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Ocaña, museo permanente (homenaje a las locazas andaluzas).

Shangay Lily | Han pasado 30 años desde que Ocaña se prendiese fuego cuando portaba aquél disfraz de Sol hecho de papel que le causaría la muerte (aunque su familia apunta a la hepatitis que arrastraba como causa del fallecimiento y otros mantienen que ni mucho menos se le prendió fuego accidentalmente con una de las bengalas que él mismo había puesto en cada punta del sol que llevaba, sino que le prendieron fuego intencionadamente en aquel patio del colegio de su pueblo, Cantillana, en el que acabó el desfile de carnaval que José Pérez ‘Ocaña’ presidia con orgullo).

En estos 30 años, a pesar del PP y sus empeños revisionistas, España ha cambiado mucho y la situación de los homosexuales, mucho más. Para entenderlo es para lo que figuras como la de Ocaña son esenciales. No, perdón, no son esenciales, son vitales. Como es vital que no olvidemos nuestro pasado, esos hitos apuntados a base de lucha, sufrimiento y sacrificios que señalan nuestro camino recorrido hasta ahora. Esos marcadores, como aquellos mojones de piedra de las carreteras comarcales que ahora se han olvidado por anticuados, ingratos y e infelices que no conocen la belleza de lo telúrico, nos ayudan a trazar un imprescindible mapa de ruta que evite lo que a veces está pasando: que vayamos hacia atrás creyendo ir hacia adelante.

Ocaña quizás fue la última gran locaza andaluza. Una figura que en la España franquista —y durante la transición— supuso la única vía de supervivencia para los que no querían —o podían— ocultar su homosexualidad. Una figura anacrónica y contradictoria hoy en día, la mariquita religiosísima se pasaba el día pegada a las vírgenes, altares y cirios, preservando al mismo origen de su estigma, en una relación víctima-verdugo algo difícil de entender desde nuestros cómodos mecanismos democráticos de protección, pero tan rica en imaginería que ha permanecido a lo largo del tiempo para retratar a los homosexuales desde la cultura popular.

La loca andaluza ha acabado por permear cada rincón de nuestra sociedad como estereotipo de homosexual más recurrente e inmediato. Han sido muchas lasilustres locas andaluzas que se han convertido en verdaderas estrellas del imaginario popular, haciendo verdaderos malabares entre lo prohibido y lo obligado. Quizás el más ilustre exponente sea mi idolatrado santa Miguel de Molina, pero hay tantos como pueblos y ciudades encaladas sembraban la geografía andalusí y española (rápidamente fue adoptado el útil modelo por otros lanzáos abiertamente homosexuales, desde Madrid —el injustamente olvidado Tomás de Antequera, con esa aguda voz que competía con Concha Piquer en su prodigioso “Romance de la reina Mercedes”— hasta Valencia —el mítico Pedrito Rico o ese Rafael Conde “el Titi” y su “Libérate”— pasando, como no, por Barcelona con sus estrellas, muchas veces andaluces emigrados como el gran Antonio Amaya o autóctonos como Miguel “Carmen” de Mairena).

Esas “locazas” acudían al mismo discurso folclórico, populachero, reduccionista, con el que el franquismo intentó rellenar el brutal vacío que el exilio intelectual dejó en España. Irónicamente, Ocaña fue una figura cómoda para el tardofranquismo-transición e incómoda para los movimientos de liberación gais. Pero su gran valor fue plasmar como nadie las contradicciones y luchas de una España que moría y otra que intentaba nacer. Ocaña estaba, en cierto modo, atrapada entre esos dos mundos: uno agonizante que revitalizaría efímeramente y otro que aún tardaría en cristalizarse plenamente. pero daba igual, la figura de la locaza andaluza ya había quedado fijada para siempre en el inconsciente colectivo con tal fuerza que bastaba un abanico y un rizar de labios para evocarla y hechizar rápida y efectivamente a cualquier interlocutor.Y es que la locaza andaluza fascinaba. Quizás se debiese al hecho de que, a pesar de su decadente marginalidad, iba unida al lujo, la ostentación y el glamour como pocas cosas.

