Al principio, la propuesta de un Pacto por Andalucía parecía que podría formularse como un pacto explícito del Gobierno de coalición con la sociedad andaluza. En la práctica era ampliar el pacto de gobierno entre el PSOE e IU a las organizaciones sindicales y ciudadanas progresistas, agrupadas en torno a la plataforma social, para compartir un proyecto político claro que devolviera las esperanza a la ciudadanía andaluza y que coordinara la acción de gobierno y las movilizaciones sociales mediante la concreción de unos objetivos muy claros frente a la agresión que estamos sufriendo por parte del PP, en su estrategia de transferir rentas y derechos desde las clases medias y populares a las clases privilegiadas aprovechando la crisis, en medio de un fangal de corrupción y ventajas para los suyos, que está deteriorando la democracia, el estado autonómico, el sector público y la cohesión social, hasta límites muy peligrosos.
La idea de reproducir a escala de Andalucía los Pactos de la Moncloa (1977) que alumbraron la transición era sencillamente ridícula si se formulaba en serio o fraudulenta si se trata sólo de una estrategia de cara a la galería. En los Pactos de la Moncloa subyacía un proyecto común que se plasmaría en la Constitución y que había que operativizar.
En primer lugar porque en Andalucía, los partidos políticos carecen de autonomía frente a sus direcciones en Madrid. El PP de Zoido no puede decir nada distinto de lo que hace Rajoy y Griñán parece que sus conatos de independencia con respecto a Rubalcaba son simples regates en función de las luchas de poder internas en el PSOE.
En segundo lugar, porque lo que hay es a) el proyecto de la derecha de dinamitar la redistribución social y territorial de rentas y derechos y de aplicar una especie de “socialismo de estado” para los bancos y los ricos y de “neoliberalismo radical” para las clases medias, los trabajadores y los pobres; b) una sociedad que está resistiendo como puede, repartiendo las escasas rentas en el seno de las familias y saliendo a la calle a pedir que no acaben con todo, y c) una izquierda política que necesita reaccionar, renovarse y unirse para ofrecer una nueva alternativa frente a la ofensiva de la derecha para salir de la crisis con más igualdad, más derechos, más democracia y más autonomía.
Pactar con la derecha y pactar con la sociedad andaluza hoy no es posible porque sus caminos y son intereses incompatibles. El PSOE andaluz tiene que definirse: o sigue la línea de Rubalcaba de pacto con la derecha a favor de los intereses de los poderes económicos en la estela del pacto que reformó el artículo 135 de la Constitución para priorizar los derechos de los mercados frente a los derechos de la ciudadanía, o pacta con la sociedad andaluza y dota al pacto de los contenidos que hay que defender, desde la autonomía de ingresos para la Andalucía, priorizar la creación de empleo, la Renta Social Básica, la Banca Pública Andaluza, el derecho a la vivienda, más poder andaluz, la defensa del medio ambiente y de nuestra cultura, más democracia participativa, la gratuidad y universalidad de los servicios públicos, etc. Como ha dicho Pastrana “estamos hasta las narices de no ver más que discursos huecos” y pactar con el PP es renunciar a cualquier contenido y debilitar el pacto de gobierno con IU ya sea porque ésta ceda o en caso contrario porque la arrastraría a la ruptura política y emocional con el electorado de izquierda.
Andalucía no puede esperar. Frente a la voladura del Estado de las autonomía por la “pinza” entre las derechas nacionalistas y españolistas y frente a nuestra crisis diferencial con un paro que marca más de 10 puntos de diferencia con la media española, el próximo 28 de febrero tiene que ser la cita para la unidad y la renovación de la izquierda andaluza, para el encuentro entre la calle y nuestras instituciones de Autogobierno unidos por la verdiblanca. La iniciativa podría ser del Pacto por Andalucía pero si desde el Gobierno andaluz se apuesta por la confusión y se pacta con la derecha, la iniciativa será exclusivamente de la sociedad y ya ésta no va a perdonar a quién cometa más errores. La Plataforma social ya ha convocado hoy la manifestación del 28 de febrero con una llamada a la rebeldía cívica y pacífica tanto del gobierno como del pueblo andaluz ante la agresión del gobierno del PP. Esa es la claridad que necesitamos.