Raúl Solís | Los grandes empresarios españoles piden a gritos a Mariano Rajoy que acelere las reformas “que necesita la economía española”. Es decir, los amigos de privatizar los servicios públicos y de nacionalizar la construcción de puertos, carreteras y aeropuertos le piden a Mariano Rajoy que acelere las reformas “que necesitamos nosotros para poder sacar tajada de la injusticia”. Para tal cometido se reunieron ayer empresarios y el presidente del Gobierno.
Lo que los grandes empresarios le piden a Mariano Rajoy , y que no dudéis que hará, no es crear una clase media capaz de gastar para reanimar el consumo y la creación de empleo, no; lo que exigen los hombres del IBEX 35 son más medidas para seguir perpetuando el capitalismo de amiguetes. Los causantes de que estemos comiendo ladrillos por encima de nuestras posibilidades, le recuerdan al jefe del Ejecutivo español que aún es posible aumentar la tasa de parados hasta que la necesidad extrema obligue a los parados a aceptar empleos en condiciones de esclavitud. De rodillas mejor que de pie.
Otra de las reformas que los lobbies empresariales persiguen es la modificación del sistema de pensiones, sin posibilidad de hacer negocios en la construcción, invertir en fondos de pensiones es un negocio con altas probabilidades de rentabilidad. Su plan último es que para poder cobrar una pensión sea imprescindible la presentación de la partida de defunción. De rodillas y pobres de solemnidad.
También les molestan enormemente los funcionarios y en sus planes está ir a por ellos. Su plantilla de Excel les dice que despidiendo funcionarios, privatizando totalmente la Sanidad y cerrando por derribo las universidades públicas, su cuenta de resultados notará la mejoría. Los hombres del IBEX 35, nuestros hombres de negro, le piden a Mariano Rajoy que pise el acelerador para poner en práctica los dictados que salen de las fundaciones ideológicas del neoliberalismo, financiadas por las empresas que lideran estos hombres de negro de la Marca España, una marca que exporta miseria y sadismo en cantidades industriales.
Sus documentos les dicen que casi un millón de jóvenes emigrantes es aún una cifra muy baja para una generación que ha estudiado por encima de sus posibilidades o que el número de personas sin ningún tipo de ingresos es aún insuficiente para instalar sus normas de sálvese quien pueda. La pobreza extrema del 20% de la sociedad española también les parece de juguete, quieren más sangre.
De subir los impuestos a las grandes fortunas, a las empresas más contaminantes o de acabar con las SICAV, una figura fiscal mediante la cual las grandes fortunas duermen en un paraíso fiscal diseñado a su medida, no tienen opinión. Cuanto peor les vaya al resto de los mortales, mejor les irá a ellos.
Acelera, Mariano: aún es posible aumentar las desigualdades sociales y crear más dolor social del ya existente. Los empresarios te lo están diciendo a gritos y a ellos te debes. Es la hora de premiar a una casta empresarial que vivió del crédito y que sus negocios de lucro rápido y de obras faraónicas han arruinado las cajas de ahorro, a las que estamos rescatando con el dinero de las víctimas que están escupiendo ladrillos y duermen debajo de las ruinas de un modelo que se ha matado a sí mismo.
La cosa está clara: saben que les quedan exactamente dos años y medio para desmantelar los servicios públicos, comprar lo que quede de ellos y explotar las necesidades de sanidad, educación, justicia y gestión de los ciudadanos. Son sólo dos años y medio, porque no van a volver a ganar las elecciones, y tienen que darse prisa. Ya lo pedía anteayer Esperanza Aguirre: ¡ejecuta el programa del PP! ¡Deprisa!
Esto va a ir cogiendo velocidad y, mientras tanto, los grupos de las izquierdas enseñando sus pedigries, a ver quién lo tiene más largo.
¡Mierda! Por un lado nos van a joder vivos estos fachas y sus infiltrados de ‘clase media’ que compran en el Corte Inglés. Y por el otro el otro los que no saben ni quieren saber de política pero tienen que comer y dar de comer a sus hijos, y les da todo igual, porque han oido que todos los políticos son iguales. Y debe ser verdad, porque a su casa no vino ninguno a darle trabajo.