Si algo dibuja a las generaciones de militantes profesionales que han persistido administrando a la “izquierda de la izquierda” en los últimos treinta años es la actitud ante la emergencia de Podemos. Son gentes que son, en su inmensa mayoría, honestas, muy honesta, nada de casta (no estoy hablando del PSOE se entiende) pero “pobres de espíritu” , muy pobres y con la impotencia inscrita en su ADN.
La ideología del consenso yy la pasividad ciudadana que la transición promovió ha acabado generando un sistema de selección adversa o negativa . En la izquierda que ha gobernado , un tipo militante profesionalizado, cargado de clientelismo y nepotismos, donde solo quedaban los mas ineptos y con menos escrúpulos. En la izquierda de la izquierda , los mas “cortitos de leche”. La transición corrompió o aburrió a los mejores. Y no estoy hablando de títulos académicos o de habilidades intelectuales o profesionales. Los mejores son los más generosos, los más valientes, los más creativos, lo más queridos y los que más quieren, los que tienen una vida rica más allá de los muros de las sedes. Eran esos y esas militantes que en el final del franquismo florecían en los tajos, en los barrios , en las empresas y en las aulas. En mi instituto había un líder por cada.metro cuadrado. Líderes naturales sin ninguna potesta y con mucha autoritas.
Esa gente se fue yendo, en su inmensa mayoría, conforme se fue imponiendo el consenso y se fue dejando claro que un monarca con una legitimidad de origen fascistas era el verdadero “motor de la democracia”. No es que aspiráramos a ninguna aristocracia militante más tampoco nos merecíamos esta Kakocracia que se vino a imponer finalmente.
Pero ese callado y desilusionado abandono, el “desencanto” se le llamó entonces, no estuvo exento de un fractura moral oculta, que dividió en dos aquellas generaciones. Sólo a través de gestos oblicuos y políticamente discretos, se manifestaba. Entre esos gestos oblicuos no todos fueron pacíficos y ahí está la dramática epopeya de la droga y la delincuencia en la que se ofrendaron, cual mártires nihilistas, mucho de los mejores de esta generación , en ocasiones de los más bellos y los valientes. En mi memoria tendrá siempre un palio para su descanso. La literatura ha sido en gran medido el territorio de expresión incruenta de esta escisión generacional: Haro Ibars, Panero, Montero, Chirbes han fotografiado en blanco y negro esta herida intima tan política.
Por eso no es extraño comprobar la reacción tan diametralmente opuesta que Podemos ha provocado en personas que vivieron y lucharonen las mismas barricadas hace ya muchos años. tiempo. Mientras que miles de personas de esa generación del desencanto se entusiasman y vuelven recuperar la alegría política , la ilusión con estos y estas jóvenes de Podemos que se parecen a nosotras y a nosotros pero que son mucho , mucho mas listos. Otros los odian , pues ven en ellos el mapa y el espejo de todo lo que quisieron ser y no fueron, el espejo de sus frustraciones. Le pasa como a esos presos largamente institucionalizados que no quieren salir cuando la condena ya está cumplida; se han acostumbrado sencillamente a perder.