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Sin preguntas, que no haya cobertura

Raúl Solís | Mariano Rajoy tiene claras intenciones de no permitir ni una sola pregunta a los periodistas sobre la mayor trama de corrupción de la historia democrática española. Los populares se reunirán mañana, en su máximo órgano ejecutivo, para hablar sobre las consecuencias sísmicas de los papeles de Bárcenas: donde se revela que toda una generación de líderes del centro-derecha español ha recibido dinero negro de las empresas beneficiarias de contratos públicos con las administraciones gobernadas por el PP.

Los periodistas no pueden acudir mañana a la rueda de prensa sin preguntas. Sin preguntas no hay periodismo. Habrá propaganda pero no periodismo. Y sin periodismo no hay democracia ni dignidad. Sin periodismo libre –periodismo y libertad son redundantes-, España camina hacia su completa italianización. Hacia niveles democráticos de países autoritarios.

El periodismo no es entretenimiento, ni glamour ni, mucho menos, equidistancia entre los indignos y los dignos. El periodismo es el oficio fundamental para que funcionen los valores democráticos. De hecho, es la libertad de información el derecho que más cuesta introducir en las constituciones democráticas. Es la verdad la que molesta, no las noticias entrecomilladas.

La lucha por la libertad de prensa ha dejado a muchos por el camino. Desde el nacimiento del periodismo, los periodistas han sido incómodos. Dejaron de ser incómodos cuando dimitieron de ser el cuarto poder para pasar a engrosar las nóminas del poder cuarto. Y ha llegado el momento de plantarse, de defender la democracia: el único sistema político que defiende el ejercicio de la profesión periodística.

Los periodistas no son estrellas del pop, son –aunque muchos lo hayan olvidado- trabajadores de la información. Gestionan la formación e información de la conciencia cívica de la ciudadanía. En ellos está la responsabilidad de mimar y proteger las libertades conquistadas y evitar que España se convierta en una democracia en vías de subdesarrollo.

La corrupción política es consecuencia, también, de un periodismo de baja intensidad. Consentido por muchos trabajadores de la información mientras fueron mirados como estrellas del pop. Callar no garantiza no formar parte del próximo Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que la empresa tiene ya en mente. No, es más, si mañana los periodistas no asistieran al simulacro de rueda de prensa que prepara Génova, ganaría el periodismo, el bueno, el valiente, el honrado, el democrático. El periodismo que vende periódicos.

Los fuegos se evitan en invierno. Por eso los guardabosques trazan cortafuegos en invierno, antes de que prenda el monte. Los cauces de los ríos se limpian en verano, para que las lluvias otoñales puedan correr río abajo. El periodismo se defiende ahora, mientras se está en activo, y no cuando se es despedido del periódico que os hace creer que sois estrellas del pop. Luego, cuando ya no quede estatus que mantener, será muy fácil pedir la solidaridad de los ciudadanos para ir detrás de una pancarta y gritar que “sin periodismo no hay democracia y bla, bla, bla”.

Entonces, cuando se es un número más del ERE, el periodismo estará un poco más muerto que lo está hoy. Será insalvable. Es ahora, en un momento crítico, donde nos estamos jugando la democracia, la dignidad como ciudadanía y donde el periodismo son los ojos y los oídos de los ciudadanos que gritan, pero que no son vistos, ni escuchados. Ya no valen las medias tintas, ni la equidistancia, ni los desfiles por la alfombra roja del periodismo de salón y alta costura. Ahora toca ser Periodista con mayúsculas.

Es la hora de honrar al periodismo y no a los mafiosos. Es la hora de poner en práctica todo ese ritual inerte que practican los periodistas cuando son despedidos de sus redacciones. El periodismo se defiende en el ejercicio del mismo y no en el paro. Para hacer propaganda no es necesario estar acreditado como periodista. El periodismo tiene ahora la responsabilidad por la que será juzgado en el futuro inmediato. Ahora toca defender la democracia que nos roban metida en sobres.

Es el momento de apelar al artículo 3 de la Ley Orgánica Reguladora de la Cláusula de Conciencia de los Profesionales de la Información y que dice que “los profesionales de la información podrán negarse, motivadamente, a participar en la elaboración de informaciones contrarias a los principios éticos de la comunicación, sin que ello pueda suponer sanción o perjuicio”. Y si mañana Rajoy se niega a responder preguntas de los periodistas, o emite en directo un discurso leído -escrito por sus asesores- para evitar ser preguntado, que cubra la rueda de prensa la Virgen del Rocío. Si mañana no hay periodistas en la farsa que planea el PP, el domingo,  el periodismo volverá a vender periódicos.

 

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