Sólo el hecho de que en todas las juergas de los señoritos en los tablaoscolmaos o mancebías tan celebrados en las coplas, siempre hubiese un “mariquita con arte” para entretenerles (el mencionado santo Miguel de Molina es el mayor exponente iniciado en esas canteras como cuenta en sus memorias), puede explicar ese factor clasista, esa admiración por el lujo, lo ostentoso, lo “rico”, esa construcción jerárquica, iconográfica y tradicionalista de su mundo que tan bien definía a esa mariquita inculta pero gran conocedor de lo exquisito, lo artístico, lo sublime… según los de arriba.

Y ahí fue donde brilló Ocaña con su arte como nadie, concitando las contradicciones, ironías y hechizos de lo más antiguo para convocar lo más moderno. Algo parecido haría años más tarde Almodóvar  en sus primeras películas (y lo recupera siempre que necesita un éxito garantizado), sabiendo que ese inocuo y aplaudido estereotipo es un figura entrañable para sus verdugos, las masas heterocentristas que reconocen su poder, su superioridad, su dominio sobre la creación. Para cuando la censura había hecho su labor, reduciendo al homosexual a la figura ridícula, patética y humillante, el histrión sexuado ya era un clásico del imaginario fascista. Junto a la puta trágica o “mala mujer”, la amante o “querindonga” o “mantenida”, el señorito violador simpaticón o “hombre de verdad”, el gitano ladrón y embustero… todo un retablo de cómodos estereotipos discriminadores que reafirmaban la rígida, ventajosa, conveniente moral jerárquica de la época, avisando a  todo el que se saliese de ella (de su sitio en la máquina nacional-católica) dónde podía acabar.

Y a esa cruel dictadura social es a la que Ocaña se enfrentó y, sin saberlo, a la vez reforzó. Porque la exclusividad de esos parajes para recoger la existencia de los homosexuales españoles llegaban a sus últimos estertores. Pronto sonarían a algo muy antiguo y ridículo. Y en gran parte sería gracias al exceso con el que Ocaña los agotó hasta sus últimas posibilidades. Ocaña tuvo una cierta intuición de apropiarse de aquél fenómeno para asfixiarlo con su propia vida, con su propia muerte: si moría el más grande representante moría el fenómeno, pareció intuir. Posiblemente sea una interpretación demasiado rocambolesca, ¿pero no podría querer quemar para siempre aquello en su propia muerte, ardiendo vivo como quien sabe que el demonio homófobo de la caricatura locaza andaluza arde con él? Habría sido un acto subconsciente de generosidad inconmensurable que siempre le deberemos. Puede que sea una falta de respeto a sus ganas de vivir y su trágica muerte, pero algo de eso pareció intuir. Porque si algo era Ocaña es intuitivo. Listo, valiente e intuitivo. Quizás por eso supiese matar al “travestí”, la locaza andaluza, y dejarnos el arte, el artista, su pintura inmortal. A pesar de quejarse de que en vida la única pintura de él que interesaba y le pagaban era la de brocha gorda.

No es casualidad que Ocaña fuese andaluz, marica y pintor de brocha gorda, como me comentaba un amigo hace poco: “En aquella época los maricas acababan todos encalando fachadas y arrancándose a cantar coplas subidos a sus escaleras. Y cuando cualquier machito del pueblo pasaba y les insultaba, les ridiculizaba, les humillaba, ellos estaban obligados a devolver una ingeniosa, encantada y ocurrente gracieta que divirtiese, reafirmase y saludase al agresor. No se podía hacer otra cosa, tenías que ser el bufón humillado o te ibas de cabeza a la cárcel”. La ironía, la parodia, la caricatura y el esperpento (todos palos que Ocaña tocó con soberano dominio) eran el único camino permitido para manifestar tu homosexualidad. Eso creó una rica cultura-caricatura que Ocaña atesoraba con avaricia y se negaba a dejar morir.

