Francisco Garrido.
El profesor de Harvard , Robert Klitgaard, , definió operativamente la corrupción con una simple ecuación : C= M + A – T. (1). Donde C es corrupción, M es monopolio, A es Arbitrariedad y T es Transparencia. Si el resultado final de la ecuación es positivo entonces hay un alto riesgo de corrupción (C > 0).Solo si C es inferior a cero ( C< 0) entonces hay una situación institucional robusta frente al riesgo de corrupción.
Aquellos asuntos de la actividad económica que dependen de centros de decisión publico en régimen de monopolio u oligopolio (como la calificación urbanística de los suelos) tienen un riesgo mayor de generar conductas corruptas, que aquellas actividades cuyos centros de decisión son más plurales.
El segundo factor es la arbitrariedad ;a mayor arbitrariedad más corrupción. Se entiende por arbitrariedad la ausencia de regulación, de control de cumplimiento y de un sistema efectivo y disuasorio de sanciones. A más regulación eficiente menos riesgo de corrupción. Pero el problema ( la arbitrariedad) reside más en la eficacia de la regulación que en el volumen de la misma Las sanciones, por ejemplo, han de ser lo suficientemente fuerte como `para anular los incentivos de saltarse las normas.
En el lado opuesto de la ecuación aparece la transparencia, que reduce los usos fraudulentos del monopolio y la arbitrariedad .Se trata del viejo “Principio Trascendental de Derecho” que formuló Kant: “ En el derecho y en el gobierno todo lo que no es público es inmoral y debe ser ilegal”. La transparencia es un mecanismo de blindaje frente a la corrupción. En esto el corrupto es como Drácula no soporta la luz del día
Ajústese a los actuales modelos de toma de decisión pública esta ecuación y se podrá detectar donde esta los puntos de fuga de la legalidad. Le invito a que aplique este ecuación a las instituciones públicas que conoce.