Antonio Carlos Zurita
“El aleteo de una mariposa hoy en Japón, puede provocar mañana un huracán en Nueva York”.
El estornudo de la bolsa en China o la crisis humanitaria provocada por los conflictos armados en el levante del Mediterráneo tienen impacto en las conciencias y en la vida cotidiana de miles de andaluces, además de ocupar portadas de la prensa local.
El análisis de las problemáticas cotidianas (sociales, económicas o ambientales) de nuestro espacio territorial más cercano, Andalucía, nos acerca cada día más a las causas globales, a encontrar la raíz de muchos problemas a miles de kilómetros.
La globalización hace el mundo más pequeño y nos obliga a incorporar al lema ya histórico de “pensar globalmente y actuar localmente” el complemento a la altura de los tiempos, con mayor claridad que nunca: “pensar, también, localmente, y actuar globalmente”.
Mirando con una proyección de casi 30 años atrás, la entrada en la Unión Europea (posteriormente en el euro) supuso una transformación estructural de la economía y la sociedad andaluza. De manera más próxima en el tiempo, el conflicto generado en la frontera ruso-ucraniana a más de 4000 kilómetros, afectó de manera muy importante a nuestra agricultura, en especial a la hortofrutícola de Almería.
El impacto en nuestra comunidad de la crisis generada por el capital especulativo, nos recuerda que la raíz de los problemas también tiene su origen en políticas globales.
Desde Andalucía esta vocación por actuar en la agenda internacional debe convertirse en uno de los pilares de su acción.
Señalemos, al menos., dos escenarios en los que esta acción internacional afecta a Andalucía: la integración regional (Europa, Mediterráneo, América Latina), y la cooperación internacional – defensa de los derechos humanos.
Europa es un escenario de integración regional en el que Andalucía tiene que actuar. Nunca hemos estado a la altura de la renta media europea, la brecha entre la Europa rica y la Europa pobre (en la que se encuentra Andalucía) crece. La alianza de actores sociales y políticos desde Andalucía con otros en el resto de Europa es fundamental para alterar la correlación de fuerzas, hoy muy favorable a políticas especulativas, de concentración de riqueza que no ayudan. La construcción de una Europa política, social y económica con valores de equidad, igualdad y sostenibilidad no es tarea fácil, pero es una tarea necesaria. Para ello es fundamental asumir que Andalucía puede y debe aportar sus experiencias positivas, su capacidad para actuar, sin complejos, en el escenario europeo.
Otro escenario de integración regional es el Mediterráneo. Por historia y por geografía nos unen vínculos muy fuertes en este continente líquido, nunca mejor dicho, a pesar de la gran brecha cultural existente ahora con los países de la ribera sur. El fenómeno ilusionante de las primaveras árabes, dio paso a conflictos armados en los que la voracidad de occidente por el control de los recursos fósiles (petróleo, gas) provoca la indigestión en forma de migración masiva en busca de refugio.
América Latina, nuestra frontera trasatlántica, comparte con Andalucía proximidad cultural sólida: historia, apellidos y lengua. América Latina hoy es un referente mundial, un laboratorio con experiencias novedosas, y, paradójicamente, destino de la emigración de miles de nuestros jóvenes profesionales. La cooperación y la alianza con América Latina es fructífera para la consolidación de esos procesos exitosos y para la construcción de un nuevo modelo en Andalucía, España y Europa.
Esa mirada a las diversas integraciones regionales, no excluyentes, debe presidir como pilar importante las estrategias para el desarrollo de Andalucía en un contexto que cambia a una velocidad de vértigo.
Por otro lado, la cooperación internacional para el desarrollo, la erradicación de la pobreza, la defensa de la naturaleza, la lucha por la igualdad y la defensa de los derechos humanos son valores que impregnan el “adn” de la cultura andaluza y la agenda internacional sobre Objetivos de Desarrollo Sostenible. El fenómeno de la pobreza en África y la migración masiva a Europa no se combate con vallas.
Para Andalucía es fundamental tener una visión contundente a favor de la cooperación internacional para el desarrollo como responsabilidad global en la que nuestra comunidad también participa.
Una visión recogida en el Manifiesto Andalucía Solidaria en el que se plantean los tres pilares del concepto de solidaridad en nuestra tierra: solidaridad hacia dentro, ninguna persona puede quedar excluida por razón de raza, religión, capacidad física o psíquica, renta, género o edad; solidaridad hacia fuera, con una mirada comprometida y generosa hacia otros pueblos que, como el nuestro en diversas etapas de su historia, sufren las consecuencias del subdesarrollo y la injusticia; solidaridad con nuestra comunidad en un contexto europeo en el que reivindicamos apoyo para alcanzar la cohesión, la equidad territorial, la sostenibilidad, desde una región del sur del continente que nunca alcanzó la renta media europea.
En suma, somos internacionalistas y solidarios con visión de un mundo global en el que generamos alianzas con quienes comparten esta visión de que otro mundo es posible. Ser andalucista es ser internacionalista: “Por Andalucía, los pueblos y la humanidad”.