Es fácil y tremendamente injusto analizar y denostar esas manifestaciones sociales desde nuestra cómoda sociedad actual, parapetados tras nuestras seguras armaduras democraticas y del estado de bienestar (el que por ahora no ha conseguido destruir totalmente el PP). También es facil afearle que no tuviese un claro compromiso político (aunque en estos tiempos de equidistanismo quizás fuese mucho más popular, quien sabe). Ni siquiera aceptaba la palabra homosexual: “yo no creo en la homosexualidad, creo en las personas”, decía convencido.

En realidad Ocaña era profundamente antiburgués, muchos le han nombrado símbolo de la contracultura de la Transición, pero lo que Ocaña representaba y vivía con orgullo era el lumpen. Esa palabra fue muy popular entonces. Lumpen venía delumpenproletariat, un término marxista de origen alemán con el que se designa a la población situada socialmente al margen o debajo del proletariado, desde el punto de vista de sus condiciones de trabajo y de vida, formado por los elementos degradados, desclasados y no organizados del proletariado urbano, así como aquella parte de la población que para su subsistencia desarrolla actividades al margen de la legalidad o en la marginación social.

Por otro lado, Ocaña no encajaría en cualquier definición de lumpen. Aunque puede que si encajase en la que da el profesor de Teoría del Estado y Política de Comunicación en la PUCMM  José Carlos NazarioEl lumpen, es un personaje que militaba en los movimientos de izquierdas sin mostrar un compromiso certero, firme con el ideal revolucionario. No sirve a ninguna causa, ni tiene un objetivo claro en la vida, sino que se deja enredar, a regañadientes, en las aventuras que le salen al paso. Ocaña no acabó de sentirse cómodo en la izquierda más ortodoxa, le gustaba más el anarquismo. De hecho, cuando decidió colaborar en un concierto en la CNT acabó muy decepcionado porque notaba que los de izquierda mucho rollo pero les discriminaban igual que los otros. “En cuanto empezarona notar que nos hacíamos con el escenario y el público nos largaron”, comentaba despechado.

Lo que Ocaña aportó en un momento crítico fue visibilidad. En eso fue el paralelo español de mi adorado Quentin Crisp. Y al igual que el célebre Funcionario desnudohabría sido muy criticado por el movimiento LGTB de haber sobrevivido a aquél fuego, a su hepatitis, o a lo que fue que nos robó su genial presencia. Aunque sí que hubo algo que sobrevivió, sobrevive, siempre sobrevivirá: su pintura. Su gran amor.

En la película de Ventura Pons que le consagró, Ocaña, retrato intermitente, se quejaba amargamente de que los medios de comunicación en lo único que tenían interés era en su faceta travestí, “Se ve que un señor vestido de tía se lleva mucho. Yo no soy un travestí, no tengo nada en contra y está muy bien, pero de lo que yo quería que hablasen, de mi pintura, para que la gente fuese a mis exposiciones y viese mi arte, nunca hablaban”, reprochaba en cámara. También tuvo agrias palabras para los críticos y galeristas que no reconocían su arte y talento: “Yo quería vivir de la pintura, pero era muy difícil. Cuando tenía un poco de dinero empezaba a pintar pero se ve que mi pintura no valía nada o no tenía ninguna gracia con la gente, porque la gente si tu pintura no está respaldada por un título de la universidad no tiene ningún valor para la gente, aunque hablan que son muy modernos y muy progres, pero a la hora de la verdad es mentira”.

