Podemos nació para asaltar los cielos y luchar contra la casta, nivel maldito en el que situaban a PP y PSOE. La radicalidad discursiva de los de Pablo Iglesias no dejaba lugar a dudas: “PP y PSOE , la misma mierda son”. Así, fruto de este juego de odios, a IU le cayeron chuzos de punta por pactar con el PSOE en Andalucía y por, según Podemos, haber sido «la muleta de la casta”.
Esta retórica hacía indispensable que Podemos asaltara los cielos para acabar con la casta y no tener que pactar con el PSOE. En poco más de un año de vida, Podemos ha ido descafeinando su verborrea y ahora, después de las elecciones municipales y autonómicas, el PSOE ya no es casta.
Podemos está dispuesto a pactar con el PSOE, a darle su apoyo parlamentario o a conformar gobiernos de coalición. Sin sonrojo. Eso mismo es lo que ha venido haciendo Izquierda Unida desde su fundación en 1986, intentar con los apoyos recibidos ‘obligar’ al PSOE a que hiciera políticas de izquierdas e influir políticamente desde la realidad, no desde los cielos.
Que Podemos vaya a gobernar con el PSOE no quiere decir que la formación de Pablo Iglesias sea muleta de los socialistas. Ni que Podemos vaya a venderse por cuatro sillones, cuatro sueldos y la ambición de poder. La diferencia es que a IU le han llovido las críticas desde un maximalismo que ahora está dispuesto a hacer lo mismo, más que nada porque la realidad manda y la tierra dice diálogo, pactos, sensatez y no asalto a los cielos.
Que Podemos vaya a pactar con el PSOE para echar al PP e intentar influir en programas de progreso –o de izquierdas, la palabra prohibida- a favor de la mayoría de la gente, no es criticable ni hay que echarse las manos a la cabeza. Es lo deseable, lo sensato y lo que hay que hacer después de que la gente haya votado, tierra y no cielo. Lo único criticable es el nivel de soberbia y decir una cosa y la contraria con sólo unos meses de diferencia.