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Por Francisco Garrido: "Desde la Ecología política esta concepción republicana, garantista y autolimitativa de la democracia no es muy grata y natural. ¿Cómo defender sino los derechos de los que nunca podrán votar entre los que se encuentran los seres vivos no humanos, los ecosistemas o las generaciones futuras?"

Los minaretes suizos, la mezquita sevillana y la democracia

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La democracia no consiste sólo en poder decidir colectivamente en pie de igualdad y mediante deliberación libre  (una mujer, un hombre: un voto) sino también, y esencialmente, en no poder decidir  sobre  todo , especialmente  sobre  y contra los  fundamentos  de la misma democracia como son los derechos y libertades individuales básicos. Esto es así al menos  en la concepción  republicana de la democracia que es la original y la que representa a la mejor izquierda democrática  y al más consistente liberalismo  político.

Esta es la idea de democracia que defendió y formuló Kant, con tal ímpetu que en ocasiones la contrapuso a los sistemas políticos  basados exclusivamente en la elegibilidad, por mayoría, de los gobernantes. Es también la concepción que ha defendido en la filosofía política  contemporánea  J. Rawls,  o en la teoría jurídica Kelsen y Ferrajoli. El nuevo constitucionalismo también se abona  a esta idea de la democracia antitotalitaria y garantista de los derechos y libertades individuales.

La democracia y la soberanía popular deben ser tanto instrumentos de limitación del poder político como instrumentos de ejercicio libre e igualitario de las decisiones colectivas o individuales. Es evidente que en el modelo de «democracia competitiva de mercado» que tenemos, de facto, el concepto de límite es especialmente repugnante y por eso se expande la idea democrática  de que toda  decisión colectiva es tomada por mayoría. De esta manera se podría  incurrir en la aberración de aceptar como democrática la decisión que el 51% de la población tomara para suprimir el derecho al voto  del 49 % restante. Estaríamos  ante una forma de despotismo conocido en la tradición republicana como “despotismo de la mayoría”.

 Viene todo esto a cuento por la decisión tomada en Suiza, por referéndum, de prohibir los alminares de las mezquitas.  O la invocación de algunos vecinos  de Sevilla del derecho a decidir si hay mezquita o no.  Las creencias religiosas forman parte de las libertades  individuales  y no está sometida a decisiones colectivas. El referéndum  suizo,  independiente de su  resultado, sino por su misma convocatoria y celebración es un acto antidemocrático  y un “golpe  de tiranía” contra el Estado de Derecho y la democracia.  Lo peor no es el resultado, con ser muy alarmante, sino su convocatoria.

Desde la Ecología política esta concepción republicana, garantista  y autolimitativa de la democracia no es muy grata y natural. ¿Cómo defender sino los  derechos de los que  nunca podrán votar entre  los que se encuentran los  seres  vivos no humanos, los ecosistemas o las generaciones futuras? La  democracia ha de proteger como suelo constituyente los derechos y libertades de todos  (mayoría o minoría). Esta  concepción de la democracia  es preferible razonablemente a cualquier otra. Siguiendo a Rawsl, y al criterio por el propuesto  del “velo de la ignorancia”, podemos decir que si a cualquiera de nosotros o nosotras nos dieran a elegir sin saber qué posición  individual nos iba a tocar  (minoría o mayoría) elegiríamos un modelo de democracia republica y garantista.

No es casualidad que se comiencen a perder las formas cuando se están perdiendo el fondo.  Detrás del referéndum suizo de los minaretes o de las movilizaciones sevillana contra la construcción de una mezquita  no hay sino xenofobia y racismo. Una xenofobia que  ahora emerge en Europa como argumento legitimador de la  distribución desigual de los recursos. Visto los límites físicos  del planeta, la distribución de los recursos ha der  necesariamente injusta, si se quiere seguir manteniendo la ilusión del crecimiento y el consumo ilimitado. Y de camino con estas actitudes racistas se le se le da motivos  al fundamentalismo fascista islámico, tan querido por sectores dominantes en USA y por el Vaticano  (miren el discurso de Benedicto XVI al embajador de Irán en Roma). Que  nadie olvide que se comienza vulnerando los derechos de las minorías  a cuenta de las mayorías y se termina destruyendo los derechos de las mayorías y el concepto mismo de mayoria democrática. Precedentes los hay…

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