Por eso es ahora más importante que nunca que se haga justicia a los sueños de una persona que nos dio tanto y abrió tantas puertas. Ha llegado la hora de recoger su arte en un museo permanente. Por eso es importante respaldar esta iniciativa de la cooperativa Atrapasueños que resume este comunicado:

Los escritores Eduardo Galeano, Juan Madrid, Julià de Jodar, Shangay Lily, Marta Sanz o Felipe Alcaraz, cineastas como Benito Zambrano o Emma Cohen, músicos como Lucía Socam, Juan Pinilla o Manuel Romero, pintores y dibujantes como su amigo Nazario, Vázquez de Sola, Carlos Azagra y Joaquín López Cruces, políticos como Julio Anguita o José Manuel Mariscal, y familiares de Carlos Cano, la hija de Rafael Alberti e incluso familia del pintor Ocaña, han iniciado un manifiesto para exigir que de una vez por todas se abra un museo dedicado a este pintor en su localidad natal, Cantillana, en la provincia de Sevilla, a tres días del natalicio del pintor fallecido hace treinta años.

Desde la cooperativa Atrapasueños estamos movilizando a los sectores culturales más comprometidos para impulsar desde la ciudadanía un movimiento que ayude a conseguir un espacio expositivo permanente para uno de los artistas más singulares y geniales que han nacido en Andalucía. El manifiesto (más abajo lo tienen completo) recoge esta dimensión única del pintor Ocaña, pero también claramente nuestra intención de no cesar en nuestro empeño hasta que las administraciones competentes (consejerías de cultura, diputaciones y  ministerios) resuelvan en positivo esta gran carencia.

El manifiesto será presentado al Ayuntamiento de Cantillana en los próximos días, y seguirá abierto a firmas y adhesiones hasta el día en que inauguremos el Museo para Ocaña. Vamos a solicitar al Ayuntamiento de Cantillana que nos permita recoger las firmas en sus instalaciones, para que toda la ciudadanía pueda mostrar su apoyo.

Queremos dejar claro nuestro apoyo al ayuntamiento de Cantillana y a su alcaldesa, institución fundamental para que salga adelante este sueño. Tenemos un reto y es conseguir apoyo de la ciudadanía para exigir que en septiembre de 2013, a los 30 años del fallecimiento de Ocaña, podamos disfrutar de su arte de forma universal. A pocos días del natalicio de Ocaña, 24 de marzo, queremos hacer público esta iniciativa cultural, que no será en vano pues nuestro empeño será constante y riguroso.

Manifiesto
UN LUGAR PARA EL PINTOR OCAÑA

José Pérez Ocaña (1947-1983) fue un gran artista andaluz , nacido en el municipio sevillano de Cantillana, que vivió una importante parte de su vida en Barcelona. Su inconfundible pintura es una de las aportaciones más importantes a los movimientos pictóricos de vanguardia de los años 70 y principios de los 80. El pintor Ocaña con su quehacer artístico y también con su acción fue uno de los máximos exponentes de la libertad que tanto se ansiaba en aquella época. Un artista comprometido que se expresaba con gran libertad sin atender a las posibles consecuencias de un país todavía anquilosado en unos valores arcaicos y peligrosos. Ya entonces, en los estertores de la cruel dictadura franquista, un luchador por el reconocimiento y la igualdad del colectivo LGTB. Se convirtió en un personaje típico de las Ramblas, se travestía sin ningún tapujo a plena luz del día con una mezcla de andaluza y de religiosidad típica de su tierra, y vivía rodeado de los que le querían y entendían. De original vida, Pérez Ocaña también encontró la muerte de la manera más sorprendente. Volvió a Cantillana, para celebrar unas fiestas de carnaval y reunirse con su familia, a la que adoraba. Pérez Ocaña confeccionó un disfraz de sol, con papel, tela y bengalas, que desafortunadamente se quemó, produciéndole quemaduras mortales. El 18 de septiembre de 1983 Pérez Ocaña moriría en el hospital, una semana después de haberse quemado accidentalmente. Como diría Carlos Canos, “se fue vestido de sol”.

