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Hay que cambiar esta Unión Europea y sustituir a Merkel por un poder democrático

Tres años después de la tragedia griega, que supuso el inicio de la crisis del euro, el rescate a Chipre confirma que no hay indicios de que se vaya a parar la destrucción del proyecto europeo mientras se mantenga el liderazgo de Merkel.

La Unión Europea (UE) ha abierto una nueva fase al imponer a Chipre un plan de ajuste que, entre otras medidas, incluye cruzar dos de las “líneas rojas” que la misma UE había trazado: que en el euro no puede haber “corralitos” y que la eurozona garantiza los depósitos pase lo que pase con los bancos. Lo ha hecho además improvisando, contradiciéndose en cuestión de horas y ofreciendo una lamentable imagen de desgobierno.

Los rescates se han convertido en la síntesis de toda la contaminación neoliberal que ha infectado a las decisiones europeas y en un instrumento para la transferir rentas y poder político desde el factor trabajo a los grandes capitales financieros y desde las cuentas públicas al capital privado. Una intervención del Banco Central Europeo (BCE) habría resuelto los problemas financieros de la eurozona sin ahogar a las economías de los Estados periféricos pero quitándole esta oportunidad a los acreedores que aumentan sus ganancias al aumentar la prima de riesgo

A la actual canciller alemana sólo le preocupa, por encima de cualquier otra consideración, las próximas elecciones alemanes y los intereses de la industria alemana y sobre todo de sus bancos. Merkel quiere consiguir la cuadratura del círculo a base de hundir el proyecto europeo: quiere una moneda que no se revalorice para no deteriorar a los exportadores alemanes y pero sobre todo una baja inflación para beneficiar a los bancos acreedores alemanes.

Mientras EE.UU., Reino Unido, China o Japón están incrementando su base monetaria, Merkel está subordinando a las economías periféricas a las que mantiene en una situación de riesgo institucional por la no intervención del BCE, evitando que el euro se aprecie por la situación de riesgo pero utilizando los rescates para evitar su quiebra y al mismo tiempo aumentar la prima de riesgo que beneficia a todos los acreedores de deuda pública (los mercados financieros).

Las consecuencias de la actual estructura de la Unión Europea son:

a)      Una Europa con el mayor paro de su historia. Según las últimas cifras de Eurostad hay en la Unión Europea 26,2 millones de personas en paro y 19 millones en la zona del euro (el 10,8 % y el 11,9 % de la población activa, respectivamente). El desempleo juvenil  ha alcanzado un nuevo máximo en todos los Estados miembros de la UE (estan desempleados el 23,6 % de los jóvenes activos), y los períodos de desempleo tienden a ser mucho más largos entre los jóvenes. Además, no hay precedentes de unas diferencias tan grandes entre el sur o la periferia y el norte de la zona euro, en el número de personas en paro.

b)       Una Europa territorialmente dividida entre los Estados acreedores del norte y del centro los deudores del sur y de la periferia.

c)       El porcentaje de población de la UE que está pasando dificultades económicas está muy por encima de los niveles jamás observados durante la última década y ya afecta a más de una de cada cuatro economías domésticas con un bajo nivel de renta.

d)      La actividad económica en la zona euro experimentó en el último trimestre de 2012 una contracción del – 0,6% respecto al trimestre anterior lo que supone encadenar tres trimestres consecutivos con caídas del PIB, según Eurostat. En el conjunto de 2012 registró una contracción del 0,5%, frente a la expansión del 1,5% en el ejercicio 2011. Incluso la propia economía alemana sólo ha crecido en 2012 un 0,7% de su PIB porque en el 4º trimestre de 2012 ha retrocedido el -0,5% por la caída de las exportaciones a los Estados del sur

 

e)      Una opinión pública que rechaza cada vez más el proyecto europeo.

