fortunas y los fondos de inversión tuvieran menos trabas en sus operaciones especulativas, estar a favor del euro es algo más sentimental que racional, desde la entrada del euro la riqueza de los españoles no ha hecho otra cosa que menguar. Así es difícil que reivindique la unidad de la izquierda, porque gran parte de la izquierda, con razón, no puede aceptar ni a la UE ni al euro, ocurriendo además que desde un punto de vista radical hay que rechazar cualquier moneda capitalista. Porque el dinero (el euro) transforma el valor del uso en valor de cambio, como explicara Marx, pervirtiendo desde la raíz la economía, porque el valor de cambio, la especulación, es lo que hace que recordando a Galeano «exista gente, los nadies, que valen menos que la bala que los mata».
Cabría ahora preguntar, unidad de la izquierda Solís… ¿sobre que base? Para los libertarios todas sus propuestas son de liberales, conservadoras, él quiere un capitalismo bueno, como se quiere una coca cola sin cafeina, pero eso no existe, por eso es un socialdemócrata, es decir querría un PSOE pero sin corrupción. A fin de cuentas todo lo que defiende es el programa del PSOE le alejan de él la corrupción y los malos haceres, ¡pero el programa del PSOE nunca ha sido lo que queremos! Así que rechazo punto por puto cada palabra de Raúl.
Y ahora que me tache de demagogo o populista.
No necesitamos más reformistas, sus ideas ya las hemos probado, no funcionan.