“Se tu mismo” , ¿ qué miedo no? “Encontrarse a uno mismo” , ¡que susto¡. “Se aquel que eres” , ¡vaya tela¡, ahora soy uno que tiene que buscarse a si mismo. ¿Se imaginan la escena? , uno va por la calle preguntando; “ ¿Ha visto usted a alguien que es como yo? , vamos, como dos gemelos perdidos buscándose mutuamente. “Si lo deseas lo consigues” , pues nada deseo ser miss universo, ahra ya no les pido que se imaginen la escena, es demasiado. ”El amor lo consdigue todo” pues nad voy a seducir a mi cajero automático, yo lo quiero.” Si lo deseas te curas” les aseguro que lo deseo pero la diabetes no remite. “Hazte un regalo”, eso ¿y quién lo paga imbécil? “Quiérete mas”, ¿ más todavía? me voy a convertir en insoportable.
Son algunas , no todas, de esas frases que el discurso de la autenticidad individualista nos bombardea a diario. Pero lo cierto es que según las estadísticas de causa de muerte en España hay once veces mas probabilidades que te suicides a que te asesinen. Es decir que ese al que tienes que encontrar, buscar o ser puede que fatalmente sea tu asesino. Si quieres ver el rostro del hombre , o de la mujer, que te matará más vale que te mires al espejo. De cada tres asesinatos en España dos los comete gente que están en tu casa o en el entorno inmediato. Viendo esto datos yo de usted no blindaba ninguna puerta, las dejaba abierta es lo más seguro. Como también es mas seguro dejar abiertas las puertas de la identidad personal ante tanto solipsismo de yogurt con tropezones que nos acosa.
Quieren convencernos de que somos átomos individuales aislados autosuficientes. Esta metafísica de la autoayuda parece inofensiva pero no lo es pues es imbécil y no hay tonto bueno. La subjetivización del sujeto, tiene migas el asunto, es una trampa con olor a veneno dulce que nos promete el ser, de la única forma en que nada ni nadie puede ser ; sólo. Los neoplatónicos ateos, que los había, para nombrar sutilmente, por si acaso, la inexistencia de Dios, lo definían como “aquel que está él sólo”, o sea, que no está nunca, que no existe. No hay peor nihilismo que el del solipsismo del un Yo” que es siempre el fantasma de un nosotros oculto fabricado para la dominación y la servidumbre. Las religiones del yo han devenido en el “yo” como religión en el marco del capitalismo cognitivo. Esta frases son como la vulgata de las antiguas jaculatorias religiosas fabricadas para la plebe inculta.
No es casualidad que el discurso de la autenticidad, esa especie de filosofía para comerciales de funerarias, este escrito a fuego en los manuales de estilo de las agencias de las agencias de la publicidad. El yo auténtico en iun mundo cosificado es una cosas más que niega aquello que no es una cosa; las relaciones sociales y ambientales, la apertura a la sociabilidad y a la animalidad solo dentro de la cual es posible una vida humana. No es inocente pues prosigue que consumamos hasta tal nivel que nos acabemos consumiendo a nosotros mismos. Hacernos creer libres cuando en realidad estamos sometidos a severas restricciones materiales e ideológicas. Al buscarnos nos perdemos, al encontrarnos nos aterrorizamos y no hay nada mas reaccionario que el terror. No vemos que detrás de esta peculiar imbecilidad se esconde la astucia de un inteligente amo , puto amo, severo e inflexible que nos grita : “¡¡Estáis sólos¡¡”. La soledad, esa gran mentira, es la estación terminal de esa locomotora desbocada que hemos dado en llamar capitalismo.