Mario Ortega / Con el asunto de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía sobre la viabilidad del proyecto de teleférico Granada-Pradollano no voy a decir la respeto, voy a decir la critico y no la comparto.
El TSJA se mete a analizar comparativamente los argumentos ambientales de la empresa (parte interesada nunca mejor dicho) contra los argumentos ambientales de la declaración de Impacto Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, que en nuestro ordenamiento jurídico está para defender lo público (y qué más público que el medio ambiente).
Los juristas de la sala de lo contencioso del TSJA, lo hemos sabido por la prensa, se meten a biólogos, ingenieros, economistas, sociólogos y ambientólogos. Y yo digo que su papel es hacer justicia, no juicios de valor y peritajes.
Pero bueno, ya se sabe como anda la justicia en estos asuntos. Y cómo tan seriamente y tan diligentemente se ha tomado durante los años del boon del ladrillo, el alquitrán y el hormigón, los asuntos ambientales y otros asuntos (ustedes se imaginan).
Lo que resucita el TSJA es un espectro con un puñado de torres de hasta 70 metros de altura, en 21 kilómetros, visibles desde 40 kilómetros y con los apoyos en zonas protegidas LIC, ZEPA y de parque natural, con obra pública y expropiaciones imprescindibles. En un momento en que el cambio climático afecta gravemente a Sierra Nevada y a la estación de esquí, con cada vez más escasa nieve natural y ya suficientemente saturada.
Y dicho esto, ahora le toca al alcalde de nuestra ciudad, que ha visto en esta sentencia la posibilidad de una nueva confrontación política con la Junta de Andalucía. El alcalde dice que ahí tiene unos terrenos municipales para que las empresas promotoras los usen a su antojo, en Granada. Y digo yo,¿si son municipales, entonces se los regalamos?, ¿no? Qué bien, para los promotores el beneficio y para el común, que somos todos y todas, el gasto.
Lo que pasa, señor alcalde, es que este proyecto megalómano y dañino para Sierra Nevada, el medio ambiente, e incluso para el futuro de la estación es inviable no sólo ambientalmente, es inviable económicamente, mucho más en los tiempos que corren, con una banca que no pondrá un euro si no es con aval público. Ocurre que no se va a hacer, por mucho que usted se empeñe, porque los tiempos del delirio a costa de lo de todos se acabaron, ¿o va a avalar usted el proyecto de su bolsillo?. Usted ha visto filón para la confrontación, pero el desmentido se lo van a dar las propias empresas promotoras que van a ver que si las instituciones no ponen los avales, los terrenos, el valor de las expropiaciones y una buena parte de los dineritos, entonces no podrán ganar nada.
La empresa promotora, un conglomerado de doce empresas con un capital social de 600.000 €, pretendía una inversión de 40 millones de euros en una obra presupuestada en 130 millones de hace seis años. ¿Quién pondría la diferencia final?
La operación era la de siempre, que los presupuestos públicos inviertan en intereses privados vendiendo el humo del desarrollo, para colgarnos otra vez de un cable a la intemperie, y dejarnos helados y en pelotas, como ahora.
En cuanto al empleo y todas esas cosas que se suelen argüir a modo de chantaje, le diré que no es precisamente esta obra la que genera tejido productivo estable, y que para subir a Sierra Nevada y limitar la contaminación y las emisiones de CO2 hay alternativas más baratas, más ecológicas, con más empleo, y social y ambientalmente menos destructivas: Transporte colectivo y recuperación de un tren-tran a Sierra Nevada que preste servicio a los pueblos de su trayecto.
Sierra Nevada tiene una proximidad y un acceso envidiable por cualquier estación de esquí europea, seamos sensatos. Hay alternativas.
Columna radiofónica en SER Granada, 12/03/2014