Después de su muerte se han organizado exposiciones, producido películas y documentales, y publicaciones en torno a su vida y obra. Trabajos encomiables de grandes artistas, profesionales y autores que han puesto en valor su trayectoria, sin embargo consideramos que hay que hacer otro esfuerzo aún mayor, como es el caso del tantas veces anunciado Museo Ocaña. Además la deuda con la memoria de Ocaña está ahora más vigente que nunca, pues la actual crisis económica no puede ser la excusa para borrar nuestra identidad y nuestra historia. La memoria de Ocaña, que no es otra cosa que su vida y su obra, tiene que estar presente de forma permanente para que las generaciones jóvenes conozcan la talla intelectual y artística de personas como Ocaña.

Por todo esto lo los abajo firmantes manifestamos y exigimos:
Que de una vez por todas las administraciones encargadas de velar por el patrimonio cultural e histórico (Diputaciones, Consejerías de Cultura, Ministerio de Cultura) atiendan esta demanda ciudadana y apoyen al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cantillana en la puesta en marcha del Museo Ocaña.

Esperamos que nuestras demandas sean atendidas y podamos en este año 2013 inaugurar un espacio museístico dedicado a Ocaña, por el bien de la cultura universal de nuestros pueblos. Un lugar para el pintor Ocaña.

 

A ese manifiesto seguían más de cien firmas. Pero esta ola de amor por nuestro Ocaña no acababa ahí, poco después recibimos esta esperanzadora nota:

Nota de prensa

02/04/2013

LA ALCALDESA DE CANTILLANA RECIBE A FAMILIARES DEL PINTOR OCAÑA Y A REPRESENTANTES DEL MANIFIESTO

“UN LUGAR PARA EL PINTOR OCAÑA”

El lunes día 1 de abril una representación de la familia del pintor Ocaña junto a miembros de la editorial Atrapasueños entregaron a la alcaldesa de Cantillana el manifiesto y las cien primeras firmas. El ayuntamiento de Cantilla recogerá firmas de sus vecinos y vecinas en sede municipal.

atrapasueños-reunion con alcaldesa 3 

La reunión transcurrió en un ambiente agradable de total colaboración y búsqueda de acuerdos donde se abordó la cuestión del museo. La alcaldesa de Cantillana asumió su compromiso de poner en marcha el museo en este año 30 del fallecimiento del genial pintor. La familia planteó algunas cuestiones fundamentales que también fueron aceptadas como la creación de una comisión para el museo donde se den cita familiares, técnicos y amigos importantes del pintor. Una comisión práctica que trabaje de forma metódica por la apertura del museo. También se estuvo valorando el espacio idóneo para el museo asi como los plazos de su apertura, que sea en este año 2013 y no se demore más en el tiempo.

Se hizo entrega del manifiesto a todos los grupos políticos de Cantillana y a la propia alcaldesa se le dio un libro de firmas y se le solicitó que se pusiera en sede municipal para recoger todas las firmas de los vecinos y las vecinas de Cantillana que quieren apoyar el museo. Este libro de firmas estará disponibles desde ya para su firma y la alcaldesa asumió esto con total dedicación.

En poco tiempo se espera la creación de la comisión del museo Ocaña y esperamos ver ya más adhesiones, por lo que seguiremos trabajando para que otras administraciones tomen posición ante el museo.
Para más información:
Coordinación Atrapasueños editorial Joaquín Recio 653 510 310

Porque es hora de hacerle justicia a un faro que nos iluminó a muchas y muchos el camino. Exigimos que Ocaña deje de ser un retrato intermitente y sea un museo permanente. Porque su vida y su arte puede iluminar a muchas y muchos desde Cantillana hasta más allá.

PD: si queréis verle y escucharle en acción, os dejo la película que le convirtió en icono de su tiempo:

Publicado en Diario Público

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