El próximo 25 de mayo celebramos de nuevo elecciones para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Será al VIII Legislatura europea (2014-2019). Las primeras elecciones europeas se celebraron en 1979. En la actualidad, tras las últimas elecciones celebradas en junio de 2009, el Parlamento Europeo tiene 754 europarlamentario/as, de los que 54 correspondieron a España. A partir de la elecciones de mayo de 2014 , a pesar de que la UE cuenta con un nuevo Estado miembro desde el 1 de julio de 2013, Croacia, el Parlamento Europeo se ajustará a 751.
Estos son los 28 actuales Estados de la UE, cuya ciudadano/s votaremos el 25 mayo votaremos en elecciones europeas: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, República Checa, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos (Holanda), Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Suecia
Con este motivo de las nuevas elecciones europeas, conviene hacer memoria sobre los principales elementos históricos del proceso de construcción política, social y jurídica de la actual Unión Europea. Precisamente la primera fecha importante en el proceso de integración y unidad europea es el 9 de mayo 1950. En esta fecha, el Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Francia Robert Schuman, inspirado por otro de los ideólogos de la unidad europea, Jean Monnet (las cátedras de estudios europeos llevan su nombre), planteó públicamente integrar las industrias del carbón y del acero de la Europa occidental. De esta idea surgió la primera Comunidad Europea, la del Carbón y del Acero (CECA), cuyo Tratado se firmó en París en 1951.
Unos años después, el 25 de marzo de 1957, se firmaron en Roma los Tratados constitutivos de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom) y de la Comunidad Económica Europea (CEE o Mercado Común). Todo este proceso de integración europeo constituye un proceso gradual que debe abordar necesariamente la dimensión política, económica, y social, aunque tuvo su inicio exclusivamente con la liberalización del comercio y el diseño de políticas económicas comunes entre los países fundadores. Se trataba de un movimiento de unidad que se ha ido generando y potenciando en el devenir más reciente de la historia del continente europeo. Pero, anteriormente la historia de Europa había estado protagonizada por enfrentamientos bélicos para dilucidar cuestiones territoriales y de soberanía política en diferentes puntos del solar europeo. Después de la primera guerra mundial se abre un debate político e intelectual europeo sobre la conveniencia y necesidad de unir política y económicamente a los Estados Europeos, que se intensificó tras la segunda gran contienda bélica. No obstante, en pleno siglo XX se produjo otra gran división en Europa, la ideológica y económica: comunismo-capitalismo, con bloques militares enfrentados (OTAN y Pacto de Varsovia).
Los Estados integrantes de las originarias Comunidades Europeas fueron Alemania, Francia, Italia, y los Estados del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo). En enero de 1973 se produjo la primera adhesión de nuevos estados, con la incorporación de Dinamarca, Irlanda y Reino Unido. En 1981 se adhiere Grecia, en virtud del Tratado de Atenas de mayo de 1979. El Reino de España y la República de Portugal se unieron al club comunitario en enero de 1986, tras la firma del Tratado de Madrid y Lisboa de 12 de junio de 1985. En 1995 se configuró otra gran ampliación, con la incorporación de Austria, Finlandia y Suecia, decidiendo en referéndum los ciudadanos de Noruega no entrar en las Comunidades Europeas, al igual que ya habían hecho en 1972.
Pero la gran ampliación territorial y política por el este de Europa estaba por llegar, con el reto de integrar los pueblos y Estados desarrollados tras el Muro de Berlín, bajo la influencia de la extinta Unión Soviética (URSS). La Unión Europea acogió a diez nuevos países en el año 2004: Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y República Checa. Y finalmente, en 2007 ingresaron Bulgaria y Rumania, con lo que se llegaba a la anterior Unión Europea de 27 Estados, ahora ampliada a 28 con la reciente incorporación de Croacia el pasado 1 de julio de 2013.
El actual lema de la Unión Europea es “Unida en la Diversidad”, que intenta sintetizar todo un proceso de integración económica y político iniciado hace ya más de 60 años. La profundización del proceso de integración de Europa sólo tendrá futuro si se abordan decididamente las preocupaciones reales que tenemos los ciudadanos europeos, elaborando de manera participada y ejecutando verdaderas políticas de integración comunitaria en materias como el empleo, la lucha contra la pobreza, la defensa de los valores ambientales, la extensión de la cultura, o la cohesión social entre los territorios de la Unión. La escasa participación en las últimas elecciones al Parlamento Europeo celebradas hace cinco años (junio de 2009) debe hacernos pensar en activar más elementos democráticos para Europa.
En la nueva legislatura europea 2014-2019, el Parlamento Europeo ha de ser la punta de lanza para avanzar a una Europa menos intergubernamental y más soberana políticamente, cuyo único principal pilar de legitimación sea la ciudadanía europea. En definitiva, para conseguir que realmente la UE sea la mayor democracia del mundo, cuantitativa y cualitativamente.
Para ese objetivo, la cámara de Estrasburgo debiera fomentar la cercanía a la ciudadanía por parte de las instituciones europeas, intensificar los mecanismos de participación ciudadana y la profundización del proceso de integración abordando las auténticas preocupaciones de los ciudadanos europeos, como es la reintegración en el mercado de trabajo de los más de 26 millones de personas en desempleo que ya hay en la Unión Europea, o el reforzamiento de la política medioambiental en materia energética (objetivo, triple 20%) propiciando el aumento del uso de las energías renovables, la disminución del consumo energético, y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, elementos que deberían formar parte de un nuevo modelo de desarrollo económico.
El nuevo Parlamento Europeo tendría que conseguir que realmente el ciudadano participe con más intensidad en los asuntos europeos y que se eleve de forma significativa su participación política en las elecciones europeas, pues nuestros eurodiputados cada vez representan a menos europeos. Para este importante reto de crecimiento democrático y social de la UE somos necesarios ciudadanos europeos más informados y más comprometidos en el proceso de construcción europea, con el objetivo de hacer más transparente y democrático el actual sistema institucional de la UE.
Ángel B. Gómez Puerto (Córdoba). http://gomezpuerto.blogspot.com.es