- Política es aquello, aunque no todo aquello, que no es de lo que los medios, la opinión publicada, los partidos hablan cuando hablan de “política”. Esta opinión, aquella otra, un programa sobre un tema, un programa sobre otro tema, los impuestos, las leyes, la corrupción, la moralidad pública, la monarquía…, yo que se, que más da; eso, “eso”, eso no es la política.
- Política es “eso” que había antes y que queda después de hablar y de hacer política. No es el Estado, pero sí la necesidad de las instituciones, ni es este pueblo, pero sí la necesidad del pueblo; no es el derecho, pero sí la necesidad de prohibir; no es la anomia pero si la libertad como “potencia constitutiva de la transgresión (Spinoza) y a la par la “conciencia de la necesidad” (Hegel).
- Política es eso contradictorio y agonístico que late en la necesidad de la acción y la vida colectiva y que nunca se acaba de resolver en un consenso definitivo y pacífico pero que nunca, por ello, puede ser abandonado a su suerte. La política es lo común previniéndose de los efectos indeseables, pero inevitables en su totalidad, de lo común. Por eso nos fascina y nos repele a la par; porque siempre remite a lo siniestro (la competencia) y lo numinoso (la cooperación).
- La política es hacer que hasta la inevitable competencia (conflicto) funcione en beneficio de la cooperación creando sentido colectivo. Por eso es el lugar de la mayor complejidad que paradójicamente necesita y reclama la mayor simplicidad. No es la política un espacio tranquilo sino permanentemente inquieto; no una ontología de la acción (gestión), ni de la pasión (movilización); sino una ontología de la tensión irresoluble.
- La política es pues la democracia. Todos los intentos de sustituir a la democracia han resultado trágicos por que suponían la alternativa imposible a la política. Y de todos esos intentos el más fuerte y el más peligroso es el que vivimos en la actualidad. El capitalismo tiene en su programa la sustitución de la política al negar la tensión entre lo siniestro y lo numinoso. La lógica del capital comporta la extensión invasiva de la lógica de los siniestro. Al contrario de las utopías idealistas que ignoraban lo siniestro por completo; el capitalismo al suprimir lo numinoso, elabora una utopía negativa, aún mas peligrosa y destructiva porque es más utópica aún. ¡Política o barbarie ¡ ¡Democracia o capitalismo! Las consignas de nuestro tiempo.