Las políticas de recortes y rescates están conduciendo a l@s ciudadan@s de la UE a un callejón sin salida. Las políticas económicas centradas exclusivamente en la estabilidad de precios no garantiza la estabilidad económica. La bajada de los tipos de interés (0,75%) por el BCE carece de efectos significativos (trampa de liquidez).

El resultado de todo esto es una Europa divida entre un norte próspero que roza el pleno empleo y un sur sumido en una profunda recesión y la separación brutal entre las instituciones europeas y la ciudadanía. En definitiva, el hundimiento del proyecto europeo y el triunfo de los mercados financieros.

El proyecto europeo solo tiene sentido si sirve para defender la democracia contra los mercados, salvaguardar el Estado social en Europa y preparar la transición hacia un nuevo modelo económico basado en la igualdad y la sostenibilidad

 

Chipre debe ser el punto final de la revida de la Unión Europea y la decisión del Tribunal Constitucional de Portugal el punto de partida.

Las personas de los Estados más castigados por las actuales instituciones europeas están reaccionando con creciente virulencia contra tan inaudito ejercicio de despotismo tecnócrata y contra las políticas de ajustes. En Portugal, en Chipre o en Grecia se están desarrollando grandes manifestaciones en las calles contra la troika a la identifica como los amos de Europa pero los subalternos del capital. Incluso los suicidios como último recurso de la protesta social y de la desesperación están siendo cada vez más numerosos y no sólo en Grecia. En Bulgaria, el Estado más pobre de la UE, seis personas se han quemado a lo bonzo en los dos últimos meses.

Sólo hay una alternativa: lograr que se democratice la Unión Europea. Es evidente que la institucionalidad de la UE no reproduce el esquema de “separación de poderes” y que el Parlamento Europeo (PE), la única institución directamente elegida por el sufragio de 500 millones de europeos, no es una cámara legislativa. El PE que podría ser el más poderoso en su historia y sin embargo es el gran ausente es esta fase determinante para la configuración de Europa. En la democratización de la Unión Europea reside la clave para cambiar su dinámica suicida, porque es la opción de los que no tienen poder de forma aislada, sólo cuando se unen y son mayoría. Pero entonces además de poder tienen legitimidad, lo que hace falta para frenar a los que tienen el poder económico.

Con democratización no podrían haber habido estas políticas de ruptura con los intereses de sus ciudadanos; con democratización puede haber más unión fiscal y monetaria y por lo tanto un mejor diseño institucional del Euro y del BCE. Con un BCE que se comportara como un verdadero banco central al estilo de la FED o del Banco de Inglaterra, la deuda de los Estados no hubiese supuesto la segmentación de Europa y el hundimiento de los Estados del sur.

Las elecciones europeas del 2014, van a ser las elecciones más decisivas de su historia. Son la ocasión para que la ciudadanía europea ajuste sus cuentas con Merkel, la troika y la tecnocracia y ponga en la agenda los cambios estructurales que se han convertido en imprescindibles

Son la gran ocasión para que los ciudadanos puedan cambiar la actual correlación de fuerzas e impulsar con su voto una reforma democrática estructural de la UE que permita una nueva política fiscal, presupuestaria, inversora y redistributiva.

Necesitamos un frente amplio de izquierdas en Europa que consiga una mayoría política en el Parlamento europeo para que éste tenga una nueva legitimidad para detener la actual dinámica suicida de la UE y defender un proyecto democrático, social y confederal para Europa.

Solo una nueva mayoría democrática en Europa puede enderezar el rumbo actual en favor de los intereses de las grandes entidades financieras y de los mercados y en contra de los intereses de la mayoría, impulsando una postura combativa en el parlamento para recomponer el proyecto europeo e impedir que los actuales líderes europeos ya sea por acción (Merkel y sus aliados) o por omisión, sigan rompiendo las bases del contrato político implícito que tiene que unir a sus instituciones con la opinión pública europea.

Desde Andalucía podemos contribuir a impulsar y construir una alternativa que defienda un espacio público europeo democrático, social y ecológico.

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