Mónica Oltra es una bruja malvada. Una histérica, depravada, impulsiva, ambiciosa sin límites, inmoral, enloquecida, populachera, sobreactuada, egocéntrica, depredadora, controvertida, con hambre de poder y no sé cuántos más adjetivos asquerosamente machistas se han podido publicar estos días, en forma de tuits, de artículos de opinión o de chascarrillo de tertuliano.
Por el contrario, Ximo Puig, el líder del PSOE con el que Oltra se disputaba la presidencia de la Generalitat Valenciana, es un hombre de Estado, responsable, serio y aplaudido porque ha intentando hacer algo muy valiente: pararle los pies a una bruja que quería disputarle el poder a un hombre. ¡Cómo se atreverá esta bruja!
El PSOE valenciano necesitaba tejer un relato de mujer malvada para dar vía libre a sus deseos primitivos, que no eran otros que pactar con Ciudadanos y conseguir el apoyo en forma de abstención del PP para no tener que cogobernar con Compromís, una fuerza de izquierdas que no se conforma con un mero cambio de caras en la Generalitat Valenciana y que apuesta por políticas que ponen nerviosos al poder económico y a los portavoces de éstos, los grandes medios de comunicación que han reproducido el relato de bruja diabólica de Oltra.
Lo más triste de este político-drama ha sido que algunas mujeres, adversarias políticas de Oltra, se han apuntado también al carro de tratar de dilapidar a una mujer con los argumentos del enemigo de las mujeres, el machismo ruin que no tolera que una mujer tenga liderazgo, sea inteligente y haya logrado resultados electorales que hacen temblar los cimientos del socialismo valenciano y ha sacado a la luz las corruptelas y vicios de la “borrachera de poder”, según palabras de la propia Oltra, del PP valenciano.
Mónica Oltra es molesta, por ser mujer y por ser de izquierdas; y tiene pasado, un pasado que ha abierto las venas de la Comunidad Valenciana y conseguido convencer a miles de personas que una región no está en el mapa si no lo están las personas que habitan en ella.
Oltra es un bruja, sí, como brujas son todas las mujeres que se atreven a disputarle el poder a los hombres y romper con la testosterona en cualquier ámbito público. Los titulares publicados y declaraciones vertidas por tertulianos varios durante estos días dicen mucho de lo profundamente instalado que tenemos el machismo en nuestra sociedad.
Del mismo modo que da mucha información también que el relato diseñado por el PSOE, que iba abocado al éxito de no haberse frenado porque la aritmética parlamentaria no daba posibilidad de que los socialistas pactaran con Ciudadanos, haya sido el de una mujer cruel, sin piedad, capaz de todo por el poder y extremadamente maquiavélica. Un relato, por cierto, que no ha sido contrariado por ninguna mujer socialista; lo que también nos dice que si algo es transversal es el machismo y la inmisericordia cuando de atacar a una mujer que le disputa el poder a un hombre se trata.