Francisco Garrido.Mientras que nos preocupamos de que no haya burlas ni ultrajes a las víctimas, no nos preocupamos de lo importante; que no haya víctimas. Al medio ambiente no hay que tenerle ningún respeto: hay que dejar de destruirlo. La igualdad de género no es algo que se debe de decir solo; es algo que se debe hacer. La memoria histórica si es sólo un conjunto de relatos sobre el pasado, entonces es solo un cuento. La humillación no es decir “pobre “ a un pobre sino que lo sea. Ni decirle inferior a una mujer , sino que empíricamente este en una situación de desventaja. Creemos que cambiar el mundo supone esencialmente, cambiar de conversación. No entendemos que el decir forma parte del hacer, pero que el hacer es mucho, muchísimo más que el “decir”. Vivimos desde hace años en el sueño de Hegel.
Y en este sueño hemos estado para ocultar la insoportable contradicción entre una realidad escandalosa cargada de desigualdad , crueldad y destrucción y una ideología liberal de tolerancia, respeto y pluralismo. Por ello hemos abandonado el mundo y nos hemos refugiado en el lenguaje Pero esto se acaba . Una parte de la derecha que emerge con fuerza se han dado cuenta de que la gente, y las condiciones materiales, se han hartado de tanto cuento y de tanto relato. Y del mismo modo en que se beneficiaron de esta huida del mundo , ahora se están beneficiando del cansancio por esta fuga de la realidad que práctica la izquierda postmoderna. Mas rápidos siempre en desenfundar la pistolas, están usando ese malestar a su favor con una prontitud que p en mucho a la lentitud de la izquierda más critica.
Por eso esta derecha habla claro y brama contra lo “políticamente correcto”. Ellos hablan como el “hombre de la calle” . A los negros les dicen “negros” por que en realidad siguen siendo “negros”. Hemos cambiado los nombres pero no la realidad de dominación que supone “ser negro”. No hablan de “hombres y de mujeres” , porque ciertamente el único modelo dominante que seguimos teniendo es el masculino: los humanos son hombres. Y a los animales les llaman “bestias” por que siguen siendo “bestias”. Ninguna civilisación ha matado y torturado a más animales, y extinguido especies, que la nuestra, a la par que ninguna ha profesado más sensiblería y retórica sobre los animales. No son una involución sino una revelación de la verdad que subsistía debajo de los cuetos liberales posmodernos. Por eso tienen éxito y muchas gentes los escucha. Mientras la izquierda , tan educadita, se ruboriza ante esta erupción de tanta realidad desvelada.
Tres ejemplos recientes de que la izquierda sigue en “Belén con los pastores” son las reacciones contra el autobús transfóbico de los fascistas dulces de Hazte Oir, la centralidad política de la cuestión de la eutanasia y la condena a la tuitera Casandra . No por casualidad esas causas han sido generosamente publicitadas por el grupo PRISA y el PSOE; se trata de desplazar a la realidad hacia el orden de la representación. Es la política de la evasión, que en realidad consiste en la evasión de la política; no actuar , sino hablar.. En el caso de Hazte Oír, lo que dice es lo que la cultura dominante sigue pensando de la división sexual y que no a cambiar por que no se diga. En el caso de la centralidad de la reivindicación del derecho a la eutanasia; es no entender no es que no nos dejen morir, es que nos matan; y eso es lo primero y no al contrario. En la codena a Casandra nuestra izquierda clama por la libertad de expresión sin advertir que es esa no es la cuestión nuclear ; sino el hecho, que su codena rebela, que el Estado español tiene un imaginario de legitimación histórica fascista pues condena a la “resistencia” por terrorista y al verdugo fascista lo consideran “víctima”. En esto tres asuntos la derecha mal educada rebela lo que la izquierda bien educada no quiere oir , ni ver: quien manda.
Austin nos enseño que las palabras eran también actos ( actos de habla) pero no que todos los actos fueran palabra como hemos interpretado, huyendo de una realidad que no nos gusta. Seguir en las batallas del espíritu, en las guerras culturales y en las disputas por el control de las representaciones por medio de reducir el mundo a una simple representación (espectáculo); es un error grave del que espero que nos advierta esta derecha mal educada y deslenguada. Se equivoco Magritte cuando nos dijo que Hegel estaba de vacaciones, no era cierto , sencillamente estaba dormido. Pero en una inversión dialéctica todos, menos los malos, entramos en ese sueño que es el idealismo. La feministas italianas de los ochenta gritaban: «¡ Escupamos sobre Hegel». La izquierda actual debe no escupir pero si escapar de los sueños hegeliano en el que vive. Ojala que los eructos de Trump nos despierten de ese sueño.