La realidad española se asemeja cada vez más a la de Grecia, con la preocupante diferencia de que no existe hoy por hoy una alternativa política como la que pueda representar Syriza, que en nuestro caso debería armarse a partir de la confluencia horizontal de las diferentes fuerzas de izquierdas, ecologistas y soberanistas de todo el Estado, y de todas aquellas personas y colectivos que compartan los valores de la solidaridad, la sostenibilidad y la democracia concretados en un programa de mínimos que nos permita avanzar hacia un cambio real de modelo económico, político, social y medioambiental. Avanzar desde la “diversidad coherente” se nos antoja una estrategia más que necesaria para articular la resistencia y las alternativas.
Es imprescindible que la ciudadanía se apropie de todo este proceso, y de ella deben surgir la energía y las propuestas, más allá de la simple suma de organizaciones y partidos políticos, del todo insuficiente si realmente queremos construir una nueva democracia.
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