Ocurre en este país nuestro esa hipócrita costumbre de usar la muerte como excusa para blanquear la reputación, la imagen o el honor de quienes vivieron con deshonor y haciendo daño a diestra y siniestra. Así, el PP no ha tardado ni dos horas tras la muerte de la exalcaldesa de Valencia para imponer en el Congreso un minuto de silencio por una persona que no era ni diputada y que el lunes mismo se paseó por los juzgados por supuestamente haber blanqueado capitales.
Es normal que el PP haya impuesto un minuto de silencio, en su objetivo está ganar la batalla simbólica que se disputa en el obituario de Rita Barberá: tolerancia cero con la corrupción o blanquear post-mortem la trayectoria despótica, corrupta y sin empatía por las víctimas de sus políticas de la que ha sido alcaldesa valenciana durante 24 años.
Y es ahí donde debería haber entrado la inteligencia de saber leer lo que se esconde detrás de un homenaje institucional bajo el chantaje de acusar a quien no se someta de no tener empatía ni humanidad y de ser un miserable por no rendirle un homenaje institucional a una difunta de cuerpo presente.
La muerte se lamenta siempre, pero a los corruptos y déspotas no se les hacen homenajes institucionales. Es bien sencillo, es de primero de democracia y de sentido común. No obstante, no ha bastado con un minuto de silencio en el que, afortunadamente, no han participado los diputados y diputadas de Unidos Podemos.
Mónica Oltra se ha mostrado “consternada”; el Ayuntamiento de Valencia ha decretado tres días de luto y se ha ofrecido hasta el Consistorio valenciano para la capilla ardiente de quien que le hizo burlas y denigró hasta la extenuación a las víctimas del accidente de metro de Valencia desde el balcón del Ayuntamiento o que sacó las excavadoras para destruir viviendas de gente sencilla en el barrio del Cabanyal, sin importarle a la fallecida los infartos o ataques de ansiedad que sufrieron esas familias que molestaban para una operación especulativa al estilo del PP valenciano.
Es entendible que el PP use la muerte del símbolo de la corrupción y el abuso de poder en España para lavar la imagen de la difunta y del partido más corrupto de Europa, pero es alucinante que haya fuerzas progresistas que confundan sentido de la humanidad con homenajear institucionalmente a quien tanto daño ha hecho a los valencianos y valencianas con su abuso de poder, su chulería y su manera torticera de usar las instituciones a favor de una minoría privilegiada.
¿Tres días de lutos oficial? ¿Consternación?, ¿Minuto de silencio? ¿De verdad una parte de la izquierda española es tan pueril como para comprarle al PP su intento de blanquear la corrupción y el deshonor post-mortem? ¿De verdad no hemos entendido que libramos una batalla cultural en la que nos estamos jugando la democracia misma?
En este teatro de usar la muerte de un político cuestionado, acusado y/o investigado para blanquearlo y venderlo como honrado hay mucho de franquismo sociológico, de espíritu de la Transición y de no tener ni idea de que el relato ha cambiado. Antes, oponerse a un minuto de silencio a una Rita Barberá de turno era una idea minoritaria, del 5%; hoy, cuestionar este tipo de homenajes, lejos de ser un posicionamiento minoritario, es de mayorías; dado que son las mayorías quienes no entienden que sus verdugos, quienes les han empobrecido, maltratado, mandado a la policía a echarles de sus casas, despidiéndoles del trabajo y dejándolos en la cola del comedor social, sean homenajeados con honores institucionales.
Lamentar la muerte, siempre, ninguna idea política vale más que una vida humana; pero en esta actuación desmedida no hay lamento, empatía, ni sensibilidad y sí mucho de actuación de casta, de corporativismo entre políticos que en el fondo aspiran demasiado a parecerse entre ellos. Errará la izquierda que decreta tres días de luto por la muerte de Rita Barberá, que tanto ha dañado la imagen y vida de los valencianos, si no comprende que se espera de ella que no se parezca ni en los andares a los modos hipócritas de quienes usan palabras solemnes para vender infamia, de quienes usan la muerte del peor de sus símbolos para blanquear la corrupción, el nepotismo y el desprecio por la gente sencilla. Entre celebrar la muerte de un ser humano y homenajear a una corrupta, hay un término medio: respeto y tolerancia cero con la corrupción.
@RaulSolisEU